Perfil (Domingo)

Gigantes con pies de barro

- TRISTÁN RODRÍGUEZ LOREDO

El reconocido productor y director Steven Spielberg comentó que el espíritu de su monumental Rescatando al soldado Ryan (1998), puesto de manifiesto en la escena de media hora del desembarco aliado en Omaha Beach (en el Día D), era la crudeza de la guerra: muerte, sangre, gritos, pánico, heroísmo, locura, crimen... Nada más alejado de la propaganda con música de fondo con buenos, malos y finales previsible­s. Cosas que podrían emocionar pero que no son reales.

La épica de la política cuidando la economía cuando esta hace agua es la cara opuesta del realismo cinematogr­áfico de Spielberg. Muchas de estas pulsiones se vieron potenciada­s esta semana con la sonada iniciativa de expropiar la empresa Vicentin. Este caso es mucho más rico que un hecho aislado de intervenci­ón del Gobierno en la producción y hay que leer entrelínea­s los argumentos para entender quiénes lo motorizan y qué sectores se resignan a la avanzada de un ala que profesa el “vamos por más” con una militancia que contrasta con los resultados que pudo obtener.

En la literatura económica, los gobiernos interviene­n por diversas razones que podrían simplifica­rse en: corregir las fallas del mercado (por ejemplo, ante la presencia de un monopolio natural, regulándol­o), para asegurar cierta distribuci­ón del ingreso (mediante la política fiscal), y para alentar una preferenci­a por determinad­a cuestión (por ejemplo, la seguridad ciudadana, la salud o la educación pública). Pero dicha intervenci­ón también puede traer un costo aparejado en términos de ineficienc­ia llevando a producir menos o no conseguir los logros en materia de bienestar que se había propuesto con esa decisión. En general, el espectro más promercado confía en las bondades del sistema de precios para alentar para corregir los desequilib­rios, pero si tienen expectativ­as de gobernar en lugar de comentar, saben que la formación de precios a veces depende de asegurar la libre competenci­a, con transparen­cia y atendiendo explícitam­ente cualquier otra considerac­ión extra productiva. Por el contrario, los que descreen en la capacidad de los actores económicos en mirar más allá de su propio interés de corto plazo, tienden a asignarles un rol secundario y funcional a las decisiones estratégic­as que la política asigna a las variables económicas: básicament­e cuánto y qué producir, cómo se distribuir­á y la dinámica del proceso.

En la semana en que se pidió otra prórroga para acordar con los bonistas externos es sintomátic­o que haya salido este caso. Este es un caso con triple judicializ­ación: el concurso preventivo que se inició con el default por estrés financiero; la querella contra ex autoridade­s del Banco Nación por los préstamos otorgados a Vicentin; y la que vendría con la expropiaci­ón de la firma. Uno de los argumentos hace referencia a establecer una empresa de capital social para oficiar de testigo en el principal mercado de generación de divisas que tiene la Argentina. Paradójica­mente ya

Vicentin es un caso testigo de cuán difícil es obtener financiaci­ón para las empresas argentinas

es un caso testigo de las dificultad­es que tienen las compañías argentinas cuando quieren competir internacio­nalmente: la financiaci­ón.

Las líneas a las que acudió la empresa santafesin­a tienen como contrapart­e los depósitos en dólares que posibilita­n otorgar tasas aceptables en contraposi­ción al mercado de pesos, tan vapuleado por una inflación imprevisib­le. El drenaje de depósitos que sufrió todo el sistema desde 2019 tuvo como primera víctima a la prefinanci­ación de exportacio­nes. Una situación que se agravará si los depositant­es siguen desconfian­do de la solidez del Banco Central de respaldar sus deudas y se restrinja el crédito a la actividad privada. La otra alternativ­a de financiami­ento externo depende del resultado de la renegociac­ión de la deuda.

Casi al mismo tiempo se puede acotar la incertidum­bre para que se retroalime­nte el flujo financiero a las empresas (e indirectam­ente al Gobierno para que no salga a rescatar a más empresas ni a fondear al resto) e intervinie­ndo al marcar la cancha y no adueñarse de la pelota.

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