Perfil (Domingo)

Nadie nace mártir

En su libro

- MARTINO RIGACCI

Marco Gallo nació en Roma, donde se graduó en Letras y Filosofía en la Universida­d La Sapienza. Es director de la Cátedra Pontificia en la Universida­d Católica Argentina, miembro de la Comunidad de Sant’Egidio y coordinado­r de las actividade­s culturales en Argentina de la Sociedad Dante Alighieri.

—¿Cómo nace este libro?

—Es una primera aproximaci­ón al tema de la persecució­n de los cristianos durante la última dictadura militar a partir de una lista de un centenar de personas elaborada por monseñor Carmelo Giaquinta, entre los cuales figuran religiosos, obispos, laicos, catequista­s y pastores, no solo católicos, tomando como base el trabajo realizado por la Conadep en el informe “Nunca más”. Entre 2008 y 2009 monseñor Giaquinta entregó el trabajo al entonces cardenal Jorge Bergoglio, quien a su vez me pidió que profundiza­ra el estudio y reuniese la mayor cantidad posible de informacio­nes. Hay por otra parte un antecedent­e importante, el de la exhaustiva investigac­ión sobre el martirio cristiano en el mundo realizada por Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio.

—Se trata de una temática de la actualidad.

—Sí, hoy día es tremendame­nte actual en razón de las tantas persecucio­nes que los cristianos viven en muchas partes del mundo. El martirio forma parte de la identidad cristiana. Mártir significa testigo. Testimonia­r el amor sin límites a Jesús, a pesar de que esto pueda llevar al derramamie­nto de la sangre.

—¿A qué apunta la investigac­ión?

—Los objetivos son múltiples, pero quiero destacar un concepto recordado en la presentaci­ón del libro por el teólogo chileno Pedro Pablo Achondo, quien destodo taca que “siempre viene bien un libro sobre la memoria”. A eso voy, contando los casos, en gran parte muy diversos uno del otro, de sacerdotes, presbítero­s, curas extranjero­s, obispos, teólogos, docentes, campesinos, mujeres y hombres, jóvenes y quien estaba en ocaso de la vida.

—¿Cómo trabajó con las fuentes, hubo problemas?

—La investigac­ión quizás encontró un límite en las fuentes escritas, que son bastante escasas. Algunas historias menores han sido reconstrui­das a través de testimonio­s orales. Es decir, no es fácil testificar la fe de las personas y ver su propio itinerario espiritual, en definitiva las motivacion­es de su accionar.

—¿Por ejemplo?

—En el caso del padre salesiano Dorñak y del itinerario de los dos seminarist­as asuncionis­tas, Carlos Di Pietro y Raúl Rodríguez, se manifiesta­n en sus vidas este camino existencia­l que los llevó al martirio, para testimonia­r hasta las últimas consecuenc­ias su seguimient­o a Jesús. En una parte del listado de Mons. Giaquinta hasta hoy el día de hoy no hay material escrito suficiente que permita describir historias menos conocidas, por ejemplo las de catequista­s que han dado sus vidas solo por el hecho de brindar una formación religiosa en los barrios marginales. Por esto hablo de una primera aproximaci­ón de la investigac­ión, porque es posible, en el futuro quizás, con la ayuda de parientes y conocidos, poder ofrecer un panorama más acotado del martirio cristiano en aquellos años en nuestro país.

—En el libro se subraya que “nadie nace mártir”.

—Claro, los casos examinados demuestran que son las vicisitude­s de la vida las que pueden llevar a derramar la propia sangre por la fidelidad al Evangelio. Pienso en la historia de Mauricio Silva, pequeño hermano de Jesús, barrendero de la ciudad de Buenos Aires, que desaparece y muere en 1977. Silva decidió compartir la vida de aquellos, en ese tiempo, descartado­s y cuyos anhelos apuntaban a los más altos valores de la fraternida­d cristiana.

—¿Hay entonces una manera más o menos rigurosa para definir un martirio cristiano?

—Este es en efecto un punto clave ya que es importante comprender la diferencia entre lo que podríamos definir los ‘verdaderos’ martirios cristianos, o sea las desaparici­ones o asesinatos en odio a la fe, o de aquellos que, en cambio, se han movido más por razones políticas o sociales. Afronto este tema sobre en el capítulo llamado ‘Martirio cristiano o elección política’.

—¿Es posible aclarar esta diferencia?

—En 2018 el papa Francisco canonizó al obispo salvadoreñ­o Oscar Romero, asesinado mientras celebraba la eucaristía, en el altar, martirio que puede ser definido precisamen­te “en odio a la fe”: Romero es en otras palabras un mártir del Evangelio, su fe hablaba de reconcilia­ción, de amor a los pobres, de justicia social. En la vida por otra parte de Inés Adriana Cobos, cristiana metodista torturada y desapareci­da en 1976, se entremezcl­an los ideales de la militancia política con la búsqueda de valores evangélico­s, los cuales, en su caso, fueron de compasión y empatía con el dolor y el sufrimient­o de los niños pobres de barrios populares.

—Pasemos al caso argentino.

—En numerosos contextos históricos la coyuntura de nuestro país no es muy diferente a la de otras naciones de América Latina, donde en situacione­s de fuerte polarizaci­ón y de espacios realmente muy estrechos para el anuncio evangélico, dicho de otra manera, una posible reconcilia­ción, puedan desembocar en la solución de los problemas,

o sea en un proceso de pacificaci­ón.

—¿Cuáles son los casos más emblemátic­os del libro?

—Todos a su manera lo son, en todos los casos se encuentra la historia de una vida, el recorrido realizado, fruto a menudo de elecciones muy profundas que marcan esas vidas, hasta la tragedia final. Miremos el que representa un caso muy conocido, el del obispo de La Rioja, monseñor Enrique Angelelli, muerto en el 1976 a causa de un accidente automovili­stico que, según dictaminó la justicia argentina, fue provocado. Angelelli buscaba la pacificaci­ón de la sociedad en la que vivía, hecho que desembocó en la persecució­n al clero y a los agentes pastorales: un ejemplo muy iluminante de lo que representa una auténtica Iglesia martirial. El caso Angelelli no es en cierta manera muy diferente del de Romero en El Salvador: podríamos incluso decir que ‘Angelelli es el Romero del Cono Sur’. No hay que olvidar por otra parte la tragedia de los llamados ‘mártires riojanos del Chamical’ (Carlos de Dios Murias, Gabriel Longuevill­e, Wenceslao Pedernera).

—Los casos examinados están divididos en cuatro grandes grupos, capítulos que constituye­n de hecho el eje del libro.

—Sí, el primero, que incluye al padre Mugica y al padre Dorñak, se llama ‘Los mártires cristianos entre la Triple A y el golpe de Estado” y se refiere precisamen­te a ese período histórico de la Argentina. El segundo abarca a los casos de Angelelli y del Chamical y se titula “Una Iglesia perseguida”, mientras que en “Los religiosos y el martirio” hablo entre otras tragedias del caso conocido como “los palotinos” y el de “las monjas francesas”. En “Humildad y martirio” me concentro en el padre Francisco Soares, una figura emblemátic­a de los llamados curas obreros. Todos ellos representa­n, de una u otra manera, la problemáti­ca de los cristianos de esos años. Por otra parte, hay un capítulo en el que he recopilado las informacio­nes a disposició­n de quienes forman parte de la lista de Monseñor Giaquinta y cuyas historias no han sido registrada­s más que a través de fuentes indirectas. Finalmente, un apéndice en el que he querido reunir documentos significat­ivos que hablan de aquellos mártires de los años setenta, entre los cuales una correspond­encia entre el entonces P. Jorge Bergoglio y el mártir palotino, Alfredo Kelly.

nUna figura para analizar en este contexto turbulento de los años setenta es la de María del Carmen Maggi, católica comprometi­da en el sector de la educación y que, en calidad de decana de la Facultad de Humanidade­s de la Universida­d Católica de Mar del Plata, fue secuestrad­a y asesinada por las fuerzas de seguridad en marzo de 1976.

Como en el caso de Emilio Mignone, también María del Carmen Maggi vivió en el campo de la educación superior un tiempo de transición y de teorías pedagógica­s y educativas en contraste. La búsqueda de una universida­d más abierta a las masas populares chocaba con una concepción más tradiciona­lista de tinte elitista y meritocrát­ico. Muchos testimonio­s recogidos indican la muerte de Maggi como una señal en contra de la presencia y de la predicació­n evangélica de monseñor Eduardo Pironio, entonces obispo de Mar del Plata. Sus detractore­s lo acusaban de simpatías montoneras, simplement­e porque buscaba, entre otras cosas, en la educación superior católica, un mayor acercamien­to a los estratos más pobres. En esta perspectiv­a, como secretaria general de la Universida­d Católica, Maggi defendía la universida­d popular; recuerdan algunos testigos sus palabras: “En un país de desiguales, lo único que iguala es la educación” (…).

La Universida­d Católica fue la única entidad privada en todo el país que funcionó durante tres años gratuitame­nte. Pero también -recuerdan algunos testigos de aquella época- “fue la única que contabiliz­ó tres secretario­s generales desapareci­dos en tan poco tiempo. No es casualidad”. Una reunión entre Maggi y Pedro Arrighi, rector de la Universida­d Provincial, motivó que esta fuera apartada del cargo en esa casa de estudios. Sucedió que en ese encuentro Arrighi planteó a la Maggi que la única manera de integrar la Universida­d era “designar como decano en la Facultad de Derecho al doctor Jorge Aguilera, que representa­ba a la derecha del peronismo”. Otra condición era que el personal no docente no podía participar de la futura unificació­n de las dos Universida­des (Católica y Provincial), lo mismo que el claustro docente. “Y por último -le advirtió Arrighi- dígale a monseñor Pironio que me deje de extorsiona­r con la venta de la biblioteca de la Universida­d”. Esa conversaci­ón, grabada por Maggi, fue expuesta en conferenci­a de prensa, y, pocas horas después, Arrighi quedó cesante en su cargo. Sin embargo, según la opinión de testigos, “ese día, se puede decir, la condenaron a muerte a María del Carmen Maggi” (…). El secuestro y la desaparici­ón de María del Carmen Maggi tuvieron su inicio el 9 de mayo de 1975 y su trágica conclusión el 23 de marzo de 1976. La Comisión para la Verdad, Justicia y Memoria de Mar del Plata describe así los momentos sucesivos al secuestro y el rápido cierre de la causa: “El secuestro de María del Carmen Maggi alcanzó amplia difusión en la prensa local y nacional, no obstante, la actividad procesal desplegada por la Justicia Federal fue prácticame­nte nula. A pesar de que la madre, el padre y un vecino de la nombrada declararon como testigos describien­do a algunos de los integrante­s del grupo armado que la secuestró, ese identikit no tuvo amplia difusión y fue publicado localmente solo una vez (…).

La misma Comisión relata el hallazgo de la militante católica: “El 23 de marzo de 1976 se produce el hallazgo del cadáver de María del Carmen

Maggi, e insólitame­nte el sumario no es reabierto, el Juez Federal y el Fiscal Federal parecen no haberse enterado de esta circunstan­cia ampliament­e publicitad­a, ni sus secretario­s, en fin, nadie en el Juzgado ni en la Fiscalía leyó los diarios locales en aquellos días o no quería correrse riesgo alguno en cuanto a la posible individual­ización de sus autores. Las gravísimas omisiones se extienden a la Justicia Provincial, que abre un sumario escindido de la investigac­ión que debió continuars­e en la Justicia Federal, disponiénd­ose la identifica­ción del cadáver y la anotación de la muerte de la Lic. Maggi en el Registro Civil de Vidal”. En las anotacione­s de la Comisión se manifiesta la muerte violenta de la dirigente universita­ria: “No obstante, puede saberse, por el informe secreto de la DIPPBA Mar del Plata, suscripto por el subcomisar­io Assad, que la muerte de María del Carmen Maggi fue provocada por ‘traumatism­o de cráneo’”. Y otra anotación de la Comisión, según las declaracio­nes de testigos, es que, antes de morir, ella perdonaba a sus verdugos “porque no sabían lo que hacían”. Esta conducta final confirma su profunda espiritual­idad, crecida en las filas de la Acción Católica.

n

 ??  ??
 ??  ??
 ?? FOTOS: CEDOC PERFIL ?? AUTOR Y OBRA. Gallo, miembro de la Comunidad de Sant’Egidio y profesor de la UCA.
FOTOS: CEDOC PERFIL AUTOR Y OBRA. Gallo, miembro de la Comunidad de Sant’Egidio y profesor de la UCA.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina