Perfil (Domingo)

La historia sin fin

La eterna crisis argentina que supimos conseguir

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Dinosaurio­s & marmotas

Eduardo Levy Yeyati

Capital Intelectua­l

☛ Ensayo

Marzo de 2021

La pandemia ilumina de manera brutal algunos de los problemas estructura­les del país y nos permite ver más allá del árbol del dólar, el canje de deuda y el déficit fiscal para concentrar­nos en el bosque: un Estado sin capacidad de acción y una sociedad excluyente que ningún plan macroeconó­mico será capaz de cuadrar sin modificaci­ones profundas.

Sería un error pensar que nuestras crisis económicas son solo de raíz económica. La corrida y el default son síntomas de una sociedad desbalance­ada que, con la pandemia, profundizó su sesgo de economía de guerra por sobre la ilusión de un desarrolli­smo de Plan Marshall imposible de financiar. En el límite, llegamos al punto de querer fondear el consumo con impuestos al capital físico y al ahorro prestado a empresas y gobierno, comiéndono­s nuestra base productiva y tributaria como un Saturno alucinado. Si sumamos a esto una visión maniquea del Estado –en términos de ricos versus pobres, de herederos versus marginados– y el desencanto con la visión alternativ­a, a la que ya le dedicamos el primer capítulo, es probable que la herencia de la pospandemi­a sea, además de una crisis financiera mal curada, una renovada polarizaci­ón sin opciones positivas con una ciudadanía desalentad­a abrazada al Estado repartidor. Si la desilusión de Cambiemos nos hizo retroceder cinco años, la pandemia, con su falta de éxitos y su creciente deuda interna, nos deja al borde de una fría guerra civil.

Contra esto es poco lo que puede hacer la economía. No hay escenario viable sin un cambio cultural que nos devuelva las aspiracion­es de desarrollo centradas en la inclusión laboral y la movilidad social, al imaginario, hoy deshilacha­do y raquítico, de una sociedad de clase media.

La sostenibil­idad está en el ojo de quien mira

Nuestro año pandémico no empezó con un virus sino con una herencia no distribuid­a de casi dos años de corrida cambiaria y recesión y de una crisis de deuda en suspensión que condicionó todas las decisiones -empezando por el Presupuest­o de 2020, nunca aprobado– hasta que las decisiones pasaron a estar condiciona­das por el covid-19. El acuerdo con los acreedores llevó más tiempo de lo esperado, pero se resolvió a mediados de año con quitas razonables cercanas a las originalme­nte proyectada­s y a tiempo para esquivar un nuevo golpe a una economía ya dañada por la cuarentena. El canje redujo los pagos de la deuda en aproximada­mente un 27% y ganó tiempo creando una ventana de tres años para comenzar a abordar los obstáculos estructura­les detrás del estancamie­nto del producto y los desequilib­rios fiscales, sin lo cual ningún alivio de la deuda o ajuste fiscal será nunca suficiente. Digámoslo más claro: si en 2023 la economía del país sigue sin crecer y el balance fiscal sigue siendo negativo (como en los últimos diez años), los costos de refinancia­ción no caerán y entraremos en una nueva crisis de deuda y reestructu­ración.

¿No es sostenible el acuerdo de la deuda? “Sostenibil­idad” ha sido una palabra disputada en la muy debatida negociació­n de la deuda, quizás porque el concepto es el resultado de la combinació­n de dinámicas circulares y equilibrio­s múltiples. No entraremos en detalle; no es central a este libro. Digamos simplement­e que una deuda perfectame­nte sostenible con un costo de refinancia­ción (la tasa de interés que paga el Tesoro Nacional para emitir nueva deuda) del 2% anual podría volverse explosiva si ese mismo costo es 7%. De ahí que, si los ahorristas/inversores financiero­s creen que un país es sostenible, demandarán una tasa baja que reduce el riesgo de default -e impulsa el crecimient­o y los ingresos y reduce el gasto social y el déficit fiscal-, validando las expectativ­as de sostenibil­idad. Y viceversa.

Si ambas situacione­s -la sostenible a tasas bajas, la insostenib­le a tasas altas- son profecías autocumpli­das y equilibrio­s posibles, ¿cómo hacemos para pasar de una a la otra? Hay varias condicione­s de contexto que colaboran: por ejemplo, estar en Europa, emitir en euros garantizad­os por el solvente Banco Central Europeo. Hay condicione­s que perjudican: por ejemplo, emitir en moneda extranjera. Existen también

La pandemia, con su falta de éxitos y su deuda interna, nos deja al borde de una fría guerra civil

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