Dos madres fuertes y poderosas en pleno combate
Esquemática por donde se la mire, Little Fires
Everywhere se salva por la fortaleza interpretativa de Kerry Washington (Scandal). La serie de Hulu que Amazon Prime Video puso a disposición del público local se mete con una historia que intenta expresar la interseccionalidad, el enfoque del feminismo que muestra que la opresión no solo depende del género, sino también de la clase y raza (para ponerlo en términos sencillos).
En esa intención se hunden las expectativas del público fiel que se sintió atraído por una historia que arranca con el incendio de una casa acomodada del típico suburbio de clase media alta, retratado hasta el hartazgo por Hollywood, se sumerge durante ocho episodios en un eterno flashback, y regresa en los últimos minutos para contar quién prendió la mecha. Estas series no serán ni las primeras ni las últimas en meterse con ese momento del siglo pasado para aprovechar las historias individuales que dan cuenta de la moral de la era Clinton. Para el caso, los años 80 de Ronald Reagan tuvieron miles de relatos ficcionales. Y es el turno de la década siguiente.
En ese sentido, este drama se mete con el vínculo conflictivo entre dos mujeres y sus dos maneras de maternar, con el incidente del fuego que se ve en los primeros minutos del primer capítulo. A los papeles principales se los cargan Reese Witherspoon y Kerry Washington, quienes también son las productoras ejecutivas de la serie. Así, mientras Witherspoon repite sus formas de mujer blanca acomodada que vimos en Big
Little Lies (HBO) -aunque con una dosis extra y algo esquemática de maldad-, Washington se sale de su personaje más conocido, Olivia Pope de Scandal, y logra añadirle unas capas extras a la artista visual que interpreta. En ese escenario, colisionan dos figuras maternas fuertes: la madre todoterreno de cuatro con la supuesta familia perfecta (Witherspoon) y la enigmática recién llegada madre soltera que oculta la identidad del padre a su única hija (Washington). El encuentro fortuito, la construcción del vínculo y la consecuente ruptura entre las dos altera la vida de todos a su alrededor por el peso de los secretos que usarán como moneda de cambio para defender de manera feroz lo que creen es justo.
Los subrayados de la trama colisionan con el estilo narrativo más lento que suelen tener las series fuera del estilo de las producciones originales de Netflix como ésta. Sin embargo, la pregunta del inicio, quién encendió los pequeños fuegos que destruyeron la casa de los Richardson, deja de interesar al tercer capítulo dado el enjambre de líneas abiertas para intentar contar todo, y perderse en su ambición.