La burguesía argentina y su responsabilidad histórica
La introducción de la lucha de clases en la interpretación es lateral, forma parte del conjunto que la etiología discursiva formal evita
Duhaldismo, kirchnerismo y macrismo. El capitalismo argentino y su recurrencia histórica
Cristian Caracoche ensayo
Imago Mundi, $ 850
Argentina ingresa al tercer decenio del siglo XXI con el bagaje político analizado en este libro. Es más, el análisis de la materia estadística nos ofrece una confrontación con la economía concreta, vale decir, es un baño frío de realidad. Caracoche, reconociendo su deuda ideológica con David Gordon y Ernest Mandel, confronta distintos aspectos estadísticos de la economía interna, la macroeconomía y los flujos financieros, donde se genera lo que podemos llamar una verdad irrefutable. La introducción de la lucha de clases en la interpretación es lateral, forma parte del conjunto que la etiología discursiva formal evita, pero que en la pugna de intereses no hace más que confirmarse: la verdad es que el Tercer Mundo dejó su categoría, tal vez ni merezca un número.
Si el kirchnerismo le debe su florecimiento económico al duhaldismo, y el macrismo a los dos, estos fenómenos políticos no resultan excluyentes en el momento de analizar quiénes fueron sus beneficiarios cuantiosos: el capital concreto. Y es aquí donde la definición de capitalista argentino hace agua en cuanto a la educación que conlleva la acumulación de riqueza. Si una parte del capital cómplice de la dictadura 76-83 logró impunidad económica desde el peronismo, la construcción simbólica del capital político por parte del kirchnerismo fue algo más que una cortina de humo, una manera hasta hoy vigente de posponer los verdaderos problemas. La falta de visión estratégica de los distintos gobiernos, el nulo pensamiento geoestratégico, incluso la imposibilidad de una reforma estructural del sistema productivo (o al menos un intento de diversificarlo), no hacen más que mostrar la debilidad ante una crisis global, que no llega a los niveles de 2008.
Y aquí es donde ingresan ciertos conceptos erradicados por la clase política, tal vez porque esos fantasmas tienen un peso imposible de soportar. Deuda interna, precarización y reubicación demográfica. Este libro nos lleva a evocar lo que la sociedad argentina, reconocida en sus derechos legales, le debe a la gran masa del pueblo argentino sumido en la pobreza, o sea, una mitad a otra. En veinte años, la desocupación se encuentra a valores de 2001, dentro de otro fenómeno que acompaña a la pobreza y la indigencia, con la concentración de esos sectores en las periferias urbanas. La renovada cabeza de Goliat rodea a la capital del
Estado con la mitad de los habitantes, generando un país dentro de otro. Un caldero que suma presión mientras todo es pospuesto.
Si bien Caracoche menciona el recurrente destino trágico de la clase trabajadora argentina, recordemos que el 75% de los desaparecidos provenían de allí. Que el sindicalismo ha oficiado de colchón para los estadistas mientras lo precario asciende como humedad degradando la condición de existencia. Y esto hizo el sistema; de confrontarlo con sus ineficiencias dependerán los cambios futuros, no de instrumentos para la sumisión social a manos de irresponsables cuya acumulación ni siquiera es capitalización.