Perfil (Domingo)

Las travesuras políticas de Kicillof

- JAVIER CALVO

Lo volvió a hacer. Mientras Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta mantuviero­n la fórmula del consenso y la cordialida­d para anunciar la nueva prórroga de la cuarentena, Axel Kicillof no evitó mostrar los colmillos a la hora de insistir en que la Ciudad está mucho peor que la Provincia. Podría ser anecdótico el episodio. O una muestra más de la lógica dura del gobernador a la hora de hacer política. Sin embargo, el encadenami­ento de varias de estas actitudes vislumbra la estrategia de confrontar con la oposición, sobre todo, y también con su propio espacio.

Ya había dado una señal inequ ívoca cuando no tuvo empacho en culpar a María Eugenia Vidal del desastre sanitario del Conurbano, como si antes de ella sus antecesore­s dur a nte décadas (de la misma fuerza de Kicillof) hubieran dejado al GBA como un cantón suizo.

Luego, él mismo y varios de sus funcionari­os de perfil alto empezaron a marcar que el problemón del coronaviru­s en el Área Metropolit­ana Buenos Aires era más responsabi­lidad de la Ciudad que de la Provincia. A esa línea se sumaron desde el ministro y el viceminist­ro de Salud, Daniel Gollán y Nicolás Kreplak, hasta el inefable Sergio Berni. El encargado de Seguridad sumó un plus, al sostener que las diferencia­s en el PRO sobre el confinamie­nto entre palomas y halcones empeoran la táctica anticontag­ios. Curioso.

En ese mismo tren también se dejaron trascender desde la geografía bonaerense cifras de nivel de contagios cada 100 mil habitantes. Según esos números, CABA tiene dos veces y media más positivos que Avellaneda (el de peor índice del GBA) y diez veces más que La Matanza.

Larreta y sus escuderos principale­s en esta crisis (Diego Santilli, Felipe Miguel y Fernán Quirós) han evitado hasta ahora recoger el guante. Es más, el jefe de Gobierno porteño hasta prefirió darle la razón a Kicillof en algunos de los datos que divulgó. Y, en público, elige remarcar siempre la cooperació­n entre ambas administra­ciones para enfrentar el Covid-19.

En privado, Larreta y los suyos admiten que hay una mayor sintonía con el Presidente y su equipo que con los bonaerense­s. Con una prevención extra: que los pases de factura hacia la Ciudad se multipliqu­en al ritmo de que empeore el panorama viral y, en especial, el socioeconó­mico. En ninguno de los dos todavía ha llegado lo peor.

Hay dardos “axelistas” menos v i sibles . Por e j emplo el que recibió Silvia González Ayala, infectólog­a muy reconocida de la Uni ve r s i - dad Nacional de La Plata e integrante del equipo de asesores médicos del gobernador. En alguna entrevista periodísti­ca y ante varios legislador­es, la experta osó criticar la mirada culpógena hacia CABA y la inflexibil­idad conurbana. Dicen que cayó mal y sus sugerencia­s dejaron de ser escuchadas en la capital bonaerense.

Otro caso que trascendió poco fue el acuerdo que Kicillof hizo con Eduardo Grinberg, el eterno presidente del Tribunal de Cuentas provincial, para reemplazar a miembros de la oposición por oficialist­as. Justo en ese cuerpo donde hay que controlar la gestión del Ejecutivo. Llamativo.

Algo similar fue el imprevisto desembarco de Augusto Costa en el directorio de Ternium, del Grupo Techint. El ministro de la Producción y hombre de máxima confianza de Kicillof llega a ese asiento en representa­ción de la Anses.

Al mismo tiempo que nos ocupamos de la pandemia y sus efectos, pasan cosas.

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JUAN OBREGON TÁCTICA. El gobernador va contra opositores.
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