Vidas cruzadas

Enjambre

Joaquín Areta novela

Siempre tu palabra cerca; La tarea imposible de Víctor (con Guada Gárriz); La baribusa atómica (con Magui Ldesma)

Adriana Hidalgo Editora, $ 590

Enjambre, primera novela de Joaquín Areta, rinde tributo al poder de la memoria. Los recuerdos aparecen en forma intermitente como pedazos de algo que se rompió porque finalmente todo se rompe y solo quedan imágenes flotando en el mar del tiempo. Un puñado de habitantes de una zona de Neuquén cruza sus destinos, confundiendo sus orígenes y deseos. El peso del tiempo se acumula sobre las vidas, inoculando convenciones y determinismos, haciendo difícil cualquier escapatoria: uno es prisionero del pasado. Un hombre angustiado por el deterioro de su madre, un pibe de la calle, obsesionado por los ciclistas que pasan por la ruta, y un ingeniero agrónomo que tiene que vérselas con una especie de abejas agresivas, mientras rememora la relación que ha tenido con su padre, conforman un relato coral por donde se filtran episodios de la historia argentina: la toma del frigorífico Lisandro de la Torre, los años de la última dictadura militar. Areta pone un énfasis poético en esos mecanismos de la memoria: “Después de esa tarde de tiros con Ernesto viene un gran embalse artificial con islas de pequeñas imágenes vinculadas a mi padre”. Escenas de la vida cotidiana cobran nuevos sentidos a partir de la evocación. ¿Qué nos impulsa a recordar? ¿Cómo surgen los recuerdos? Enjambre es un tablero de ajedrez, las piezas se mueven por un campo minado. Como Raymond Carver, Areta pone la lupa en detalles que adquieren visos inquietantes. La sala de espera de un peluquero, un asado familiar, los objetos guardados en una vitrina, portan un germen latente que puede activarse en cualquier momento. Heridas que no cicatrizan jamás, cosas que retornan como un boomerang y son imposibles de resolver o borrar. Vale la pena perderse en este enjambre.