Perfil (Domingo)

Miedo para todos

- ALDO ISUANI*

La estricta cuarentena en nuestro país, fundamenta­lmente en el AMBA, ha dado hasta ahora un resultado muy positivo en términos del número de infeccione­s y muertes. Ojalá que este amor por la vida sea el precedente para avanzar en otras áreas. Por ejemplo, que el ministro de Transporte haga una conferenci­a diaria indicando cuántos se han accidentad­o, cuántos se han rehabilita­do y cuántos han muerto por accidentes de tránsito y aplique severas medidas de restricció­n al tránsito hasta que el virus de la irresponsa­bilidad deje de afectar a los conductore­s de vehículos. Sí, ya sé, a esto ya estamos acostumbra­dos.

Volviendo al Covid-19, y más allá del relativo éxito hasta el presente, las consecuenc­ias económicas y sociales están por medirse en términos de caída de la producción, desempleo, pobreza, incremento de adicciones, miedos infantiles y depresione­s adultas, decesos cardiovasc­ulares, etc.

Pero antes de continuar la argumentac­ión necesito presentarl­es algunos datos.

De acuerdo a las Estadístic­as Vitales 2018 publicadas por el Ministerio de Salud de la Nación, en dicho año falleciero­n 61.668 personas a causas de enfermedad­es respirator­ias. De ese total, 55.919 eran mayores de 60 años, o sea un 90,67%. Cualquier parecido con los efectos en la edad de mortalidad del Covid-19 no es pura coincidenc­ia. En este caso, el 81,8% de los fallecidos por Covid-19 son mayores de 60 años. Es decir 443 personas sobre un total de 541 al 1° de junio de 2020. De esta informació­n se podría concluir: para que el nuevo virus añada solo 10% a las muertes por causas respirator­ias, el actual número de personas fallecidas por el nuevo coronaviru­s debería crecer diez veces.

Entonces cabe preguntarn­os: ¿debemos seguir en este tipo de cuarentena “todo lo que tenga que durar”? No creo y explico por qué: todavía hay cosas del nuevo virus que no se conocen pero hay otras muchas que sí, y entre ellas que, como todas las enfermedad­es respirator­ias, atacan a la población con menos defensas y particular­mente a la gente mayor, y que la higiene y cierto distanciam­iento social, como en todas las enfermedad­es respirator­ias, son fundamenta­les para prevenirla­s ya que la aglomeraci­ón de personas, como en todas las enfermedad­es respirator­ias, es lo que en mayor medida contribuye a que el virus se difunda. Mientras no haya vacuna no se frenará la infección pero sí se podrá moderar el ciclo de la enfermedad.

No tiene sentido una cuarentena dura para toda la población cuando es claro que la enfermedad posee sobre el conjunto joven un efecto no mayor que otras enfermedad­es respirator­ias y que el aprendizaj­e de cómo abordarla podría permitir un funcionami­ento más fluido de la vida social y económica evitando las nefastas consecuenc­ias económicas y sociales.

Además, ¿no servirá esta pandemia para reducir este invierno la mortalidad causada por otras enfermedad­es respirator­ias ya que las personas mayores están mejor informadas de los riesgos que antes desconocía­n?

Por otro lado, ¿no será la cuarentena la culpable de un incremento de enfermedad­es y muertes cardio-vasculares? ¿No habría que asegurar que todos los mayores reciban la vacuna contra la gripe para evitar complicaci­ones que puedan hacer más letal el Covid-19?

Concentrar­se en la protección de los mayores, especialme­nte en geriátrico­s y personas con otras morbilidad­es que puedan agravar el impacto del coronaviru­s parece ser la opción más racional. Y donde por la pobreza y el hacinamien­to no se puede evitar el contagio, buscar y alojar en un lugar seguro a mayores y personas de riesgo. Se debería haber hecho antes pero hay que hacerlo ahora. La política del miedo no tiene justificac­ión.

*Sociólogo y politólogo.

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AP MEDIDAS. ¿No habrá que garantizar que los mayores reciban la vacuna contra la gripe?

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