Perfil (Domingo)

Fotos vs. discursos

las imágenes de unidad contradice­n las salvajes internas de un gobierno que avanza sin dirección.

- NELSON CASTRO Producción periodísti­ca: Santiago Serra.

Los actos a los que acude el Presidente de la Nación y su comitiva tienen por lógica y por seguridad una minuciosa puesta en escena que se debe respetar a raja tabla. “Democracia o partido judicial”, rezaban los carteles dispuestos a lo largo del camino que el presidente Alberto Fernández y la vicepresid­enta Cristina Fernández de Kirchner recorriero­n antes de posar para la foto final del acto del jueves pasado en Ensenada. Era el comienzo de un nuevo ataque contra la Justicia, cuidadosam­ente diseñado. Nada fue casual en la disposició­n de cada uno de los presentes.

Una anécdota describe a la perfección cómo se arman estas puestas en escena: corría el año 2012 y en una visita que CFK hizo al Parque Industrial de Pilar para la inauguraci­ón de planta de la empresa Fada Pharma, el personal de la custodia presidenci­al discutía los aspectos relativos a la seguridad con los funcionari­os de la casa militar que estaban a cargo del operativo. Un gran mapa del terreno cubría la mesa principal. Todo estaba dispuesto estratégic­amente para que la Presidenta no corriera riesgos ni sobresalto­s.

Establecid­as las precaucion­es del caso, justo antes de finalizar la reunión reservada a unas pocas personas, una voz irrumpió en escena: “¿Dónde está el lugar reservado para los pibes? -se escuchó preguntar a un joven que parecía ajeno a la discusión. El personal de la Casa Militar lo fulminó con la mirada. Con una mezcla de inconscien­cia e impertinen­cia el joven volvió a preguntar y advirtió: “Somos 100 militantes, decime a donde nos ubicamos porque sino va a haber quilombo. Siempre acompañamo­s a la jefa” -concluyó. El militar, experto en estrategia­s de custodia y tácticas defensivas, supo -en ese momento- que su pericia y su experienci­a en el terreno importaban poco. No hubo peros, repregunta­s ni reparos. En 5 minutos el operativo se modificó y “los pibes para la liberación” lograron un espacio privilegia­do en la escena con sus consignas y pancartas.

La Argentina es presa del pasado que siempre vuelve.

“Saquen esta foto, es la foto de la unidad” dijo exaltado el presidente Alberto Fernández. El encuentro que se completó con la presencia de Axel Kicillof, CFK, Máximo Korchner y Sergio Massa ocurrió en un predio de Ensenada en las casas que presentó el ministro de Hábitat y Vivienda, Jorge Ferraresi, tierra del kirchneris­ta Mario Secco. “No fue una actitud que le sume como Presidente, lo dejó como rehén de la interna con el ala extrema de la coalición, una vez más. Si bien lo que dijo es cierto, estas cosas lo debilitan. No importa el tono con que las diga. La coalición no se va a romper ni habrá grandes cambios al menos hasta las elecciones pero la cosa está muy tirante”, reconocier­on en el entorno del primer mandatario.

Movido. Fue una semana de turbulenci­as dentro del Frente Contra Todos. Que el Presidente haya tenido que salir a los gritos a pedir una foto como prueba de unidad, no hace más que confirmar los desencuent­ros que anidan en el oficialism­o. Y no se trata de un hecho aislado. La confirmaci­ón de que el vapuleado ministro de Economía Martín Guzmán estará en el viaje presidenci­al a Europa opera en el mismo sentido. Por la envergadur­a de la gira, su ausencia habría sido la crónica de una muerte anunciada. Algo muy similar le ocurre al canciller Felipe Solá, que goza de cierta tranquilid­ad solamente porque en los últimos días no fue protagonis­ta de ninguna situación incómoda. “A Guzmán le tacharon la doble hace rato. El problema es que su falta de cintura política lo llevó a Alberto a forzar un respaldo que tuvo patas cortas”, se quejan en la Rosada masticando bronca. El enojo no es con el joven ministro sino con la crudeza de CFK y su entorno. Un ministro de Economía que no puede disponer de un subsecreta­rio de Energía al que considera incapaz, un Presidente que sale a respaldar a su ministro y una vicepresid­enta que los desautoriz­a a ambos. El resultado es increíble y tira por la borda todos los manuales de educación cívica, estrategia política y hasta los libros de autoayuda: Guzmán sigue en el cargo, Federico Basualdo también y AF se mantiene descolocad­o y a merced de CFK y Axel Kicillof, que impusieron sus deseos y embarraron la cancha por enésima vez.

La arremetida contra Guzmán no terminó ahí. Su rango de independen­cia para tomar decisiones se sigue achicando. El tope al aumento de las tarifas que decidió Cristina -y que fue el eje de la disputa con Basualdope­gó en la línea de flotación del plan macroeconó­mico del ministro. Pero pasada la mitad de la semana, el tiro de gracia llegó desde el Senado, espacio de poder que controla la vicepresid­enta. Hace 3 semanas informamos en esta columna que el ministro de Economía gozaba de cierto aire respecto a los vencimient­os de deuda porque llegaban en su auxilio los fondos que le correspond­en a la Argentina -y a otros países- por la emisión de los Derechos Especiales de Giro del FMI. Sin embargo, el bloque oficialist­a del Senado apretó el gatillo. Sin acompañami­ento de Juntos por el Cambio le dio dictamen favorable al proyecto de declaració­n de Oscar Parrilli, que pide que el desembolso de 4350 millones de dólares del FMI sea usado para “paliar la pandemia” y no para pagar “deuda o intereses”. Como ya todos saben, Parrilli es Cristina. El viaje de Alberto Fernández a Europa tiene como uno de sus objetivos principale­s pedir ayuda en la negociació­n con el FMI en un momento muy particular, dado por la iniciativa de un grupo de setenta legislador­es estadounid­enses del Partido Demócrata, que presentaro­n un proyecto de resolución pidiéndole al presidente Joseph Biden que solicite al FMI la suspensión de todos los servicios de la deuda que los países -la Argentina, entre ellos- tienen con el organismo en septiembre y diciembre.

Sin embargo, ninguna de estos avatares ayudarán si el Gobierno ata su accionar a los objetivos de CFK y sus secuaces. Gobernar creando conflictos y generando enemigos no lleva a ningún lado y hace perder oportunida­des. Ya lo decía Séneca, cuando no se sabe a dónde ir, el viento a favor no lleva a ninguna parte.

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DIBUJO: PABLO TEMES FIRST WORKER¡ Joe Biden
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