Médicos cubanos: negocios públicos y necesidades privadas
Antes de condenar o aprobar la llegada de médicos cubanos para sumarse a la lucha contra el Covid-19 en el Conurbano, hay que conocer el contexto. Un historiador cubano que reside en nuestro país ayuda a entenderlo.
Mucho se ha dicho en relación con la llegada de más de 200 médicos cubanos a la provincia de Buenos Aires, uno de los distritos más golpeados por el coronavirus. Mucho más en estos tiempos, serán siempre escasos los esfuerzos que los gobiernos hagan para cuidar a sus conciudadanos, aunque también debiera aceptarse que las obligaciones no deben ser vistas como hazañas. Pero hay mucho más detrás del mito de la medicina cubana y de los médicos que “exporta”.
ALBERTO C. SANFIEL*
Hacia el fin de la “solidaridad revolucionaria”. No es secreto que desde 1959, Cuba trabajó arduamente para conformar un sistema de salud integral, gratuito y masivo, que rápidamente se ubicó entre los más elogiados del mundo. Más allá de los resultados, la construcción y consolidación de un sistema de salud como el que logró Cuba, era una necesidad.
En 1959, solo el 22% de la población tenía acceso a la salud, y el territorio nacional contaba con un solo hospital rural. Para 1975 se habían construido 56 hospitales a lo largo y ancho de la isla, así como casi 396 pequeñas policlínicas, además de haber formado y graduado cerca de 10 mil médicos.
Sería, sin dudas, de una ceguera política, intelectual y humanitaria si no se reconociera la importancia que tuvo para tantas familias dichas transformaciones. Con el paso de los años, muchos fueron los países que solicitaron la presencia de los médicos cubanos.
Uno de los ejemplos más recordados fue la ayuda brindada a Perú, luego del terremoto en mayo de 1970. En poco tiempo, el pueblo cubano se movilizó para hacer donaciones de sangre, las que llegaron a más de 150 mil –incluyendo la de Fidel–, y llegó al país andino una numerosa brigada médica.
Pero hoy es justo decir también que esa solidaridad ya no existe, porque aquella sociedad ya no es la misma. Después de 1990 asistimos a una Cuba que se vio obligada a cambiar, que priorizó nuevos sectores de ingreso de divisas, particularmente, la exportación de servicios médicos. En el ámbito social, el Período Especial (el iniciado en 1990 con la crisis económica) trajo consigo una reconfiguración social que se evidencia en el modo de pensar de gran parte de la sociedad, especialmente entre los jóvenes, algo que sin duda hace pensar en el nacimiento de una nueva sociedad, y por qué no, en el fin mismo del proceso revolucionario. Las desigualdades en el acceso al dólar trajeron giros en los valores y en las percepciones sociales, y lo que