La nave de los locos
Para contar la historia de Carlos Fermín Fitzcarrald, el desmesurado hombre que se dedicó al comercio del caucho en Perú, Werner Herzog decidió emular a su personaje. Fitzcarraldo, tal como se lo conoce, es tanto la película estrenada en 1982 como la historia de su filmación.
A la megalomanía del rey del caucho que en 1894 partió con la Contamana, una lancha a vapor, Herzog le sobreimprime su propia odisea. Básicamente, hacer lo mismo para la filmación: luego de varios días de navegación llegaron al lugar por el que atravesarían la selva montañosa con el barco a cuestas para continuar el viaje. Dos meses le tomó a Fitzcarrald llegar al otro lado, luego de subir casi 500 metros, elevar el casco de la Contamana y perder centenares de hombres.
Para Herzog, algo parecido pero sobre todo, las ramaladas de odio de Klaus Kinski, el actor de esta locura, junto con Claudia Cardinale. Eso se ve tanto o más en la serie de imágenes que realizó el suizo Beat Presser para la película. Este artista que nació en 1952 y trabajó mucho con el cineasta, persiguió las facciones inquietantes del actor, al tiempo que trabajaba en el rodaje como asistente de cámara y haciendo la fotografía fija. Por eso es que las fotos que hizo Presser durante la filmación muestran no solo a Kinski, sus caras entre la locura y la fascinación, los retratos de los indígenas Matsiguenka y Campas, sino su propia aventura: la de seguirle “el barco” a Herzog.
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