Melodías para el alma
Alma partida
Akira Mizubayashi novela
errancia;
Breve elogio de la
Edhasa, $ 1.095
Los efectos y consecuencias de la guerra han enseñado la historia y sobre todo el sangriento siglo XX; no terminan simplemente en contar cuántas vidas y edificios se perdieron. También se perpetúan del modo más crudo y descarnado en la subsistencia, el exilio, la resiliencia, el volver a empezar de aquellos que lograron sobrevivir al horror, como una huella imborrable, una memoria permanente de un nuevo ser que deviene en el que aquella misma guerra sigue presente.
Sobre ello, el autor franco-japonés Akira Mizubayashi narra en su novela Alma partida la historia de Rei Mizusawa: un niño de 11 años que luego de un momento trágico en Tokio, al comienzo de la segunda guerra sino-japonesa, su vida cambia por completo y deberá aprender a vivir de una manera completamente diferente, incluyendo familia, país y lengua. El único recuerdo material de aquella existencia nipona será el violín destrozado de su padre, el cual se torna un gran objeto significante y metonímico que marcará el resto de sus días en Francia, su nueva patria. Formado en las artes de la lutería, la restauración del violín no solo será para Rei una manera de evocar y no olvidar, sino de darle vida y música a una ausencia que alivie lo inefable de la experiencia bélica.
Como si se tratara de un concierto, Mizubayashi narra en clave musical los distintos movimientos y formas que suenan en cada capítulo, con sus momentos de tensión y relajación, y sin perder el tono conmovedor de una prosa íntima y personal. En este sentido, no solo logra una novela para romper el silencio de los duelos que no acaban, sino también para que lo peor y más espantoso de la condición humana no tenga la última palabra.