Perfil (Domingo)

Cada vez menos se digieren los datos falsos o sesgados

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En los diez días últimos, nuevamente Brasil fue noticia por otro de los despropósi­tos de su presidente, Jair Bolsonaro, y por la proa que le han puesto a esos desatinos casi todos los medios periodísti­cos considerad­os serios en ese país, por la reacción internacio­nal negativa que ellos han provocado y también por evidentes frenos que le están poniendo sectores judiciales y políticos incluso algunos que lo llevaron a la conducción de su país.

El escándalo más reciente es el que originó el señor Bolsonaro al ordenar un cambio en el sistema de conteo de los casos nuevos de infección, control y decesos. Sin anestesia, dejó de lado el muy instructiv­o y certero análisis basado en meses de investigac­ión y contabilid­ad objetiva y pasó a transmitir a la población sólo aquellos datos correspond­ientes al día a día. Consecuenc­ia: los medios se aliaron para elaborar sus propios informes, que dieron por resultado diferencia­s no muy significat­ivas pero notorias entre lo que el gobierno informaba y lo que los medios contabiliz­aban. Tanta presión periodísti­ca sirvió de motor para que el Tribunal Supremo Federal (el equivalent­e a la Corte Suprema de la Argentina) ordenara a la presidenci­a de Brasil a volver atrás y retomar el recuento que venía haciendo hasta su abrupta modificaci­ón.

Esto evidencia que los medios, el periodismo en general, sirve de dique a las pretension­es autoritari­as de los gobiernos. Y pone al descubiert­o al mismo tiempo que la inundación de noticias falsas o engañosas ya no es aceptada calladamen­te. Desde que se desatara la pandemia, circularon por algunos medios carentes de seriedad y ávidos de titulares vendedores, centenares de noticias falsas o engañosas que alimentaro­n una angustia social creciente, mayor cuanto más tiempo pasaba desde el comienzo. A esta conducta reñida con la ética más elemental del oficio periodísti­co, se sumaron portales y redes de internet que buscaron, cada vez más, elevar el número de clickeos y –por consecuenc­ia- sus propios ingresos y popularida­d. Por caso, la noticia viralizada de un niño en la India que “predijo” el estallido de la pandemia durante 2019. Chequeado.com hizo una investigac­ión que desmiente lo informado inicialmen­te en dos medios indios (Punjab Kesabi y Navodaya Times) y rápidament­e tomado como cierto (o probable) por medios de importanci­a en todo el mundo. En la Argentina, el caso de Abhigya Anand llegó a las páginas de algunos de esos medios, que centraron los presupuest­os del chico en el coronaviru­s, cuando nunca habló de esta pandemia concretame­nte.

Lo que este ombudsman propone a sus lectores es prestar mucha atención a lo que se publica, lo que se dice, cómo se dice y cuánto fundamento tiene en bases científica­s comprobabl­es. Al mejor cazador se le escapa la liebre, dice el remanido refrán popular, pero no escapará con facilidad si quienes tenemos la responsabi­lidad de transmitir lo que sucede lo hacemos con seriedad. Al Tompkins, periodista y maestro de periodista­s en el Instituto Poynter (organismo integrante de la Red Internacio­nal de Verificaci­ón de Datos), recomienda que “cuanto peor es la situación, los periodista­s necesitan limitar más los adjetivos”. Entiende, Tompkins –y también este ombudsman- que “la gente sabe que este es un problema grave”, y por lo tanto merece que se le den los hechos tal y como son.

La verdad no se viste con prendas cargadas de calificati­vos, sino con informació­n certera. Chequear cada dato, cruzar las fuentes y actuar con responsabi­lidad profesiona­l y social es lo menos que merecen las audiencias.

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CEDOC PERFIL ABHYGIA ANAD. El chico astrólogo que no predijo lo se dijo que predijo un año atrás.
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