Rodrigo Eguillor, con tratamiento psiquiátrico y sin fecha de juicio
El joven acusado de abusar sexualmente de una chica que conoció por Instagram continuará el proceso en la casa de su mamá, en un country de Canning. Cómo es el régimen y el tratamiento que recibe.
En noviembre de 2018 dejó el anonimato cuando respondió a una acusación por abuso sexual con un video en su cuenta de Instagram. Y el repudio se hizo viral. Su nombre pasó de las redes sociales a los principales sitios de noticias y canales de televisión del país. El escándalo comenzó a crecer cuando trascendió que ese chico “despeinado” era el hijo de una fiscal penal de Lomas de Zamora. No le importó la víctima y hasta disfrutó del acoso de la prensa. Y estando en el ojo de la tormenta intentó viajar a Madrid para ver la final de la Copa de Libertadores entre River y Boca. Cuando lo detuvieron todo cambió.
Rodrigo Eguillor (25) pasó más de un año detenido acusado por abuso sexual. De nada le sirvió ser el hijo de la fiscal María Paula Martínez
Castro. En la cárcel exhibió la misma verborragia y prepotencia que lo convirtió en una figura mediática en cuestión de horas. Y no la pasó bien. Lo movieron por distintos pabellones hasta que terminó en el pabellón de enfermos psiquiátricos.
En abril pasado pasó de la cárcel a una clínica psiquiátrica, pero recibió el alta y ahora mira el futuro desde la ventana de la casa de su mamá, en un country de la localidad bonaerense de Canning, en el partido de Esteban Echeverría. Por su salud mental, todavía no se sabe si podrá ser juzgado. La causa está en trámite hace más de un año y medio pero nadie sabe si finalmente Eguillor se sentará en el banquillo de los acusados.
Tumbero. Eguillor estaba detenido en el Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza por abusar sexualmente y privar de su libertad a una chica de 22 años, a la que conoció a través de Instagram y citó en su departamento del barrio porteño de San Telmo.
Su primera etapa como presidiario transcurrió en el penal de Marcos Paz, donde están alojados muchos de los represores condenados por delitos de lesa humanidad. Pero no se adaptó al régimen y terminó siendo trasladado a otro penal. En Ezeiza convivió con varios presos famosos: el músico Cristian “Pity” Alvarez (48), detenido por homicidio; el portero Jorge Mangeri (52), condenado a prisión perpetua por el homicidio de Angeles Rawson, y el ex líder de El Otro Yo, Cristian Aldana (49), que cumple una pena de 22 años de cárcel por abuso sexual, entre otros.
Tampoco se adaptó. Se peleó con varios detenidos y desobedeció más de una vez a los carceleros. Por sus reiterados problemas ingresó en el Programa Interministerial
d e Salud Mental Argentina (Prisma), que funciona en el Hospital Penitenciario Central (HPC). En este sector, las condiciones de alojamiento son otras porque acá los detenidos ocupan una habitación individual y el trato es más directo.
Desde que ingresó a la cárcel, Eguillor fue sometido a distintos estudios psicológicos y psiquiátricos.
En una de las entrevistas aseguró que se sentía observado y que temía por su vida: “Estoy bien, pero tengo pensamientos de muerte, muy seguidos, que alguien me puede matar, los compañeros, no sé quién, lo siento yo, me miran mucho”. En diciembre del año pasado, una pericia del Cuerpo Médico Forense abrió un interrogante sobre su salud mental: ¿Rodrigo Eguillor es inimputable? Según ese informe, el hijo de la fiscal presenta “una afección clínica compatible con trastorno esquizofreniforme”. “Las facultades mentales de Rodrigo Eguillor no encuadran dentro de los parámetros considerados como normales, desde la perspectiva médico-legal”, señala el estudio.
Pese a sus problemas de conducta, la pericia también plantea que “no existe riesgo cierto e inminente actual para sí y/o terceros, aquí y ahora” y destaca una “mejoría dada su aceptación del tratamiento psiquiátrico/psicológico”.
El abogado del joven, Gonzalo Oliver Tezanos, pidió que su defendido sea trasladado a la clínica psiquiátrica Avril, donde entre otros se trataron Diego Armando Maradona y Charly García (ver aparte).
Allí permaneció cerca de dos meses. Cuando recibió el alta, los jueces del Tribunal Oral y Criminal Nº 10 debatieron si era conveniente que regresara a Ezeiza o continuara el tratamiento en su domicilio. Se inclinaron por la segunda opción y el joven, conocido también como “el cheto de Banfield”, regresó a la casa de mamá, en el country Solar del Bosque, en la localidad de Canning.
Solo puede salir una vez por semana para ser atendido por un médico psiquiatra y cada quince días es evaluado por un equipo interdisciplinario del Servicio Penitenciario Federal (SPF).