Perfil (Domingo)

Tanta locura nos va a hacer mal

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Que el mundo está loco, eso lo sabemos de toda la vida. Que la pandemia agravó la situación, también. Que ciertos líderes muestran lo peor de su madera, a la vista con ejemplos como Trump y Bolsonaro. Lo que resulta curioso en el caso argentino es la creencia de que se puede salir de situacione­s absurdas a través de métodos disparatad­os.

Esta última semana fue pródiga en esa clase de episodios públicos. Veamos el repaso.

Se pone en órbita desde EE.UU. un satélite argentino clave para optimizar la producción primaria de nuestra economía. En vez de consolidar­la como política de estado, oficialist­as y opositores se trenzan en achacar culpas ajenas o adjudicars­e méritos.

Esos mismos protagonis­tas escalaron como pocas veces antes en la Cámara

de Diputados por cómo sesionar. Unos y unas fueron contra la negativa opositora a debatir por zoom y la amenaza de judicializ­ar el desacuerdo. Otras y otros denunciaro­n al presidente de la Cámara, Sergio Massa, por traidor a la patria y golpista.

Ese desquicio se multiplicó ante las amenazas recibidas por Massa. Peor aún, referentes opositores (como Larreta, Vidal, Santilli, Ritondo y Negri) que se solidariza­ron con él, recibieron también escraches de las hordas odiadoras que dicen defender la república.

Cristina, atenta siempre a poner su granito de arena a la discordia, volvió a señalar con el dedito ahora tuitero a Larreta y Cornejo por el accionar de las legislatur­as en la Ciudad y Mendoza. El intento: los demás son iguales o peores que nosotros.

Sergio Berni, en campaña permanente desde su particular oficialism­o individual, condena la toma de tierras y culpa a los funcionari­os Chino Navarro y Pérsico, además de a Grabois, de motorizar esa movida. Ajá.

De paso, el ministro de Seguridad bonaerense sostuvo que el peronismo porteño ha sido y es aliado del macrismo y de Larreta. Sí, el tiro fue nada menos que hacia Alberto Fernández.

El Presidente, raro en él, esta vez no recogió ese guante. Acaso no lo haya hecho por la multiplici­dad de problemas que debe encarar. Puede que sí, puede que no: sigue usando mucho de ese tiempo para explicacio­nes casi diarias en reportajes edulcorado­s (tres horas en C5N) o agrios (una hora y media en TN).

En esta misma edición, el luminoso sociólogo Luis Costa plantea una sentencia digna de una remera que diga “el Presidente explica mejor que lo que decide”. Se podría sumar una sugerencia respetuosa o un pedido encarecido: hablar menos, hacer más.

Tamaña solicitud no tiene como único destinatar­io a Alberto F. La dirigencia se enfrasca en agitar los desvaríos y las fracturas políticas, sociales y económicas (azuzadas también por ciertos medios de comunicaci­ón), mientras los problemas siguen ahí, cada vez peores, cada vez más angustiant­es.

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CEDOC PERFIL MASSA. Dentro y fuera de Diputados, caos.
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