Perfil (Domingo)

El bombardeo de la Plaza de Mayo que precipitó la caída de Perón

Bombas sobre la Casa de Gobierno, ataque terrestre de la infantería de Marina, incendio de iglesias, agitación en las calles, detención y muerte de un médico comunista en Rosario: todo eso ocurrió en esas jornadas de junio del 55 que antecedier­on al derro

- SANTIAGO SENÉN GONZÁLEZ Y FABIÁN BOSOER*

Buenos Aires se estremeció esa mañana del 16 de junio de 1955 por el rugido de cuadrillas aéreas y el bramido de bombas y ruidos de metralla. No era un ataque de un ejército invasor sino de la propia Infantería de Marina nacional, por cielo y por tierra, en un nuevo levantamie­nto militar contra el gobierno del general Juan Domingo Perón, que había cumplido nueve años en el poder y transitaba el último tramo de su segundo mandato presidenci­al. Nunca había ocurrido en la Argentina un hecho de esas caracterís­ticas, comparable con bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial en Europa o la Guerra Civil española. Un antecedent­e del bombardeo al Palacio de la Moneda en Chile, el 11 de septiembre de 1973, con el derrocamie­nto y muerte de Salvador Allende.

Corpus Christi. Así sucedieron los acontecimi­entos en aquella jornada sangrienta. Días antes, el 11 de junio se había producido una gran movilizaci­ón opositora estimada en 250 mil personas durante la procesión religiosa de Corpus Christi, desplazánd­ose desde la Catedral al Congreso Nacional. Grupos que simpatizab­an con Perón chocaron con los núcleos opositores católicos; esos activistas dañaron placas conmemorat­ivas a la figura de Eva Perón, la líder popular fallecida dos años antes por un cáncer, a quien los peronistas considerab­an “santa y mártir de los pobres”.

En el mástil del Congreso arriaron la bandera argentina e izaron la bandera pontificia (blanca y amarilla), reflejo del

Nunca había ocurrido algo así, comparable con bombardeos de la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Civil española. conflicto entre el Gobierno y la Iglesia –debido a las recientes leyes de Divorcio y de reconocimi­ento legal de los hijos extramatri­moniales, la supresión de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, la regulación de las prostíbulo­s y la iniciativa impulsada desde el oficialism­o de convocator­ia a una convención constituye­nte que decidiera la separación de la Iglesia y el Estado.

La Policía Federal denunció que una bandera argentina fue quemada durante la procesión. Y al día siguiente se publicaría en los diarios la fotografía de Perón acompañado por su ministro del Interior Ángel Borlenghi observando los restos de la bandera quemada. El 13 de junio, Perón expulsó del país a los obispos Manuel Tato y Ramón Novoa, que partieron en avión el día siguiente con destino a Roma. El lunes 13 de junio, ambas Cámaras del Congreso entraron en sesión extraordin­aria para repudiar la quema de la bandera. El martes 14 de junio hizo lo propio la CGT, en un acto en el que Perón agradeció a los trabajador­es a través del secretario adjunto Hugo Di Pietro. Su titular, Eduardo Vuletich, se encontraba en Ginebra, en la asamblea anual de la OIT.

Puerto Belgrano. Mientras tanto, en los ámbitos militares se ultimaban los planes para un nuevo levantamie­nto, con uno de sus epicentros en la Base

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