La explosión fascista
Fascismo mainstream. Periodismo, conspiraciones, algoritmos y bots al servicio de la extrema derecha Autor: Carles Senso Género: ensayo Editorial: Autoedición, versión Kindle $ 554
El doctor en Historia y periodista Carles Senso aborda una temática tan actual como urgente: las formas de deshumanización donde política, economía y violencia forman cierta vorágine de actores sociales que se multiplican en todo el planeta. Si bien parte de un análisis de los tópicos de la ultraderecha europea, y con ella el ascenso de Trump, Bolsonaro y Salvini, subraya los aspectos inquietantes en la tecnología individual, o plataforma móvil, que pasa de comunicar e informar a incentivar todo lo contrario. El fenómeno donde se combinan aislamiento, segregación económica, nacionalismo chauvinista e ignorancia supina hace de un individuo ciudadano el potencial depredador colectivo de la democracia misma: especie viral que boicotea la esencia de la convivencia.
Los flujos de información y el análisis del derrumbe del periodismo como empresa o grado de verdad dan cuenta de cierta perversa relación del capital financiero con la inferencia temática. Se ve lo que pasa por un filtro de poder concreto que, en muchos casos, impide tanto la educación como la superación individual. ¿Metamorfosis del fascismo o estrategias para imponer otro tipo de sumisión? Sin teorías paranoicas, exponiéndolas como herramientas de tal magma amenazante, este libro reclama una visión humanista, diversa, amplia, que admita el conocimiento como constituyente fundamental de las personas. ¿Acaso la riqueza de una minoría que se inviste de impunidad resulta más relevante que los intereses colectivos? ¿Cómo la mayoría sucumbe a semejante manipulación?
Varios síntomas aparecen. Desde la naturalización de la violencia por la educación gamer a la imposición del odio respecto a comunidades LGTBI o feministas, no sin antes la digestión como verdades de cualquier afirmación carente de asidero en lo real. Así, el aparato político disgrega su función para establecer las reglas de una anormalidad unidireccional, negación del pluralismo y la divergencia de ideas. Este agotamiento de la verdad por ocultamiento, omisión, malversación, integra (junto a la Big Data de las redes sociales) el campo arrasado sobre el cual el fascismo actual –cuya historicidad se recuerda en casos recientes– despliega las acciones de hostigamiento del otro sin importar qué sea; búsquese la sinonimia y será válida.
“En la sociedad posmoderna, la libertad de expresión se ha confundido con la libertad para difundir cualquier tipo de afirmación aunque no esté sustentada en certeza alguna. Eso, y reclamar respeto. La libertad de expresión es un derecho que debe ser protegido por la comunidad internacional pero también lo es el derecho ciudadano a recibir una información veraz. Sin ella, las sociedades se encuentran indefensas ante el poder”. Negar el Holocausto y a los migrantes son señales de la uniformidad del desprecio por sobre la empatía social. Por eso las tendencias neofascistas son la advertencia de otro posible genocidio, si es que no está ocurriendo con la gestión de la pandemia.
¿Acaso la riqueza de una minoría que se inviste de impunidad resulta más relevante que los intereses colectivos? ¿Cómo la mayoría sucumbe a semejante manipulación?