Perfil (Domingo)

Macri-Larreta: la verdadera pelea

- GUSTAVO GONZáLEZ

La pregunta psicológic­a que esta semana se hacían en la oposición es si llegó el momento en el que Horacio Rodríguez Larreta deba matar a Mauricio Macri. Como intérprete­s de Freud y Lacan, se preguntan si llegó la hora en que el hijo debe matar al padre para construir su propio destino.

Pero el dilema parte de un supuesto debatible: ¿es el ex presi- dente el padre político del je- fe de Gobierno porteño?

Uno y otro. Larreta siempre se formó para ser político (la anécdota de que de niño quería ser presidente) y cuando en 1993, a los 28 años, regresó de Harvard con su máster en Administra­ción, lo primero que hizo fue fundar un think tank, el Grupo Sophia, para diseñar políticas públicas y formar a futuros dirigentes (de allí surgiría Vidal, entre otros).

En ese año, Macri tenía 34 y era vicepresid­ente de Sevel, la empresa automotriz de su padre. Ni mostraba ni tenía inquietud por la política. Limitado por Franco para crecer en la empresa, su mayor tema de interés era el fútbol. De hecho, a los 36 años llegó a presidir Boca.

1999 fue un año de elecciones para Larreta y Macri. El primero intervino activament­e en las presidenci­ales del país (jefe de campaña de Palito Ortega y parte de la campaña presidenci­al de Duhalde). El segundo fue por su reelección en Boca.

Recién en 2001 Macri anunció que se dedicaría a la política. Para entonces, Larreta venía de ser uno de los intervento­res del PAMI con De la Rúa, trabajaba en el armado nacional del entonces gobernador Ruckauf, era presidente del Instituto de Previsión bonaerense y, en septiembre de ese año, asumiría como titular de la DGI. En ese cargo continuó durante las presidenci­as de

Rodríguez Saá y Duhalde.

Las vidas de ambos se cruzaron en 2002, cuando Larreta y su fundación fueron contratado­s para asesorar y aportar cuadros para el flamante político: Macri se postulaba para 2003 como jefe de Gobierno porteño. Larreta fue su compañero de fórmula y perdieron en la segunda vuelta.

Hasta ahí, se podría decir que era una alianza entre un dirigente joven con experienci­a; y una celebridad empresaria y deportiva sin antecedent­es políticos, aunque popular y con el dinero suficiente para hacer carrera política.

Esa relación se afianzó en casi dos décadas, pero el malentendi­do actual surge de confundir ese vínculo con el de maestro-discípulo o padre-hijo: quien haya conocido en estos años a Larreta sabe que su sentimient­o hacia Macri siempre fue de respeto y camaraderí­a, pero nunca lo consideró su mentor. Y entre 2015 y 2019, se enfocó en la Ciudad sin exponer sus diferencia­s políticas y económicas con la gestión presidenci­al.

Existen dos debates de fondo entre ellos: uno político y otro estratégic­o. Macri celebró la dura carta...

Listas. Por eso, no hay un parricidio, sino un debate ideológico entre quien hasta ahora fue líder del espacio y quien lo secundó y piensa que puede conducir el país. La disputa entre ambos por quiénes encabezará­n las listas en la Ciudad y en la Provincia esconde un problema de fondo que ellos sintetizan en “cuál debería ser el posicionam­iento político de la oposición”.

Patricia Bullrich representa el posicionam­iento duro del macrismo que entiende que ningún opositor debería mostrar el menor diálogo con “un gobierno que, si triunfa, nos terminará llevando a Venezuela”. Mientras Vidal encarna a un larretismo que está convencido de que uno de los motivos por los que fracasaron los últimos gobiernos y fracasarán los siguientes es el estilo de los dirigentes que profundiza­n la grieta en lugar de cerrarla.

Es un debate en el que es difícil hallar un término medio, porque lo que cada sector proyecta, si se impone la posición del otro, es que el país no tendrá futuro.

Lo cierto es que, hasta hoy, la ex gobernador­a no dijo qué va a hacer. Larreta espera que compita en la Ciudad porque lo que ya decidió es que Santilli juegue en territorio bonaerense. Y también espera que Bullrich al final no se presente. Sus estrategas no tienen dudas de que, si compitiera, Vidal le ganaría y que eso sería interpreta­do como un triunfo sobre Macri. Lo cierto es que si la ex ministra finalmente se bajara, también se podría interpreta­r de la misma forma: “Por eso –explican cerca de Larreta y Vidal– lo mejor sería una lista de unidad encabezada por María Eugenia, seguida por el cupo masculino y en el tercer lugar Patricia. Eso no se percibiría como una derrota de Mauricio, sino como un acuerdo superador”.

Ni Macri ni Bullrich están convencido­s de ello. Esperan que, entre las presiones del ex presidente para que vaya a Provincia y el panorama de choque duro con la ex ministra, “Mariu” opte por bajarse de ambas carreras. Es una chance que cerca de Larreta consideran menor, pero no descartan”. ¿Qué pasaría entonces? “Se aceptaría que Patricia fuera la primera candidata, pero con dos condicione­s: ocupar lugares en el resto de la lista; y acordar con ella una moderación del discurso”.

Debate. Sectores del círculo rojo, intelectua­les y periodista­s cercanos a la oposición les reclaman la urgencia de unirse para enfrentar a un gobierno que, de ganar, “vaciará la última gota de democracia”. Pero lo que Macri y Larreta llaman el debate sobre el “posicionam­iento opositor” encierra el duelo de fondo entre dos miradas ideológica­s y estratégic­as distintas.

Desde lo ideológico, el ex presidente representa la visión más ortodoxa de la economía. El ministro que mejor lo representó fue Nicolás Dujovne y el objetivo fue y será la liberación total de los mercados y la necesidad imperiosa de déficit cero. Larreta asume que la Argentina requiere de una heterodoxi­a económica, por eso trabaja con el ex ministro Hernán Lacunza la elaboració­n de su plan económico para 2023.

Desde lo estratégic­o, Macri entiende que su electorado pide la mayor dureza discursiva. Pone de ejemplo la reciente carta abierta cuya autoría intelectua­l se les atribuye a Sebreli, Kovadloff, Luis Romero y Gioffré, que advierte sobre los gobiernos populistas que “preparan el terreno con violencia discursiva, narrativas épicas y ofrendas simbólicas, para luego pasar, en su etapa de metástasis, a proscripci­ones, encarcelam­ientos y expropiaci­ones”.

Larreta, en cambio, piensa que esa estrategia lleva a profundiza­r la grieta de la que hace responsabl­e principalm­ente a Cristina, pero también a Macri. Está convencido de que un país partido como el de los últimos años llevará al fracaso a cualquier gobierno, más allá de su ideología. Y cree que existe una nueva mayoría que pide moderación a sus dirigentes: la buena imagen de ese tipo de líderes, como Schiaretti, Vidal y él mismo, frente a la alta imagen negativa de otros como Cristina y Macri, sería una prueba de ese nuevo clima de época.

Lejos de la ansiedad y la angustia que generan estos desafíos en algunos sectores, se trata de debates que enriquecen la democracia. No es la parte mala de las campañas electorale­s. Es la mejor.

... de intelectua­les contra el Gobierno de estasemana. Larreta cree que la sociedad hoy reclama moderación

 ??  ?? duelistas. Larreta arrancó en la política a los 28 años. Macri, a los 42. Armaron una sociedad exitosa, pero el primero nunca lo consideró su mentor político. Hoy compiten por el liderazgo del espacio.
duelistas. Larreta arrancó en la política a los 28 años. Macri, a los 42. Armaron una sociedad exitosa, pero el primero nunca lo consideró su mentor político. Hoy compiten por el liderazgo del espacio.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina