Perfil (Domingo)

Cayó el jefe de una banda que asolaba la zona oeste del Gran Buenos Aires.

La organizaci­ón operaba en la zona oeste del conurbano bonaerense, donde capturaban a sus víctimas, preferente­mente en horas de la mañana. el cabecilla se encontraba prófugo desde octubre de 2020.

- LEONARDO NIEVA

No era la idea regresar a Corrientes, pero la detención de sus cómplices en los secuestros lo obligó a buscar un lugar seguro, lejos del conurbano bonaerense. Se instaló en la provincia de Corrientes, donde vivió muchos años, en un barrio de casas humildes de la capital provincial. Allí reinició su vida. Con el tiempo se relajó, retomó algunos viejos contactos y finalmente lo terminaron arrestando.

Hugo Alejandro Álvarez, conocido como “el Gordo Ale”, fue capturado por la Unidad Federal de Investigac­ión del Secuestro Extorsivo de la Policía Federal (PFA).

El presunto cabecilla de la “banda de la cuarentena”, como se la conoció por la cantidad de secuestros que cometió durante el aislamient­o social preventivo y obligatori­o

Los investigad­ores les atribuyen cinco ataques, aunque no descartan más casos

del año pasado, estaba viviendo en una casa del barrio San Gerónimo, pero los investigad­ores esperaron que saliera a la calle para arrestarlo.

Por su peligrosid­ad, recién lo intercepta­ron en la zona céntrica de la ciudad, cuando el sospechoso se movilizaba a bordo de un Honda City.

Según las fuentes, una camioneta pertenecie­nte a la PFA, pero que no tenía identifica­ción, logró frenar el paso del coche que conducía “El Gordo Ale” en la esquina de la Avenida Artigas y la calle Almirante Brown, justo frente a la escuela 12.

El hombre que buscaban no ofreció resistenci­a y quedó a disposició­n de la Unidad Fiscal Especializ­ada en Secuestros Extorsivos (Ufese), a cargo de Santiago Marquevich, que lo acusa por los delitos de “asociación ilícita y secuestro extorsivo agravado”.

Los investigad­ores sospechan que esta organizaci­ón cometió al menos cinco secuestros extorsivos en un lapso de cinco meses, entre marzo y agosto del año pasado. En ese tiempo llegaron a juntar, por el pago de los rescates, 8.981.000 pesos (US$ 43.400 y $ 1.603.000), una verdadera fortuna.

El primero de los casos que le atribuyen ocurrió el 9 de marzo. Ese día, a las 8.30 de la mañana y en la localidad de Haedo, partido de Morón, raptaron a un empleado de una agencia de autos que manejaba un Mini Cooper. Lo soltaron una hora y media después en La Matanza, previo pago de 6.400 dólares y 3.000 pesos.

El 7 de mayo, también en Morón, ejecutaron el segundo golpe. Pero el plan no salió a la perfección. La banda exigió un pago de 500 mil pesos por la liberación de un hombre, pero finalmente terminaron aceptando 100 mil pesos y una computador­a. La víctima, por suerte, resultó ilesa y fue liberada en la avenida Rivadavia al 17.300.

Doce días después, secuestrar­on a un escribano en Ituzaingó. Su pareja pagó 7 mil dólares y 40 mil pesos. El 24 de junio cobraron 1.300.000 pesos por un rapto en Ramos Mejía.

De acuerdo a las fuentes, el último de los secuestros que supuestame­nte cometieron ocurrió en inmediacio­nes al centro comercial Plaza Oeste de Morón. Allí cobraron 30 mil dólares 160 mil pesos, el rescate más alto de todos los raptos que concretaro­n.

Según los voceros, la banda utilizaba un Toyota Corolla, o camionetas Volkswagen TCross u Honda

HRV -que habían sido sustraídos previament­e, en distintos robos, y que luego acondicion­aban para cometer los hechos mediante el cambio o adulteraci­ón de sus patentespa­ra intercepta­r a sus víctimas, a quienes amenazaban con armas y las obligaban a trasladars­e a la parte trasera de sus vehículos, para luego comunicars­e con familiares y exigirles el pago de rescate por la liberación.

Los investigad­ores pudieron determinar que la organizaci­ón operaba con dos células o subgrupos, uno de los cua

La banda robaba coches de alta gama y los adulteraba para los secuestros

les “podría ser denominado el ‘brazo ejecutor’ del grupo criminal, es decir, los individuos que cometían de propia mano los delitos”, y un “segundo subgrupo cuya función era la de brindar apoyo a los ‘ejecutores’, adulterand­o los autos robados, falsifican­do su documentac­ión (tras lo cual estos rodados eran reutilizad­os para cometer nuevos delitos o bien eran vendidos), y guardando los vehículos en cuestión”.

Además de los secuestros, los detectives sospechan que la banda cometió entraderas y otros delitos hasta octubre del año pasado, cuando cuatro de los presuntos miembros fueron demorados.

Los sospechoso­s terminaron presos el martes 13 de ese mes. Se cree que días después “El Gordo Ale” abandonó la provincia de Buenos Aires hasta encontrar refugio en Corrientes, donde viven familares.

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FOTOS PFA “EL GORDO ALE”. Hugo Alejandro Álvarez tiene 48 años y actualment­e vivía en el barrio San Gerónimo, de la ciudad de Corrientes.
 ??  ?? FINAL. El sospechoso manejaba un Honda City y fue detenido en la esquina de Brown y Artigas. Arriba: el momento en el que secuestran a un hombre en Ramos Mejía, por cuya liberación cobraron $ 1.300.000.
FINAL. El sospechoso manejaba un Honda City y fue detenido en la esquina de Brown y Artigas. Arriba: el momento en el que secuestran a un hombre en Ramos Mejía, por cuya liberación cobraron $ 1.300.000.
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