¡Exprópiese!
La imagen quedó grabada en nuestra mente: el Coronel Hugo Chávez recorría Caracas rodeado de guardaespaldas, señalaba cualquier casa, preguntaba de quién era, gritaba “¡Exprópiese!, alguien tomaba nota y el inmueble quedaba expropiado. Era un trámite revolucionario expedito que no admitía defensa, ni tenía que ver con la planificación urbana.
La expropiación fue el abuso favorito de los militares venezolanos que estatizaron todo lo que pudieron, destruyeron la economía, mataron a la empresa privada, convirtieron a Venezuela en importador de petróleo y se enriquecieron de manera obscena. Cuatro millones de venezolanos huyeron del país por el hambre. La dictadura venezolana fue el último experimento tragicómico de una ideología estatista que gobernó la mayor parte del mundo durante el siglo XX.
Actualmente expropian lo que queda de sus países tres dictaduras militares famélicas del Caribe. Dos de ellas son herederas ideológicas de Papa Doc y la macumba. Sus líderes hacen campaña con pajaritos de plástico amarrados en la cabeza o conjuros con piedras de amatista. La tercera es el resto de un naufragio del siglo pasado, que flota sin rumbo en el Mar de los Sargazos. Hoy no se hacen expropiaciones o se persigue a los ricos ni en la China Comunista ni en Vietnam.
JAIME DURAN BARBA*
Dudas. La expropiación de Vicentin profundizó las dudas acerca de la política económica del país, justo cuando necesitamos que se reactive la economía. Daña también la imagen internacional de Argentina, lo que tiene consecuencias en el mundo globalizado. Sería bueno que las autoridades contraten un estudio serio y profesional de la imagen externa del país para mejorarla. Incidentes como este confirman prejuicios que existen en contra del peronismo, visto como una fuerza anticuada, poco democrática, empantanada en odios personales, incompatible con el mundo que nace.
Para superar prejuicios y acercarnos a la realidad, siempre recurrimos a los números. Si evaluamos cuántos países se desarrollaron persiguiendo a los productores y expropiando empresas, la respuesta es clara: ninguno. Quien crea lo contrario no debería pedir a Rosario Murillo que me convierta en sapo, sino mencionar cuáles son las economías centralmente planificadas que han sido exitosas.
Durante el siglo pasado gran parte de la humanidad estuvo gobernada por gobiernos que terminaron con la iniciativa privada. En la década de 1970 surgieron en Occidente organizaciones insurgentes y parecía que el capitalismo iba a desaparecer. Muchos creyeron que la humanidad se encaminaba hacia un estadio superior y eso justificaba la muerte de propios y extraños y la expropiación de los bienes de los contra revolucionarios. Esa utopía se desmoronó junto a la Unión Soviética, cuando los países comunistas quebraron o adoptaron la economía de mercado.
El caso Vicentin confirma prejuicios contra el peronismo, como fuerza anticuada y poco democrática
Crisis. Las instituciones políticas y sociales del siglo pasado están en una crisis sin retorno. Después de la pandemia la gente no va a pedir más estado, ni va a llamar a los políticos para que sigan distribuyéndose contratos y nombramientos para conformar mayorías parlamentarias. Cada vez se generaliza más el grito de que se vayan todos y la política agota su menguado prestigio.
Durante esta cuarentena, la mayoría de la población mundial siguió un curso intensivo de Internet, se integró a la sociedad hiperconectada, es más independiente que antes, demandará más libertad, más transparencia, pedirá que los políticos no suban impuestos para mantener a sus militantes. Se incrementarán y nacerán nuevas movilizaciones espontáneas sin control, que harán más difícil la gobernabilidad. Lo ocurrido en Avellaneda con la expropiación de Vicentín,
las movilizaciones antirracistas en USA, los chalecos amarillos en Francia, la insurgencia del Líbano que exige un gobierno sin políticos, el apoyo a Bukele en el Salvador para que disuelva los partidos, son muestras de lo que se viene con las manifestaciones auto convocadas.
Progreso. A lo largo del siglo XX se experimentaron varios tipos de gobierno: monarquías, gobiernos clericales islámicos, autoritarismos eslavos, democracias parlamentarias, democracias presidencialistas, que todavía existen en varios países. En lo económico casi todos adoptaron la economía de mercado. En ninguno se expropian empresas o se quitan estímulos a los productores. La economía crece desde los baluartes de la Revolución de la Inteligencia como Silicon Valley, cuyo corazón está en la Universidad de Stanford y aloja al 40% de las empresas más importantes del mundo. Emulan esta experiencia Silicon Plateau en Bangalore, India; Silicon Fen, Universidad de Cambridge, Reino Unido; en China Shenzhen, el centro de producción de software y robótica más importante del mundo.
En estas usinas del progreso nadie discute si la gente debe ser pobre evitando el consumo, ni la creación de impuestos confiscatorios a los productores, ni si hay que combatir al neoliberalismo. El estado no subsidia a nadie. Estimula la competencia y la creatividad de los emprendedores, proporciona garantías para que compitan, propicia la colaboración de universidades y empresas que generan gran parte de la riqueza del mundo, y más conocimientos científicos de los que produjo la humanidad en todo el siglo XX. El producto Interno bruto de este valle de California es superior al de muchos países europeos.
La robótica y la inteligencia artificial se desarrollan aceleradamente, generando cambios profundos que alterarán de manera inevitable el mercado laboral, la producción y distribución de bienes y servicios, y todos los aspectos de la vida. Una revolución de esas dimensiones hace indispensable que pensemos en su llegada, y sus consecuencias tanto positivas como negativas.
Atraso. En Argentina han surgido unicornios y empresas líderes del mundo como Mercado Libre, pero desgraciadamente la Revolución de la Inteligencia está lejos de muchas Universidades, que se dedican a discutir temas obsoletos. Buena parte de nuestra comunidad académica está aislada de los avances científicos, justo cuando el conocimiento avanza a una velocidad exponencial. Por las calles de los Silicon que mencionamos, caminan más inventores y genios que los que existieron en toda la historia de la humanidad.
Iván Petrella publicó en Clarín un artículo muy interesante en que analiza el contenido del libro El futuro después del Covid-19 , escrito por