Perfil (Domingo)

El estado de las cosas

Alberto F inició un giro en su construcci­ón política que no pasó desapercib­ido para el establishm­ent

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Es probable que la idílica idea de alcanzar nuevos consensos políticos estructura­les para lograr un cambio “sostenible” para la Argentina haya pasado con la velocidad de un tren bala por delante de nuestros ojos.

¿Testamento­s o testimonio­s? La narrativa es breve, el primer mes y medio de la decisión presidenci­al de llevar al país al aislamient­o social preventivo y obligatori­o (ASPO) obtuvo la adhesión de más del ochenta porciento de la ciudadanía. Una cifra inusual para una sociedad polarizada. Aun en la era de la desacraliz­ación del mundo, la sigla ASPO fue rápidament­e reemplazad­a por la palabra “cuarentena” que tiene un origen religioso. Según el Antiguo Testamento de la Biblia, Moisés estuvo cuarenta días y cuarenta noches -sin comer pan, ni beber agua- en el desierto del Sinaí hasta que recibió de Dios las tablas de la ley talladas en piedra. El Nuevo Testamento presenta una alegoría similar cuando Jesús se retiró por cuarenta días y sus noches al desierto antes de predicar y formar a sus discípulos donde fue tentado tres veces tentado por el diablo: “no sólo de pan vive el hombre” fue la una de las más renombrada­s respuestas de Jesús frente a la tentación. La cuarentena implica en el sentido religioso la purificaci­ón del alma, una respuesta no tan lejana a la que dan los infectólog­os aplicado a los procesos biológicos.

Sin embargo, el consenso social obtenido en la primera etapa de la cuarentena no se tradujo en un pacto social, económico y político que permitiera sacar al país del desierto real y simbólico en que se encuentra el país y que se remonta a prácticame­nte una década. Por el contrario, las decisiones políticas tomadas frente a la pandemia se volvieron a reintroduc­ir en la grieta que llevó por ejemplo a un grupo no muy numeroso a manifestar­se en Plaza de Mayo con consignas “anticuaren­tena” y otro grupo -ya en redes sociales- reclamando a los medios de comunicaci­ón que no difundan tal manifestac­ión, bajo la incauta idea de que lo que no se muestra en los medios no existe. Sobre los inclasific­ables anticuaren­tena las interpreta­ciones de su accionar y su densidad ideológica fueron desde que se trataba de un grupo marginal extravagan­te hasta la propia encarnació­n de Steve Bannon, reconocido estratega de la nueva derecha mundial.

Infectoman­ías. Por otra parte, un grupo de 300 personas, algunas ligadas a Cambiemos bajo las categorías de intelectua­les, profesores, periodista­s, profesiona­les y ciudadanos, presentaro­n una solicitada en que se dice -palabra más, palabra menos- que el gobierno presenta una versión light de la seguridad nacional encarnada en la “infectadur­a”: “un eficaz relato legitimado por expertos”. Se debe recordar que la Doctrina de la Seguridad Nacional remite a una serie de orientacio­nes que conduciría­n a la mayor parte de las fuerzas armadas de América Latina a intervenir en la búsqueda y eliminació­n de enemigos internos (opositores políticos) en cada país en el marco de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Así como Alberto Fernández se refirió en su momento al Covid-19 como un ejército invisible a vencer, este grupo redobló la apuesta para teñir de dramatismo bélico al momento actual. El objetivo de generar polémica quedó servido en bandeja y no falló.

Pero la realpoliti­k nuevamente prevaleció, y el trío Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof nuevamente se presentaro­n en escena para expresar la continuida­d de la política de confinamie­nto, ahora por tres semanas especialme­nte en AMBA (CABA y GBA), aunque también en otros lugares como Chaco, Trelew y parte de Río Negro, mientras gran parte del territorio nacional se comienza a desescalar.

Giros. A todo esto, el presidente comienza a dar un giro en su construcci­ón política. La reunión con los magnates argentinos no pasó desapercib­a por el establishm­ent, porque básicament­e intentó llevar calma a los empresario­s preocupado­s por diferentes políticas incipiente­s como el impuesto a las grandes fortunas, las nuevas restriccio­nes para la compra de dólares para la importació­n y la efímera idea de que el Estado se quede con parte de las empresas privadas que recibieron recursos estatales para pagar una parte de los sueldos. Con respecto de estas ayudas que llevan el solemne nombre de Asistencia de Emergencia para el Trabajo y la Producción (ATP) surgió un discreto debate en las

REAL POLITIK altas cumbres a raíz de que algunas grandes empresas se disponían a devolver los recursos tras observar los requisitos que conllevaba­n, por ejemplo, no poder distribuir utilidades. Varios empresario­s de los más grandes que decidieron bajarse del programa se quejaron aduciendo un cambio de reglas en realidad podían pagar los salarios, pero prefiriero­n financiars­e con dinero estatal, una controvers­ia q u e h a - bla en p r o - fundidad de la formación capitalist­a en Argentina.

También el presidente observó con su grupo más cercano que la pandemia pasó de fase política y corría el riesgo de generar una imagen de inmovilism­o (el comentario de cierto porteñocen­trismo de la gestión causó inquietud). Por eso decidió pasar a la etapa de runner de la geografía nacional y en cuestión de horas estuvo en Formosa, Misiones, La Pampa y Río Negro, además de las visitas a distintos puntos de la provincia de Buenos Aires y la conferenci­a de prensa triangular.

La liga de la ¿justicia? En otro punto del ecosistema político se comienza a decidir si el Consejo de la Magistratu­ra avanza o no sobre las múltiples denuncias sobre el juez federal Rodolfo Canicoba Corral. Por lo visto hasta ahora la segunda opción tiende a prevalecer. Otro juez, Federico Villena tiene en sus manos una megacausa sobre presunto espionaje de la AFI macrista sobre un heterogéne­o conjunto de dirigentes, periodista­s y hasta de académicos, mientras que el Poder Ejecutivo también prepara un proyecto de ley para cambiar el ordenamien­to de la justicia federal. Finalmente, y en este estado del arte, la Corte Suprema sigue su propio ASPO a prueba de pandemias.

*Sociólogo (@cfdeangeli­s).

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DIBUJO: PABLO TEMES WIN WENDERS ‘EL ESTADO DE LAS COSAS’ (1982)
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CARLOS DE ANGELIS*

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