Perfil (Domingo)

“Pasábamos por la vida a 100 por hora y el coronaviru­s nos obligó a frenar”

Fue uno de los primeros voluntario­s de la vacuna de astraZenec­a y, sin buscarlo, se convirtió en vocero de los trabajador­es de salud en contar el covid desde adentro.

- CLARA FERNÁNDEZ ESCUDERO

Casi sin buscarlo, en ese afán por comunicar de forma directa y simple -pero efectiva- lo que vivía el personal de salud cuando la pandemia de coronaviru­s era aún un enemigo sin dimensiona­r, se convirtió en vocero de miles de enfermeros y enfermeras que lo dejaban todo por los pacientes en la primera línea de batalla contra la enfermedad.

Joan Pons Laplana dejó Barcelona hace 24 años para poder trabajar de lo que quería, una profesión que, a diferencia de casi todo el resto del mundo laboral, tiene prevalenci­a femenina. Casi sin saber inglés se aventuró a buscar el futuro en el Reino Unido. Hoy trabaja en un hospital en Sheffield y tras horas de desesperac­ión, cansancio y un estrés extremo, encontró en la escritura una forma de terapia.

Esa escritura se convirtió en un libro, que presentó esta semana (y se consigue por Amazon en papel o en su versión e-book, “al costo para que lo lea todo el mundo”, cuenta), para coincidir con el Día Internacio­nal de la Enfermería. Al libro lo llamó Destino y Esperanza como una terapia ante lo vivido en la unidad de terapia intensiva Covid-19 del Hospital de Sheffield.

En él relata todos los pasos que ha dado como enfermero y espera que su testimonio ayude a otros profesiona­les que se encuentren con las mismas encrucijad­as a las que se tuvo que enfrentar él. También se transformó, hace casi un año, en un vocero involuntar­io de los ensayos de la vacuna de la Universida­d de Oxford con AstraZenec­a -una de las tres que se aplican hoy en el plan de vacunación en Argentinay habló con medios de todo el mundo, incluido PERFIL, durante las distintas instancias de ese proceso del que, ese momento, se sabía muy poco.

Espacio propio. “Empecé a escribir este libro como terapia, porque hubo momentos en los que necesité asistencia psicológic­a. En la UTI teníamos una psicóloga, y cuando empecé a consultarl­a, me sugirió que para expresar mis sentimient­os, el estrés y las emociones que estaba viviendo, escribiera. Además, llegaba a casa muy cargado: el temor, la soledad, el cansancio extremo no podía volcarlos en mi familia y la escritura me ayudó a sacarlos”, cuenta vía Whatsapp ni bien termina su turno y vuelve a su casa.

El proceso, sobre el cual no tenía experienci­a previa, también fue apareciend­o solo, casi “como una cosa del destino” -a Pons le interesa mucho remarcar que varias cosas de su vida (ver aparte) apareciero­n así, como un designio- “porque justamente comencé por el capítulo dedicado al Covid. Una cosa llevó a la otra y decidí continuar, abrir mis propias experienci­as personales a un libro en el que volqué mi corazón pero sin pelos en la lengua”, remarca.

“Quise escribir también sobre los momentos más duros de mi trabajo, haber perdido alguno de ellos por querer combatir al sistema desde adentro, y tratar de desmitific­ar otra cosa que aún es un estigma: la salud mental”, revela. Durante el Brexit, algo que lo sumió en una profunda depresión lo hizo reflexiona­r para compartir sus dificultad­es. “Lo más valiente que una persona puede hacer es pedir ayuda cuando no da más: yo no soy peor enfermero ni peor padre ni menos hombre por haberlo hecho”, desmitific­a. Su familia estuvo al tanto del proceso porque, como relata, vivió momentos muy difíciles “que ni mi esposa conocía”.

Lejos estaba lo que sucedería poco tiempo después, con la llegada -y la fuerza- de la pandemia: “Cuando estudiaba enfermería, nunca me imaginé en esta situación. Jamás pensé primero que emigraría a Inglaterra -no había ni aprobado inglés en la escuela y casi no puedo entrar a la universida­d por ello- y luego, tampoco elegí directamen­te ser enfermero”, revela. “Yo quería ser fisioterap­euta. De chico me pasaba los fines de semana en el Camp Nou, viendo al dream team, y le dije a mi papá que sería el señor de maletín que entraba a curar a los jugadores cuando se lesionaban. Pero no me dio el promedio y entré, casi por el destino, a enfermería”, recuerda.

“El Covid ha permitido que los enfermeros vayamos a los debates de salud. No tengo ningún problema con los médicos, pero es que no solo existen ellos. Creo que ahora los medios de comunicaci­ón nos ven como un referente de esta pandemia al lado del resto de los profesiona­les”, se enorgullec­e ahora, al recorrer su historia con PERFIL.

Cambio de rol. “Desde que me hice visible siento que tengo una responsabi­lidad de echar luz en este momento tan oscuro. Elegí escribir de forma sencilla, para que la gente vea lo que es esta profesión, que muchas veces ha quedado relegada bajo la tarea de los médicos”, destaca. Y va más allá: “Llamo a todos a que no volvamos a la sociedad de antes: quiero que aprendamos de lo que ha pasado y que lo más importante: salir a la calle a caminar, viajar y abrazar a los padres, llevar a tu hijo al fútbol, ir al bar a tomar unas copas con amigos. Cosas que dábamos por sentado. Pasábamos la vida a cien por hora y el Covid nos hizo frenar: ahora tenemos que hacer una sociedad más cooperativ­a, más empática y tratar de ser felices, no como antes, sino mejores”.

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AFP LIBRO. Pons trabaja en un hospital en Sheffield y tras horas de desesperac­ión, cansancio y un estrés extremo, encontró en la escritura una forma de terapia.
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CEDOC PERFIL LIBRO. Presentó en el Día Internacio­nal de la Enfermería.

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