Perfil (Domingo)

“El impacto emocional de la pandemia en los estudiante­s es profundo”

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en el presente por la imposibili­dad de resolver una historia común?

—Probableme­nte sí. La pregunta es quién da el primer paso.

—En la película de “Tierra arrasada” se ve la imagen del emblemátic­o edificio de Obras Públicas en el momento en que apagan la luz de la obra con la figura de Evita. El mensaje sería que llega el macrismo y se apaga la imagen de Eva. ¿Ese rechazo podría ser uno de esos síntomas que todavía perdura y se continúa con el rechazo a Cristina?

—El propio ex presidente planteaba que era una disputa cultural. Antes de ir a la disputa cultural, tenemos que resolver otras cuestiones. No creo que sea lo más importante. La pandemia ilumina las desigualda­des, las propias deficienci­as de nuestro Estado, de nuestro sector empresaria­l.

“Soy un promotor del regreso a las aulas.

Es imprescind­ible dejar de lado la grieta educativa.”

Ilumina problemas sociales profundos. Hay una Argentina que venía golpeada, dañada, y la grieta profundiza todos los desequilib­rios y los peores indicadore­s de nuestra sociedad. Estamos en un problema si frente a este desafío no tenemos la capacidad de tomar conciencia y llegamos hasta politizar las políticas que se despliegan para enfrentar la pandemia del Covid-19. Hay que asumir la responsabi­lidad política. Tenemos gobernador­es que asumen una posición, porque en sus decisiones está implicada

—Aunque este reportaje no sea al ministro de Educación en su condición de tal sino en su condición de intelectua­l y de académico, no debo evitar hacer algunas preguntas sobre el tema específico. Hay una serie de polémicas con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires respecto de permitir o no el regreso a las clases.

—Es un tema que conversé muchas veces con el Presidente. Y excede a los maestros y a las maestras. En cada decisión que tomamos, los estamos cuidando. Esa es mi responsabi­lidad. Mi responsabi­lidad se vincula a las escuelas. la vida de las personas. No importa el color político, la inmensa mayoría está actuando de la misma manera frente a las mismas circunstan­cias. Pero además hay dirigentes que por supuesto tienen derecho a opinar, que tratan de tironear a la sociedad a la grieta. Es más que una discusión sobre el modelo de desarrollo, económico, cultural o educativo.

—Hablamos alguna vez de Sigmund Freud y del narcisismo de las pequeñas diferencia­s: en ese contexto cualquier excusa sirve para traer la grieta. Así, sería el problema principal.

—Vivimos en una sociedad en la que el modelo de comunicaci­ón moderno, las propias redes sociales, termina retroalime­ntando nuestras miradas.

—¿Hay en América Latina otro odio gorila antiperoni­sta como el argentino?

—No sé si gorila o antiperoni­sta. Pero hay sociedades atravesada­s. Se puede pensar en el ejemplo de Uruguay, el país más parecido a nosotros y que logró niveles de institucio­nalización, que también es una sociedad fraccionad­a. Fui al último acto, cuando todavía no se sabía el resultado. Fue muy finito el margen del triunfo de Luis Lacalle Pou. Perdió Daniel Martínez, el candidato del Frente Amplio, después de un gobierno de Tabaré Vázquez, un gobierno de Pepe y otro gobierno de Tabaré. Aun así, el resultado fue 50% y 50%. Uno veía los rostros, la conformaci­ón en cada uno de los actos, y percibía el corte social: un espacio más popular y otro más de sectores medios.

—Más elitista.

—Uno lo ve en un país más pequeño, con una institucio­nalización diferente. También También estoy cuidando a los hijos y a las hijas y a los nietos para establecer cuándo podemos regresar a las clases. Soy un promotor del regreso a las aulas. Vengo trabajando incansable­mente en los últimos dos meses para volver. Nuestra gestión generó protocolos por unanimidad en el Consejo Federal de Educación con las 23 provincias y la Ciudad de Buenos Aires. Establecim­os esos protocolos en la paritaria nacional docente, incluyendo a los trabajador­es de las provincias en las que se pudo volver a las aulas. Logramos regresar en cuatro provincias. La se percibe en los Estados Unidos.

—Parecería que en Uruguay esas diferencia­s son sanas. Robert Nozick decía que la riqueza era diversidad en armonía. Hay diversidad que mejora los procesos sociales.

—Siempre y cuando no lleguemos a un juego de suma cero. Gano solo si te lo saco a vos.

—Cuando las diferencia­s se llevan al paroxismo empieza lo patológico. En Uruguay resuelven sus diferencia­s de manera pacífica, elegante, envidiable. El grado de violencia en la resolución de diferencia­s legítimas es lo que produce la grieta.

—La cuestión es cómo salimos. Porque si uno ve los poderes ejecutivos provincial­es, hay acuerdos aún en un camino complejo.

—Antonio Gramsci hablaba de hegemonía. En lo cultural es la dominación de

“Somos demasiado pobres como para no priorizar la educación.”

un grupo para la persuasión de otros sometidos para imponer sus propios valores, creencias e ideología que sostienen un sistema político y social con el fin de perpetuarl­o. ¿El problema es que cada uno de estos dos sectores quiere imponerle al otro su sistema de valores?

—Pierde todo el mundo. Si miramos la trayectori­a de los años de democracia, vemos la década del 70, con procesos políticos muy distintos que consolidar­on la desigualda­d y procesos políticos que tuvieron la voluntad de modificaci­ón primera, San Juan. Había 22 casos en toda la provincia; regresamos en 14 de los 19 departamen­tos, 10.500 estudiante­s. Tuvimos que retroceder. Suspendimo­s primero en un departamen­to, luego en cuatro y después la provincia pasó a fase uno. En Santiago del Estero nos sucedió lo mismo. Tres días después del regreso de los docentes, tuvimos que suspender. Pudimos sostenerlo, sí, en Formosa y Catamarca.

—Si en un par de semanas la Ciudad se encuentra en una situación en la que empiece a decrecer. ¿Serías partidario de abrir? de esa desigualda­d. Nunca logramos superar un punto de partida. Uno lo ve en datos objetivos, en datos vinculados a la expansión y capacidad de creación de riqueza; también a su distribuci­ón. Es algo que también se vincula a la posición y al lugar histórico de nuestra América Latina. No es que uno tenga una mirada antiimperi­alista, pero es una realidad que hay una fuerte injerencia. Basta analizar los informes norteameri­canos antes del golpe contra Salvador Allende en Chile para entender la cuestión.

—Los golpes de Estado en América Latina fueron atravesado­s por la Guerra Fría. Pero esa idea de intentar matar o matar física o culturalme­nte, que incluye conceptos como periodismo de guerra, habla de aspiracion­es hegemónica­s. La idea de Cambiemos de “no vuelven nunca más”. O lo que dice la película de Tristán Bauer: “Neoliberal­ismo nunca más”. Reducir el fenómeno de Mauricio Macri al

—Por supuesto. En esta Ciudad de Buenos Aires hay alrededor de mil casos por día. Lo que sucede en una jurisdicci­ón afecta a todos. Tenemos que cuidar a nuestra comunidad educativa. Lamentable­mente el tiempo me dio la razón. Estamos proyectand­o el regreso en La Pampa.

—¿Cuál es el punto más determinan­te para volver? Es muy probable que haya circulació­n por mucho tiempo.

—Ese es un ítem previo. Cuestionam­os que no se cumple la condición básica para proyectar el regreso.

—Si se espera que no neoliberal­ismo es no sofisticar el análisis. Aun con una economía destruida sacó el 41% de los votos. Evidenteme­nte hay valores culturales

Macri partió de una mirada naif del rol de Argentina en el

que trasciende­n la economía. Cristina Kirchner decía que a los empresario­s les iba mejor con ella. Es evidente que no se trata únicamente de maximizar los beneficios económicos.

—Estoy de acuerdo en eso. Sin una mirada naif, una cuestión son los procesos electorale­s, tensos en todos los países. Las candidatur­as despliegan sus estrategia­s para tratar de persuadir al electorado. Pero otra cosa es el ejercicio de las responsabi­lidades institucio­nales que nos delega la democracia, tanhaya circulació­n comunitari­a, quizás no haya clases por tres años.

—Pero no será con este nivel de circulació­n. La Ciudad de Buenos Aires tiene en un día diez veces la cantidad de casos que San Juan en cinco meses.

—Hay una diferencia poblaciona­l.

—No mucho. Son tres millones y medio de habitantes. Desde el sentido común, ciudades como Córdoba y Rosario, más pequeñas que Buenos Aires, no proyectan todavía su regreso, aunque están en una situación epidemioló­gica mucho mejor. Insto a que sigamos asumiendo el compromiso

“El gobierno de mundo.” de cuidar la salud de nuestros hijos y de los docentes. Cuando dicen que los docentes no quieren volver, les contesto que ya volvieron a trabajar en cuatro provincias. Fue porque la situación epidemioló­gica lo permitía. Los docentes están yendo a trabajar en La Pampa. Aprobamos el protocolo. Después, el 14 de septiembre, si se sostiene la realidad epidemioló­gica, van a regresar los estudiante­s. Hablé con el gobernador de Misiones sobre el regreso en la ruralidad; también lo hablé con el gobernador de San Luis. Tenemos que ser muy cuidadosos.

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DUBINI AMALGAMAR TODOS LOS ACTORES SOCIALES EXCEDE A LA POLÍTICA PARTIDARIA: somos una construcci­ón social, la herencia intergener­acional de distintas confluenci­as”.

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