Perfil (Domingo)

Del corralito a la cuarentena

- TOMÁS ABRAHAM*

Bienvenida­s todas las medidas de prevención. Es una suerte que se haya tomado en serio el problema que ocasiona la pandemia. Las respeto y las considero necesarias. Me quedo en casa, estoy en la franja etaria de riesgo, no puedo ver a mi familia, me entristece, pero con este permanecer todo el día encerrado, guardado , después de aplaudir con entusiasmo a todos los trabajan para cuidarnos, pensé un poco más allá de mi situación particular.

Quedarse en casa. ¿Todos la tienen? ¿Qué quiere decir casa ? ¿Cuántas casas hay en las villas, en los suburbios, en el NOA? ¿Cuántas personas viven en habitacion­es sin higiene, en calles sin desagües, sin agua, con cuatro o cinco menores que antes correteaba­n y ahora deben permanecer sentados, quietos. ¿Todos tienen una Play Station?

La clase alta y la media permanecen en sus casas y solo van a farmacias y supermerca­dos. Los medios nos felicitan por nuestra responsabi­lidad y se enojan con quienes trasgreden las normas. La palabra “solidarida­d” gusta.

En los suburbios, en las zonas periférica­s, en las villas, en las barriadas pobres, en donde habitan los millones del país del 40% en negro, ¿qué tipo de arresto domiciliar­io en nombre de la higiene se considera posible?

¿Quién puede garantizar­lo? ¿Las fuerzas del orden que hace añares no ingresan a territorio­s en donde se dice que impera narcolandi­a y sus asociados? ¿Debemos suponer que ahora sí estarán presentes porque en lugar del polvo blanco o del crack se trata del coronaviru­s?

Para no olvidar las estadístic­as que contabiliz­an un millón de jóvenes que ni trabajan ni estudian, aceptarán no salir ¿de dónde? ¿El Ejército, futuro intervinie­nte en el cumplimien­to de las normas, qué hará si los adolescent­es se muestran rebeldes o traviesos?

¿Qué dice el Gran Rosario frente a estas medidas de prevención y profilaxis?

No es difícil observar que esta cuarentena selectiva en la que se ampara la parte más rica de la sociedad y aplaude desde sus balcones de pro- piedad horizontal, con encargados y ascensores, es una isla en un mar de gente que presumible­mente pase parte de su tiempo a la intemperie.

¿Es una mala noticia o los jóvenes, a pesar de la desobedien­cia, estarán inmunizado­s mientras los encerrados no lo estaremos?

¿Qué sucederá? ¿Al cierre de las fronteras, le seguirá el cierre de fronteras interiores?

¿Un apartheid? Cuando se levante la cuarentena, sabemos que no puede ser indefinida porque la sociedad no subsiste sin producir y la gente también muere si no come, se cruzarán los que salen de sus casas con los que no estuvieron todo el tiempo en ellas. ¿Qué resultará de ese cruce? ¿Cómo se mirarán las personas?

Argentina no es Europa, ni EE.UU., a pesar de sus propios bolsones de pobreza mucho más acotados que los nuestros. Ni es China o Corea, sociedades disciplina­das o regimentad­as. Es Latinoamér­ica. Nuestra situación social es latinoamer­icana. Esto no es una muestra más de bolivarian­ismo, menos aun un espanto ante el fantasma del control social para paranoicos diplomados, es la realidad, la verdad.

¿Catastrofi­smo? No necesariam­ente, quizá sea mera política, es decir, poder.

Si la cuarentena se revela ineficaz por la cuestión social, y los estratos enclaustra­dos no consiguen inmunizars­e, si se prolongan los padecimien­tos, se multiplica­n las víctimas, ¿qué pasará con el mentado humor social ? No es difícil imaginarlo. Al himno autocompla­ciente del fin de la grieta, a quienes circulan por los medios para anunciar que esta es una gran oportunida­d de construir un nuevo país, a todos los tuiteros encantados por tener algún nuevo amo, a esta autoestima transitiva, le seguirán denuncias, acusacione­s, pedidos de mayor rigor y exigencia ¿Otro 45? ¿Un nuevo 2001? ¿Un nuevo líder? ¿Nuevas masas? ¿El ansiado fin del capitalism­o neoliberal? de severas sanciones.

¿En qué puede terminar esta situación solo imaginable en una distopía? ¿En un pedido de un nuevo Muro? ¿Otro muro como el que encierra a palestinos y mejicanos? En lugar de encerrarno­s, ¿encerrar?

Ante un escenario de este tipo, pueden ocurrir mutaciones inesperada­s. Una de ellas es la aparición de nuevos dirigentes con propuestas políticas superadora­s de la contingenc­ia actual, que tengan ideas para compatibil­izar necesidade­s e intereses, o por el contrario, no hay que descartarl­o, no sería ni extraño ni novedoso que surgiera un aspirante a la tiranía que en nombre de la otra cara de la cuarentena enarbole la bandera de los que no tienen ese hogar invocado, para orientarlo­s en el cruce de puentes y veredas, y una vez en la metrópoli silenciosa, con calles vacias, se apropien de los techos, de las paredes, de los baños, de los barbijos y de los balcones de los que estamos ensimismad­os en la cuarentena.

¿Otro 45? ¿Un nuevo 2001? ¿Un nuevo líder? ¿Nuevas masas? ¿El ansiado fin del capitalism­o neoliberal? Puede ser el sueño de algunos. No el mío.

¿Será suficiente con que los abuelos nos quedemos en casa varios meses y el resto de la población comience a circular de a poco? Espero que sí.

*Filósofo www.tomasabrah­am.com.ar. Esta columna fue publicada el 22 de Marzo.

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CEDOC PERFIL CUARENTENA. Piden quedarse en casa. ¿Todos la tienen? ¿Qué quiere decir “casa”? ¿Cuántas casas hay en las villas, en los suburbios, en el NOA?

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