El teatro inmersivo y en plena calle
actor, dramaturgo, director y docente cuenta el proceso creativo de su última propuesta: un audiodrama que se disfruta al recorrer determinadas cuadras del barrio del abasto.
Es uno de los creadores teatrales porteños que tiene su propio teatro: El extranjero. En el barrio del Abasto, Mariano Stolkiner estrenó varios de sus espectáculos como director, uno de los últimos
fue El año de Ricardo de Angélica Liddell. Ahora desde la puerta de Valentín Gómez 3380 se inicia el recorrido del audiodrama Zoraida, la reina
del Abasto, los sábados a las 18 horas. Son sólo treinta minutos de recorrido y pueden participar hasta quince espectadores juntos.
Rememora hoy Stolkiner: “Empecé actuando en 1994 con Rubén Szuchmacher y Patricia Gilmour. Después llegaron la dirección y la dramaturgia, pero nada hubiera sido posible sin el amor que supieron ellos inculcarme por el teatro. Estamos juntándonos con Javier Daulte. Hace poco él me dijo una frase que repite a sus alumnos referida al teatro: ‘si podés dejar de hacerlo, no lo hagas’. Creo en esas palabras: ya no poder dejarlo”.
—¿Cómo aparece el audiodrama?
—Surgió en el 2019 tras una convocatoria de Monina Bonelli y Cristian Scoton, organizadores del Festival Teatro Bombón Vecinal. La premisa fue que el trabajo se inscribiera dentro de la geografía del barrio y que supusiera la participación de gente del lugar. Zorayda no es actriz, así que era fundamental que incluso su modo de habla no estuviera modificado. A través de los auriculares nos llega su voz. Se la escucha contando su historia tal cual es. Lo que le tocó pasar, como es que llegó a estar donde está hoy, sus amores y desamores, alegrías y frustraciones, creencias, todo está ahí.
—¿Quién es en realidad Zoraida Saldarriaga?
—Zorayda, su nombre original es con “y”. Lo de ponerlo con “i” fue un pequeño signo que marca algo de distancia entre el “personaje” de la “realidad” y el “ficcional”. Es una mujer colombiana, inmigrante, que llegó a la Argentina en el 2010 y se gana la vida haciendo distintos trabajos. Madre soltera de dos hijos varones, es un ejemplo de resiliencia y de lucha. La conocí en el 2013, fue cuando empezó a trabajar en El Extranjero. Hace las tareas de limpieza y también hubo tiempos donde nos ayudó con el bar. Desde entonces es quien, dentro del teatro, más sonrisas me ha regalado. Vive y trabaja en el Abasto, un fiel reflejo de la identidad de este barrio cruzado por la inmigración y sus historias. Antes fueron el Mercado y el tango, aún están presentes, no son marcas que se vayan a borrar. También se fue construyendo esa identidad asociada a la cultura independiente, especialmente la teatral. Pero en estos últimos años lo que fue ganando como característica es ese valor multicultural, donde tantas colectividades fueron haciendo del Abasto un lugar donde afincarse, para salir cada día a ganarse la vida.
—¿En qué cambió la actual experiencia?
—Algo fundamental fue la sonorización con tecnología 8D que hizo Rafael Sucheras. Terminó de armar algo importantísimo en torno a lo sonoro y que a la vez repercute en la totalidad de la vivencia. Es lo que te desconecta por completo del presente y la geografía a través de la cual circula el recorrido. Te hace entrar en esa experiencia inmersiva que te transporta hacia otro tiempo y espacio. Estás en esas calles, sabés que esos edificios y esa gente que circula alrededor es “real”: existen. Pero mientras lo transitás, el propio dispositivo provoca entre tu ser y el entorno una distancia tan grande que terminás sintiendo como si todo eso que te rodea fuera parte de una ficción. Hay otro elemento fundamental en esta nueva etapa y es que la obra se presenta en soledad. Ya no es parte de un ciclo donde se cruzan distintas propuestas, ahora es Zoraida, su Abasto y vos, eso cambia por completo la experiencia radicalizándola sensorial y emocionalmente.
“Ya es tiempo de que el Estado asuma la responsabilidad que le compete.”