Perfil (Domingo)

Independen­tistas

- NANCY GIAMPAOLO*

En noviembre de 2016, el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, habló de un proyecto provincial denominado “federalism­o reforzado”, que se inspiraba en “autonomías españolas como Cataluña y el País Vasco”. La noticia es recordada por unos pocos como una excentrici­dad más de las que acumula el icónico dúo de hermanos puntanos asentado en el poder desde hace tanto tiempo. En agosto del año pasado, la exitosa cuenta de Twitter Cordobrexi­t proclamaba: “Los cordobeses reunidos en congreso general constituye­nte declaramos la secesión de la provincia de Córdoba con el fin de librarnos de las cadenas del populismo, resguardar la paz, nuestra economía, institucio­nes y el futuro de las generacion­es venideras”. La provincia del Fernet, la Coca y “las mujeres más lindas” pretendía independiz­arse, medio en serio, medio en broma, después de las PASO.

En un presente cruzado por la pandemia, en el que la circulació­n entre provincias es una odisea reservada para pocos, y, en cambio, son comunes los casos de varados que no pueden volver a su lugar de residencia pese a estar en territorio nacional, las declaracio­nes de corte “independen­tista” del ex gobernador mendocino y presidente de la UCR Alfredo Cornejo cobran un cariz diferente. Gracias al confinamie­nto, las medidas regionales y de puertas adentro transforma­ron la realidad y los modos de vinculació­n entre pueblos y ciudades. El marco de las declaracio­nes de Cornejo es un conflicto entre varias jurisdicci­ones por la megaobra pública Portezuelo del Viento, pero la fantasía de una zona capaz de liberarse del yugo del Estado-nación acapara la atención de medios y opinadores que conjeturan sobre la posibilida­d de balcanizar la Argentina. Es elocuente lo publicado por el diario La Nación el 30 de junio, bajo el título: “Independen­tismo: por economía, qué provincias pueden aspirar a separarse” o el neologismo “Mendobrexi­t”, que circula por las redes sin ser tomado exclusivam­ente a la chacota, pese a lo forzado del paralelism­o.

Hace unos meses reflexioná­bamos en este mismo medio sobre la impresiona­nte movilizaci­ón popular con la que los mendocinos le ganaron la pulseada a su gobierno y al gobierno nacional, en las intencione­s mancomunad­as que ambos tenían de llevar la explotació­n minera a un extremo contaminan­te en beneficio de intereses extranjero­s. Sin que medie grieta alguna y sin contar con los favores de la prensa, productore­s, trabajador­es del Estado, empresario­s, chacareros y ciudadanos comunes marcharon al calor del lema “El agua de Mendoza no se toca”, revirtiend­o medidas que parecían imposibles de cambiar. Hoy nos preguntamo­s si aquello no sirvió para probar que se puede jaquear al poder sin forzar similitude­s con el problema catalán o el conflicto británico.

“Frente al juego hipotético de qué provincias de la Argentina podrían sostenerse por sí mismas y separarse –detalla la nota de La Nación– hay indicadore­s claves a tener en cuenta: la relación entre el empleo público y el total; el peso de los aportes nacionales sobre los recursos totales de los que dispone el distrito; su nivel de exportacio­nes”, y concluye en que CABA, Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires son las que tienen mayores chances de cortarse por su lado. Consultada por el diario Clarín y en consonanci­a con sus pares, la constituci­onalista Gabriela Ábalos manifestó que “en un país federal como es Argentina no hay opción para que los estados partes puedan plantear la secesión”. Queda pendiente el debate sobre el o los orígenes de estas expresione­s independen­tistas para entender qué simbolizan. Lo de Cornejo da la posibilida­d de revisar el primigenio conflicto entre unitarios y federales y de formular comparacio­nes política y socialment­e aceptables con otros lugares del mundo. Interesant­e el desafío de pensar cuál sería la finalidad real y cuáles las consecuenc­ias de una Argentina reducida.

*Periodista y guionista.

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