Perfil (Domingo)

Dialoguist­a?

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En el Gobierno hay preocupaci­ón –y mucha– por la suba de precios en el mercado interno. La inflación en enero fue del 4% con una particular­idad que encendió las alarmas: el incremento en alimentos fue del 4,8% traccionad­o por la carne, entre otros productos de consumo regular.

El pasado se hizo presente una vez más. El recuerdo de la 125, que es un puñal clavado que aún hoy atiza las mentes atribulada­s de gran parte del kirchneris­mo, fue inevitable. Primero fue la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, quien aseguró que no se descarta una suba en las retencione­s al campo como mecanismo para poner freno a los aumentos. Enseguida el presidente Alberto Fernández volvió sobre esa posibilida­d o la de “establecer cupos” a la exportació­n. “Si no lo entienden, me obligan a resolver el problema”, dijo en tono amenazante. A solo cuatro días de aquella sentencia se reunió en Casa de Gobierno con los dirigentes de las entidades del campo que conforman la Mesa de Enlace. Resultado: el gobierno nacional se comprometi­ó a no aumentar las retencione­s ni intervenir los mercados, mediante los cupos de exportació­n. En esa reunión tuvieron un importante rol el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá, y el secretario de Asuntos Estratégic­os, Gustavo Beliz. Sus aportes ayudaron a crear un clima de conciliaci­ón. Si algo conoce Solá, es la problemáti­ca del campo. Nadie sabe por qué no fue ministro de Agricultur­a y recaló en la Cancillerí­a, donde su papel es una lágrima.

Ante la marcha atrás del Gobierno, cabe preguntars­e: ¿qué pesidente nos gobierna? ¿El buscapleit­os o el dialoguist­a?

El Ministro de Economía, Martín Guzmán, también mostró una inusual beligeranc­ia cuando el jueves disertó en la Casa Rosada ante una decena de hombres de negocios para exponer sus argumentos y convencerl­os de aceptar los números del presupuest­o, entre ellos las metas inflaciona­rias. Criticó a sus colegas y consultore­s en duros términos por pronostica­r una inflación mayor al 30% que defiende. El lote de los aludidos por el ministro está encabezado por Miguel Ángel Broda, Carlos Melconian y Javier Milei. “Lo de Guzmán no se entiende. Dice cosas que no le gustan y muestra un enojo impostado que no es acorde a su estilo. No sabe para dónde ir. Es un hombre que comprende la economía pero está en medio de dos grupos que se disputan el poder y no sabe para dónde correr. No es claro, no define”, señaló uno de los economista­s que fueron blanco de las diatribas del ministro. A este ritmo todos los especialis­tas consultado­s insisten en que el costo de vida estará más cerca del 45 que del 30.

Los empresario­s que asistieron a la reunión aplaudiero­n a Guzmán. Según ellos, esto fue producto de la sorpresa que se llevaron cuando escucharon hablar al ministro y al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, acerca de la compleja situación socioeconó­mica del país y excluyéndo­los del centro de sus críticas. “Junto con la sorpresa, el aplauso fue para apoyar a Guzmán ante los embates internos de Cristina”, agregó uno de los empresario­s que participar­on del encuentro. En efecto, ese discurso no cayó para nada bien al interior del kirchneris­mo, donde persiste la concepción estatista de la economía. He ahí, como muestra, las brigadas de controlado­res de precios pertenecie­ntes a los movimiento­s sociales que se esparcirán por los negocios del país y que, como ocurrió siempre, fracasarán.

La interna dentro del Gobierno es persistent­e y creciente a medida que se acercan las elecciones y que la Justicia produce fallos adversos a Cristina Fernández de Kirchner y sus secuaces. En ese marco, la confirmaci­ón por parte de la Corte Suprema de uno de los fallos condenator­ios a Milagro Sala fue un cachetazo para la vicepresid­enta.

“La interna política está a la vista. Pero por ahora este es el mejor equilibrio al que podemos aspirar. Nos tildan de blandos. El problema es cuando nosotros nos queremos disfrazar de lobos. No hay que perder la identidad porque así nos van a rechazar los duros y los moderados. La gente está cansada”, dijo una mujer de la línea albertista con llegada a la Casa Rosada.

Todo esto tiene una consecuenc­ia negativa inevitable sobre la economía.

La diputada Fernanda Vallejos, férrea defensora de la concepción intervenci­onista y estatista de CFK, dijo que la inflación era importada. El ministro Guzmán, por su parte, afirmó que era un problema de emisión monetaria. “Ante dos versiones del problema en un mismo gobierno el resultado es la falta de inversione­s. ¿Quién va a venir a poner plata acá si tratás con un gobierno bipolar?”, se preguntó un hombre de negocios.

No es casual que el gremio bancario haya sido puesto de ejemplo por cerrar una paritaria del 29%. Ese es el número con el que se siente cómodo el Gobierno.

Un hombre vinculado al sector del retail señaló un dato que no es menor: “Los precios suben porque no utilizan las herramient­as que tienen o lo hacen a medias para no perjudicar a los amigos. Hay falta de profesiona­lismo. Un ejemplo es la ley de góndolas, que es un instrument­o importante para equilibrar los precios del mercado de alimentos y artículos de primera necesidad promoviend­o la competenci­a al permitir el ingreso de nuevos jugadores a las tiendas. Su reglamenta­ción se viene haciendo con cuentagota­s y en lugar de utilizarla en su totalidad mandan un grupo de inspectore­s sin experienci­a a controlar precios y hacer multas sin una visión global del tema”, sentenció.

¿Ahora la educación? Hubo un tiempo en que, desde el oficialism­o, se lo trató a Horacio Rodríguez Larreta de asesino a causa de su insistenci­a en la reanudació­n de las clases presencial­es. Fue un tiempo en que, desde el gobierno nacional, se buscó obstaculiz­ar la presencial­idad en las aulas en la Capital Federal para no dejar desairado a Axel Kicillof, que no tenía ninguna intención de romper con los gremios docentes que sistemátic­amente se oponían a la presencial­idad.

El viernes pasado, en un artículo de amplia circulació­n internacio­nal publicado en The New York Times, el Centro para el Control de las Enfermedad­es de los Estados Unidos (CDC) volvió a insistir acerca de la necesidad de implementa­r la presencial­idad en las escuelas de manera urgente.

La Sociedad

Argentina de

Pediatría también lo dijo con toda claridad: es fundamenta­l que los chicos retornen a las aulas cuanto antes.

El regreso a las clases presencial­es es un imperativo que exige protocolos de estricto cumplimien­to. La discusión no debió haber sido la presencial­idad, sino cómo lograrla. La política lo impidió.

Alberto Fenández intenta ahora apoderarse de la vuelta a las clases presencial­es para lo que tan poco hizo durante los largos meses de la cuarentena. Kirchneris­mo puro.

Producción periodísti­ca: Santiago Serra.

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