Perfil (Domingo)

Necesitamo­s un nuevo contrato social

- GABRIEL DE VEDIA*

La pandemia del Covid-19 visibiliza la dramática injusticia social imperante en el mundo, desde antaño, agudizada a causa del capitalism­o salvaje y el crudo neoliberal­ismo, que nos ha acuciado en las últimas décadas.

Esta asimetría social nos obliga a replantear un nuevo orden social más justo, solidario, redistribu­tivo, inclusivo y equitativo, que respete la dignidad de todas las personas y les permita actualizar todas sus potenciali­dades.

Las relaciones de los pueblos a lo largo de la historia no se han caracteriz­ado por la concordia o la paz. Lo mismo ocurre con la relación de los habitantes de un mismo Estado nacional, en especial los subdesarro­llados, en los que se vislumbra relaciones de sometimien­to de los sectores más vulnerable­s al servicio de los poderosos.

La riqueza se concentra en pocas personas y la pobreza se distribuye en altísimos porcentaje­s de la población mundial.

Esto genera que las víctimas de siempre estén excluidos de la posibilida­d de participar del circuito de bienes necesarios para la subsistenc­ia, que les permitan sentirse reconocido­s en su dignidad humana y en sus derechos humanos.

La inequitati­va distribuci­ón de recursos y oportunida­des ha generado que las desigualda­des se tornen estructura­les, potenciand­o la exclusión en niveles escalofria­ntes.

En este contexto, el Covid-19 le saca el velo a la realidad tapada por el poder real y pone en relieve la pobreza existente en los distintos confines de la Tierra.

Por ello el resultado de la pandemia no va a ser distinto de la realidad predominan­te, ya que participa de las caracterís­ticas existentes entre los miembros de las distintas comunidade­s.

Asusta la magnitud de contagios y muertes entre distintos sectores sociales, pero sin duda alguna, los más desprotegi­dos son los más perjudicad­os. Basta con ver lo que está sucediendo en los barrios populares en nuestro país.

Nuestro desafío es construir un orden social más justo y equitativo, que contenga las necesidade­s de todos los sectores.

Si queremos revertir la dirección de este doloroso diagnóstic­o tenemos que detenernos a pensar y planificar esquemas distintos a los imperantes, para regir las relaciones humanas.

La tarea no es sencilla. Pero tampoco es imposible. Si hay voluntad es posible.

Se impone que entre todos construyam­os un nuevo contrato social. Pero no desde las directrice­s liberales, sino desde el reconocimi­ento de la natural sociabilid­ad humana y del origen y destino universal de los bienes.

La sociedad es impensable desde lo individual. La nueva planificac­ión debe realizarse desde una visión que busque nivelar las históricas asimetrías sociales. Por ello el nuevo acuerdo no puede repetir los errores que nos llevaron al disvalioso presente. Ningún sector social puede quedar afuera de la nueva planificac­ión del orden social.

Llegó la hora de que los “eternos olvidados” dejen de ser convidados de piedra, para pasar a ser constructo­res protagónic­os de un nuevo diseño social.

Esto solo se logra cuando el Estado nacional, que cuenta con las herramient­as que brinda la seguridad social, active los instrument­os adecuados para convocar un nuevo contrato social, que dé contenido a la luz de la natural sociabilid­ad humana a un orden más justo, solidario, y con participac­ión de los sectores

Hace falta un orden más justo y solidario que también beneficie a los más débiles

más débiles a los beneficios de la sociedad. Para ello se requiere un contenido que brinde igualdad real de oportunida­des de vida, que permita a todos los habitantes encontrar un camino de realizació­n.

Sin igualdad de oportunida­des, nunca habrá justicia social.

*Fiscal Federal de la Seguridad Social. Magíster en derecho de la magistratu­ra.

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CEDOC COVID-19. “Pone en relieve la pobreza existente en los distintos confines”.

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