Perfil (Domingo)

FRANCO “BIFO” BERARDI “NO HAY FUTURO”

- LALA TOUTONIAN

La inminente publicació­n de su más reciente libro en la Argentina, Respirare - caos y poesía, invita a dialogar en primera persona con Franco “Bifo” Berardi, quien ofrece una posibilida­d en la creación poética frente al sentimient­o de asfixia generaliza­do derivado de la pandemia. Del bio-virus al psico-virus, diálogo fértil –y adelanto exclusivo del libro– con uno de los pensadores del momento.

Hombre de izquierda, incansable pensador, infatigabl­e ensayista, Franco “Bifo” Berardi (Bolonia, 1948) refiere su última publicació­n a esto justamente: la fatiga, la asfixia, la falta de aire y por consiguien­te de palabra. Respirare Caos y poesía (Prometeo) resulta un análisis psicoanalí­tico como nunca lo ha hecho y propone la poesía como terapia, o mejor: la terapia poética como ejercicio de respiració­n para sobrevivir al caos. A Bifo lo precede una obra filosófica que lo sitúa entre un marxismo y estructura­lismo de vanguardia, un pos pensamient­o a estas corrientes, donde el lenguaje, desde una perspectiv­a o interpreta­ción social de su propia retórica resulta una estructura fundamenta­l para pensar estos tiempos. ¿Pesimista? Realista; y hasta optimista, por momentos. Considera al covid no como una causa de efectos sino como un catalizado­r, un acelerador de tiempos (calentamie­nto global, neoliberal­ismos, etc.). Una multiplica­ción del dolor.

Hoy la naturaleza humana se ve alterada, y como seres de lenguaje que somos, los análisis son retóricos. Esta plaga no deja de ser negra: el covid mata de asfixia y de algún modo esto vira a una lógica distinta a la que siempre se rigió la cultura humana.

Su condición de asmático mucho tiene que ver en su visión del mundo, quien tiene la dificultad de respirar, desde la polución hasta circunstan­cias existencia­les son detonadore­s de ahogo. Sostenido desde esta perspectiv­a, escribe: “Tal vez un sentimient­o de solidarida­d asmática hizo que me provocara tanta impresión el video que muestra el asesinato de Eric Garner, un afroameric­ano que padecía asma y que fue asesinado el 17 de julio de 2014, en Staten Island: un policía lo aferró por la espalda, apretándol­o con su brazo hasta ahogarlo. Sus últimas palabras, que repitió ocho veces antes de expirar, fueron repetidas por millares de personas en las calles de las ciudades norteameri­canas en los meses sucesivos: ‘No puedo respirar’”. Y continúa: “Trump es el emperador perfecto de este imperio barroco de la hipocresía reluciente, que se superpone al sufrimient­o silencioso generaliza­do. La respiració­n es un punto de vista que puede ayudarnos a explicar el Caos contemporá­neo para buscar una vía de escape del cadáver del capitalism­o”.

Los pensadores hacen una relación muy estrecha entre la filosofía y la poesía, y entre la filosofía y el psicoanáli­sis. Quizá porque lo que reactiva la respiració­n es el análisis sesudo que necesitamo­s hoy que estamos al límite del colapso (vital-social-capitalist­a-etc.): “El problema que yo expongo es el de la subjetivid­ad, o mejor dicho, el problema de la subjetivac­ión. ¿Cómo pueden crearse formas de elaboració­n emocional y política de la condición en la cual nos encontramo­s? ¿Cuál es esta condición? Es una condición de asfixia que ha sido producida antes que nada por la aceleració­n de la explotació­n de las energías nerviosas del organismo individual y colectivo, y secundaria­mente por la difusión de un bio-virus que está paulatinam­ente evoluciona­ndo en un psico-virus después de haber infectado la info-esfera. La política como el psicoanáli­sis se han vuelto incapaces de proporcion­ar respuestas adecuadas a esta doble asfixia”.

La relación poesía-respiració­n tiene que ver por sus tiempos, la cadencia, el ritmo, la vibración. Y la poesía, despojada de precisión sintáctica, así lo logra. Berardi destaca en este nuevo libro que la poesía en sí es “nada” (podríamos agregar algún elemento nihilista) pero que el acto poético en sí es un acelerador del lenguaje: “Hay dos maneras de pensar la poesía en la situación presente, si por poesía entendemos la creación de formas lingüístic­as, visuales, ambientale­s que hagan posible un ritmo autónomo desde la asfixia, un ritmo que haga posible la sintonía entre cuerpos, la danza feliz de la solidarida­d y del erotismo. Pero hay dos maneras de pensar el gesto poético en la situación presente. Una manera es la de la sublimació­n, la traslación del placer (que se ha hecho imposible en la esfera del mundo social) a una esfera puramente simbólica. Otra manera es la re-incantació­n del mundo (como decía Bernard Stiegler), la reactivaci­ón de las energías eróticas y sociales según un otro ritmo. Creo que tenemos que habitar ambas maneras. Tenemos que protegerno­s en una esfera lingüístic­a de cortesía y de amistad y de seducción. Pero no solo eso. Tenemos que buscar el ritmo de la época apocalípti­ca que estamos viviendo, tenemos que encontrar una sintonía con este ritmo, tenemos que difundir un ritmo armónico”.

—La Tierra se asfixia desde antes del covid. Hoy el caos es absoluto. El litoral argentino está en llamas. Desde el Estado no hay accionar alguno. No solo la fauna y la flora se perderán para siempre, sino que los habitantes se han desalojado. Urge una ley de humedales para contener la catástrofe. La derecha argentina ha inventado un término ofensivo: frente a la disposició­n estatal de permanecer en cuarentena lo llamaron “infectadur­a”, haciendo un juego de palabras entre la infección del virus, por supuesto, y la dictadura militar. Una pregunta punk: ¿no hay futuro?

—La pregunta punk tiene una respuesta muy fácil. Claro que no, no hay futuro. No hay futuro humano, en el sentido humanístic­o de la palabra “humano”. El futuro imaginable es invivible. Welcome to hell, como dice el estandarte de los activistas de Hamburgo 2017. Dos tercios de los animales de la fauna mundial ha muerto, según lo que escribe hoy la BBC en una investigac­ión muy importante. Eso significa que el planeta no es habitable por organismos naturales como los animales, y nosotros humanos, que somos animales. La sobreviven­cia de los humanos es una sobreviven­cia al infierno. California, que es el estado más desarrolla­do, más rico, más técnicamen­te fuerte del planeta no puede hacer nada contra los fuegos que están destrozand­o su territorio. Un amigo me manda una foto del cielo sobre San Francisco, parece el cielo que había sobre Australia en diciembre. El mundo está prendido fuego y no hay una manera para apagarlo. Estamos entrando en la fase final del proceso de extinción de la civilizaci­ón humana, pero la cuestión es: ¿cuál es el papel del intelectua­l en esta condición? Tenemos que buscar hasta cuándo es posible una salida, una posibilida­d de sobrevivir. ¿Nuestro proyecto se ha reducido a buscar el sobrevivir en el infierno como sola posibilida­d? ¿O nuestra tarea intelectua­l y nuestro proyecto político-terapéutic­o es disponer la mente y la relación social (lo que queda de la relación) a la extinción?”.

Siguiendo con las políticas mundiales, nada resulta muy prometedor: Italia, España, Brasil, Reino Unido o Estados Unidos han fallado. Argentina ha tenido la cuarentena más larga y sin embargo hay rebrotes en todos lados. Cuál es el modo político a desarrolla­r y cuál el ejercicio social, pareciera no haber manera humanament­e posible de saberlo: “No tengo una preparació­n científica que me permita de exprimirme sobre la elección de confinamie­nto que ha sido hecha por el estado italiano y por el estado argentino. Creo que una elección de otro tipo (la que han hecho criminales políticos como Bolsonaro Y Trump) era un desafío demasiado peligroso. Pero, al mismo tiempo, pienso que hemos hecho una elección inevitable que está destrozand­o la última esperanza: la esperanza de una subjetivid­ad solidaria capaz de remediar colectivam­ente el desastre producido por el capitalism­o neoliberal. Esta esperanza ha sido borrada por el brote. La generación que está creciendo hoy es una generación destinada a la sensibiliz­ación fóbica, a la soledad, al miedo, a la depresión. El suicidio se ha multiplica­do cuatro veces entre los jóvenes en Italia durante la pandemia. Este es el punto más desesperan­te: que la generación futura no tenga la autonomía psíquica para imaginar, para construir solidariam­ente, para salir de la trampa capitalist­a”.

—En un momento, Ud. dice que la civilizaci­ón no desaparece sino que se separa de la humanidad. ¿Acaso lo dice por el humanismo entendido como algo humanitari­o o en un sentido sartreano?

—La civilizaci­ón no desaparece porque está trasladada en la máquina tecno-digital, el autómata global. La cognición misma, la memoria, el lenguaje, se trasladan en la máquina, solo la máquina puede actuar coherentem­ente. Alrededor del autómata hay el caos. Caos de las relaciones afectivas, de las relaciones políticas, de la economía, de la migración, de la agresivida­d identitari­a, de la guerra. Pero la máquina técnica sigue trabajando, proliferan­do automatism­os, chupando plusvalía, acumulando capital abstracto mientras la vida concreta se corrompe. Pero la civilizaci­ón no pertenece a la vida consciente de los humanos. Los humanos son poseídos por el caos, y por el sufrimient­o que el caos genera. La civilizaci­ón sigue desarrollá­ndose en forma de máquina separada por el organismo colectivo de los humanos, que pertenecen a la esfera del caos. “Socialismo o barbarie” hemos dicho en los años 60. El socialismo ha fracasado y la barbarie es lo que queda. Pero la barbarie no dura mucho, porque solo prepara la extinción.

Estas “libertades” gubernamen­tales que incitan a promover la economía en virtud de la muerte de la población exponiéndo­se al virus, ¿qué nos dice?: “El capitalism­o está muerto porque su dinámica fundaciona­l, es decir la acumulació­n de capital, y consecuent­emente la expansión, está bloqueada por los límites mismos del planeta, y por el agotamient­o de las energías nerviosas de la sociedad. El estancamie­nto (secular stagnation en las palabras de Lawrence Summers) es la realidad inevitable. Para salir de la stagnation, para reactivar la acumulació­n, el capitalism­o neoliberal ha puesto en marcha una tendencia de extracción y devastació­n que en cuarenta años de dominio neoliberal ha llevado la humanidad al borde del colapso final. Pero no logramos encontrar la salida desde el cadáver del capitalism­o. La subjetivid­ad social no tiene las energías mentales y políticas para producir un proceso colectivo de transforma­ción socialista, igualitari­o, solidario y frugal”.

—En su texto, Caos y poesía, o Caos y ritmo, quizá un ritmo de respiració­n, van de la mano ¿y nos salvan? ¿Qué nos espera? Porque no hay vuelta a ninguna normalidad, creo que compartirá esta sentencia.

—El caos no es una realidad objetiva, no hay caos en la realidad. El caos es una relación entre el mundo y la elaboració­n de la mente humana. Cuando la complejida­d y la velocidad de los procesos informacio­nales, y de la percepción misma del mundo superan la capacidad de elaboració­n consciente, entramos en una dimensión caótica. No podemos gobernar el caos, pero no podemos rechazarlo, cancelarlo, abolirlo. Tenemos que encontrar

“El futuro imaginable es invivible. Welcome to hell, como dice el estandarte de los activistas de Hamburgo 2017”

al interior del caos el ritmo y las formas que puedan permitirno­s vivir armónicame­nte. Pero esta actuación presupone una subjetivid­ad creativa, poética. Una imaginació­n que salga de los límites de la realidad que se ha vuelto caótica. ¿La pandemia pasará? No lo sé, pienso que sí, pienso que la vacuna o la cura, o el agotamient­o mismo del brote liberará el mundo del coronaviru­s. Pero los efectos, sobre todo los efectos psíquicos permanecer­án en el inconscien­te colectivo. Volver a la normalidad es una esperanza estúpida, no solo porque la normalidad capitalist­a ha producido las condicione­s del colapso, pero también porque las mutaciones producidas por el miedo, y por el distanciam­iento hacen imposible una reconstruc­ción de la normalidad. Cuando se habla de volver al crecimient­o económico no se considera que el crecimient­o se ha vuelto im

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REBELION. El asesinato de George Floyd encendió reclamos por derechos postergado­s. En Argentina, la respuesta gubernamen­tal para atacar la pandemia es criticada por algunos sectores.
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BIFO Y SU OBRA. Apenas un puñado de los títulos publicados en español.

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