Una institución dividida
Lo primero que debemos entender es que los militares brasileños tienen actualmente opiniones muy divididas. Después de la última dictadura militar (1964-85), la institución como un todo rechazó la idea de gobernar el país. Ahora hay algunos cambios en ese rechazo, pero aún hay muchos militares que se oponen a la idea de gobernar.
En un primer plano está la división entre el Ejército, que es el que más se ha involucrado en el gobierno Bolsonaro, y las otras fuerzas.
En segundo plano, dentro del Ejército también hay una división. Hay militares muy bolsonaristas, que aceptan o apoyan la idea de intervenir en la política para proteger al presidente; otros lo apoyan pero no llegan a compartir la idea de una intervención y finalmente están quienes quieren que la institución permanezca neutral.
Una preocupación importante de ese tercer grupo es que un respaldo militar en este momento tan delicado estaría muy expuesto a un fracaso, lo que afectaría a la fuerza duramente en el futuro, cuando Bolsonaro deje el poder.
Los llamados a una intervención militar que hacen algunos sectores del bolsonarismo están siendo escuchados en este momento por algunos oficiales, pero no sé si sean los suficientes como para realmente producir un pronunciamiento. Las Fuerzas Armadas brasileñas tienen una conciencia corporativa de sus intereses colectivos bastante fuerte.
Esa ambigüedad que no sepamos exactamente el tamaño del grupo que apoyaría una intervención- ayuda a Bolsonaro a agitar la amenaza de un autogolpe.
*Politóloga de la Universidad de Iowa. Autora de Religion & Brazilian Democracy.