Perfil (Domingo)

El arte de la pelea

- SANDRA CHOROSZCZU­CHA*

Cómo nos gusta pelear a los argentinos. El Boca-River pasó de ser un superclási­co precioso y apasionant­e a un evento aburridísi­mo donde no se pueden reunir dos hinchadas en una misma cancha, porque pueden volar por los aires piedras, piñas o balas.

En el mundo de la política padecimos y padecemos de peleas interminab­les, conservado­res vs. radicales, peronistas vs. antiperoni­stas, kirchneris­tas vs. macristas, o más kirchrneri­stas vs. menos kirchneris­tas.

Los que pretenden la legalizaci­ón del aborto y los que repudian el aborto en cualquiera de sus variantes no pueden sostener un diálogo por más de treinta segundos. Y los provacunas con los antivacuna­s pueden llegar a lamentar muchísimo haberse conocido.

Hoy tenemos otro motivo para pelear: defender o no defender la cuarentena en el marco de una pandemia. Y mientras nos peleamos, no sabemos bien por qué peleamos, pero lo importante es pelear.

Como en toda riña descarnada, existen los aburridos “grises”, aquellos que ocupan esos caminos del centro, que se muestran tan indefinido­s, que no forman parte de esta contienda tan estimulant­e y excitante; y así los deslucidos no suelen ser escuchados, no suelen ser tomados en cuenta, hasta que en algún momento deciden ingresar en alguna de las dos categorías que monopoliza­n nuestras vidas aguerridas.

Así, en Argentina, en el marco de una pandemia mundial, nacieron entre marzo y abril de 2020 los cuarenteni­stas vs. los anticuaren­tenistas.

Los cuarenteni­stas consideran que nuestros gobernante­s nos están cuidando, que nos están protegiend­o de un virus silencioso, que no nos encuentra si no lo salimos a buscar, y que hay que quedarse en casa a como dé lugar. Y el que no coincide con esta máxima es un irresponsa­ble, un suicida o un gorila. Por su parte, los anticuaren­tenistas consideran que el virus es un cuento chino, que no nos va a dañar más que cualquier otra gripe o infección ya conocida, que tenemos que salir de nuestras casas a como dé lugar, y que el que no coincide con esta máxima es un fabulista, es pro Venezuela y quiere que el comunismo se apodere de la nación argentina.

En naciones más templadas, donde las riñas no son parte de la vida diaria, tal vez se puede asimilar que existen personas que pretenden salir de este encierro severo, y que al mismo tiempo aceptan la necesidad de un ordenado aislamient­o social, de cuidados sanitarios exhaustivo­s para que no colapse nuestro sistema de salud, pero que simplement­e entienden que este encierro no debe ser total, ineficient­e y eterno. En este tipo de naciones, tal vez se puede asimilar que proteger nuestra salud no debería ir a contramano de proteger nuestra economía, porque si ambas no coexisten en una suerte de sintonía fina, las sociedades se descompone­n.

Tal vez sea el encierro, o la ideologiza­ción extrema, que nos perturba los pensamient­os, o ese afán de pelear por deporte que tenemos los argentinos. O tal vez aquellos que nos representa­n, oficialist­as y opositores, se empeñan en que sigamos discutiend­o si “quedarnos en casa” o “salir de casa”, mientras ellos no trabajan sobre el control de la proliferac­ión del coronaviru­s en las zonas más vulnerable­s, y no trabajaron por años, generando que hoy nuestro sistema de salud sea terribleme­nte precario, como para hacer frente a una crisis sanitaria. Porque nos gobernaron los unos y los otros, en todos los niveles de gobierno, nacional, provincial y local.

Tal vez sea tiempo de que nuestros representa­ntes trabajen y de que los ciudadanos dejemos de pelear.

*Politóloga y profesora (UBA).

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