Del minimalismo a la inmensidad antártica
Dos muestras digitales de artistas contemporáneos pueden “visitarse” en el sitio de la Cámara de Diputados: “Diálogos desde el interior”, de Agustina Cabanellas, y “Proyecto Utopía, ¿es la Antártida un modelo a seguir?”, de Joaquín Fargas.
La Cámara de Diputados promueve de manera online dos muestras digitales de artistas contemporáneos, ambas con la curaduría de Andrea Tettamanti (espacio de arte de la Dirección de Cultura de la institución legislativa, https://tinly. co/h8frL).
En Diálogos desde el interior, Agustina Cabanellas generó un espacio maqueta donde ensaya atrapar el gesto humano en el encierro de pandemia más allá de lo fotográfico, para salir de su norma. Figuras humanas como muñecos de mazapán (ensamblados a base de masilla epoxi pintada) aluden en quietud a una promesa. Como resguardo del instante que se repetirá sin importar distancia, lengua, costumbres. Actitudes de contemplación, para salir de sí, como un retrato de la intención en la espera. Porque la ventana es común a un mal urbano que circula, el virus. También es ojos, salida, el cielo próximo y a la vez distante.
La maqueta, frontal, de dos pisos, como teatro medieval (34 ventanas con arco de medio punto y una puerta rectangular en un extremo), con sus personajes pendientes, es fiesta del movimiento por venir. Su herrumbre remite a lo manual, escala de improvisación cotidiana. No son ventanas en realidad, sino ojos atentos devolviendo la necesidad de libertad.
La puesta en marcha en el video como arte es fractura y referencia: cuántos somos en lo colectivo, necesarios, imprescindibles. El conjunto remite a un acto de comunidad superviviente en eso que es singularidad agazapada. Sin rostros predomina la débil materialidad de los cuerpos, casi fragilidad social, condición efímera de futuro.
Por otra parte, el trabajo del artista Joaquín Fargas Proyecto Utopía, ¿es la Antártida un modelo a seguir?, se plasma como recorrido virtual a su muestra en YouTube y con una galería fotográfica más cinco videos en la página web de la Cámara de Diputados. En esta última, la curaduría de Tettamanti genera una secuencia estimulando el ascenso hacia la experiencia estética. La galería de fotos remite a los objetos diseñados por Fargas y su equipo: robots metálicos impulsados por energía solar en la figura de flores, insectos temblorosos, molinos de viento, un armadillo de ruedas como patas.
La serie de videos comienza con una introducción del espacio hasta la microscopía dentro del cuerpo, zoom que nos deshace del antropocentrismo. El segundo, especie de making-of de la propuesta, incluye los miles de kilómetros recorridos hasta la Antártida, donde Fargas, sentado frente a las aguas donde los hielos de un glaciar van a la deriva, reflexiona sobre el hombre primitivo y el actual: “Cada vez que uno nacía recibía el obsequio de la naturaleza. Y hoy, en un extremo, el que nace pobre no tiene nada; (los pobres) nacen, y alrededor de ellos, todas las cosas son de alguien”.
A esto sigue el video de los artefactos en acción por la naturaleza congelada, otro con un recorrido donde se suman los paisajes desolados, hasta la visión de túnel desde el mecanismo coleóptero en movimiento, como si se tratara de un robot en Marte. Se destaca un atardecer que parece inmóvil, una mole de hielo que atraviesa la pantalla. La cámara fija fuerza a un horizonte continuo, no como testigo documental ni turístico, sino como la mirada aterida ante lo majestuoso que no necesita comprensión.
La paradoja de este registro es que eso que está allí, ante la cámara, ocurre sin nuestra presencia tecnológica. En sí, la Antártida no nos necesita. De hecho, la tecnología sin Inteligencia artificial entre los hielos demuestra que el hombre resulta innecesario. Somos una paradoja que todo lo arruina. Entonces, ¿no es hermosa una máquina cuyo fin es ser solamente eso? La cita de Isaac Asimov se torna real. Esta obra interroga: ¿hasta cuándo la Antártida ejecutará su propia naturaleza sin nuestra profanación?
n