Policías cowboys, con armas poderosas y gatillo fácil
El autor fue corresponsal de la agencia ANSA en Washington durante años. Allí, vivió en carne propia la experiencia de un arresto policial que le enseñó que el caso Floyd es el emergente de una situación que se repite diariamente y que cuenta con el aval
No es la brasileña. Tampoco la Bonaerense. Pero la de Estados Unidos también es una policía brava. En especial las fuerzas locales, las estaduales y las municipales.
Armada además hasta los dientes, con equipamiento de guerra. Tanto equipamiento, valuado en miles de millones de dólares, que regularmente aparecen estudios alertando sobre la “militarización” de la policía.
La muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco de Minneapolis, en Minnesota, es apenas un pequeño eslabón en la cadena infinita de maltrato que reparten las fuerzas de seguridad norteamericanas todo el año.
Si hay una diferencia es que, como en una lotería, cada tanto sale un número ganador. Un ganador trágico que, en contraste con otros cientos de casos, sí llama la atención y ocupa un lugar en los medios, desatando protestas, reclamos y caos.
Por cada George Floyd, una pequeña multitud de víctimas de la arrogancia policial pasa inadvertida en el país.
Y estas erupciones provocadas por el caso de Minneapolis son momentáneas, episodios de descontrol que se apaciguan en pocas semanas.
Conflictos que más bien se parecen a unos “dos minutos de odio” orwellianos en sentido inverso o a la jornada de desquicio de la “hora roja” en un viejo capítulo de Viaje a las estrellas, en el que los pobladores de una ciudad extraterrestre disfrutaban una vez al año de un “festival” de violencia fuera del control del dios-computadora que los regía de manera autoritaria.
Por lo pronto, los estallidos de fuego y rabia que están sacudiendo a Estados Unidos en estos días superaron hace rato la etapa de reclamo de derechos humanos y se convirtieron en un escenario de choque de frentes con distinta agenda: Black Lives Matter, matones supremacistas blancos, republicanos que buscan mostrar mano dura, demócratas que no saben dónde pararse, el presidente Trump, las redes sociales, los provocadores profesionales, Trump contra Twitter y las redes sociales...
Rodney King. Algunos medios de comunicación desorientados muestran las calles envueltas en llamas como si se tratara de una novedad. Un reporte de la BBC decía en estos días, por ejemplo, que una revuelta de esta magnitud no se veía desde la que se desató en abril de 1968, cuando fue asesinado el reverendo Martin Luther