Perfil (Domingo)

Algo de aire en medio del ahogo

- JAVIER CALVO

Estuvo bien, pero no tan bien. Alberto Fernández viajó a Europa con varios propósitos, que cumplió a medias, aunque él diga que se siente muy satisfecho y sus críticos no rescaten nada. Maldita grieta.

El objetivo principal del Presidente era conseguir el compromiso del Club de París, organismo financiero europeo, de postergar el vencimient­o del pago de una vieja deuda renegociad­a por el entonces ministro de Economía K, Axel Kicillof, que se cumple en dos semanas. O al menos que si la Argentina no paga, la entidad evite declararla en default.

Alberto F se trajo el compromiso de Emanuel Macron, su par francés, de que eso sucedería si hay un acuerdo con el FMI, que aún se halla en un laberinto donde hay muchos ruidos y pocas nueces.

Krystalina Georgeva, la directora del Fondo, tiene la mejor onda con la situación de nuestro país y, sobre todo, con Martín Guzmán. Pero, como le volvió a explicar el viernes al Presidente en Roma, eso no significa que se pueda hacer cualquier cosa.

Al FMI no le resulta serio, por caso, que la Argentina pretenda un acuerdo extendido a 20 años (que la obligaría a cambiar su estatuto), que nuestra Justicia investigue el rol del Fondo en los desembolso­s de la gestión macrista, que el Senado plantee condiciona­mientos, que la renegociac­ión por la deuda se esté pateando para después de las elecciones legislativ­as y que una parte del Gobierno socave la autoridad de Guzmán.

Al llevar a este periplo por el Viejo Continente al jefe del Palacio de Hacienda, lo que no estaba previsto originalme­nte, Alberto F buscó dar una doble señal de apoyo a su ministro. Una, destinada al FMI, para despejar fantasmas. La otra, hacia la interna del oficialism­o, que horada al funcionari­o como si sobraran opciones mejores.

La frutilla del postre parecía ser la negativa de que el subsecreta­rio de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, dejara su puesto, tal como pretendió imponer Guzmán. Sin embargo, parece que el postre es de frutillas: Máximo Kirchner presentó un proyecto de ley para bajar hasta un 50% las tarifas del gas, como en la Patagonia, a varias localidade­s bonaerense­s y mendocinas, principalm­ente. La cuestión tarifaria es uno de los cortocircu­itos esenciales entre Guzmán y el kirchneris­mo más duro.

La frutilla puede adquirir el tamaño de una sandía si avanza una idea que empezó a campear en ciertas mentes oficialist­as y que no se habló con Guzmán: que Energía deje de depender de Economía (como antes funcionaba en Producción) y pase a ser ministerio, con relato épico incluido. Curioso que la memoria selectiva solo detecte el salvajismo tarifario de Macri/Aranguren y no los desaguisad­os de De Vido/ Cameron en la oprobiosa política energética K.

Estas y otras batallas aguardan a Alberto F y Guzmán, como las que plantean una inflación que no da respiro, en medio de una pandemia con un nivel de mortalidad que nos deja diariament­e sin aliento. Y sin consuelo.

la gira europea de alberto Fernández con Guzmán estuvo bien, pero no tan bien

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