La cocina de la mentira
Cómo nacen y se distribuyen las fake news
☛
Fake News
☛
Julián Maradeo
☛ Ediciones B
Día gris en Buenos Aires. La ciudad luce tapizada con carteles proselitistas. Una leve llovizna que no empapa pero molesta cae sobre los transeúntes. Nada detiene al fotógrafo Juan Quiles. Algo agitado, identifica su objetivo y va tras él. Se mueve por inercia, como un animal hambriento. Encuentra la posición, prepara el objetivo y enfoca a una joven que camina con su beba a cuestas y una bicicleta. Lleva la campera y la mochila de PedidosYa, empresa de delivery online. Cuando ella voltea hacia la derecha, él gatilla varias veces. Es su obra maestra sobre la precarización laboral de un tipo de empresas de reparto que proliferaron en el último lustro. Nada que no se encuentre desde hace décadas en diferentes sectores de la economía local. El 3 de octubre de 2019, el fotógrafo sube a la cuenta de Instagram de Estudio3 y a su muro personal de Facebook la imagen de la joven con esta inscripción: “Generando trabajo de calidad!!!!!”.
El contexto nunca es un dato menor: en veinticuatro días se celebrarían las elecciones generales de 2019 para decidir quién gobernaría el país por los siguientes cuatro años. Según cifras del Indec y el Observatorio de la Universidad Católica Argentina (UCA), que miden la pobreza, los índices son negativos y no hay expectativas de que mejoren en el mediano plazo. La imagen de la joven es una pieza que encaja perfectamente.
La foto se viralizó. El encadenado entre influencers y seguidores da resultado nuevamente: en menos de doce horas, su imagen asociada a la explotación laboral fue compartida 8 mil veces.
Al día siguiente, Nayrubi de León, venezolana, se quedó pasmada al ver la repercusión nacional e internacional de la foto.
Si de algo tuvo certeza en ese momento fue de que no tendría ningún tipo de posibilidad de desmentir lo que sobre ella se decía. La asimetría era evidente. Mientras recibía los llamados de sus parientes en el exterior preguntándole cómo ella, formada universitariamente, trabajaba portando a su hija por las agitadas calles porteñas, su imagen era replicada con textos diversos en las cuentas de los diputados nacionales Wado de Pedro, Facundo Moyano, Hugo Yasky, Fernanda Vallejos, Nicolás del Caño y Malena Galmarini.
Fue Reverso, el proyecto contra la desinformación al que se asociaron más de cien medios para cubrir el proceso electoral, el que se encargó de buscar a la joven para que diera su versión, refutando el rumor de que trabajaba con su niña a bordo de la bicicleta. De León contó en un artículo publicado el 4 de octubre de 2019 que Quiles no le había pedido autorización para fotografiarla y que temía que su trabajo estuviera en riesgo.
“Yo tengo la bicicleta en la mano y me fui a voltear. Cuando me volteo, veo que un señor está enfocándome con su cámara. Se me acerca y me dice: ‘Estaba esperando a que te montaras en la bici para tomarte la foto’. O sea, él me dio a entender que no tomó la foto. Yo me fui del sitio, le dije que no monto a mi bebé, o sea, sé que eso es totalmente ilegal, que le puede pasar algo a mi bebé en la bici. Y seguí mi camino. Y al día siguiente me encuentro con todo esto de la imagen en todas las redes”.
La desmentida no tuvo la potencia de la fake news inicial, a pesar de que los portales más importantes del país la difundieron.
Las fake news pegan duro y justo ahí donde –más allá de la supuesta horizontalidad que implican las redes sociales– se encuentra la cosmovisión de cada uno y el íntimo deseo de confirmar nuestras prenociones. “Sesgo cognitivo”, se llama. Tal vez por ello no sea casual que ninguno de los usuarios mencionados, con cientos de miles de seguidores, se haya tomado el trabajo de rectificar lo que había publicado. ¿Acaso la verdad vale la pena?
Nada importa
Las noticias falsas confunden.
Las noticias falsas fortalecen la censura.
Las noticias falsas enferman. Las noticias falsas alimentan mal. Las noticias falsas generan pérdidas económicas.
Las noticias falsas fomentan el odio. Las noticias falsas matan. Cualquier persona con un celular y conexión a internet está potencialmente en condiciones de quedar frente a una noticia falsa cada minuto de su día. Pero hay un momento en particular en el que estamos más expuestos a la desinformación. ¿Cuándo? Cuando estamos en grupo, porque chequeamos menos. La explicación, que nunca es única, es que nuestro rigor baja cuando formamos parte de un colec