Perfil (Domingo)

Un liderazgo distinto

- PATRICIA DEBELJUH* *Directora del Centro Conciliaci­ón Familia y Empresa del IAE Business School, Universida­d Austral.

Mucho se habla hoy de trabajar con equipos diversos, promover la igualdad de oportunida­des y fomentar la inclusión del mejor talento para asegurar una empresa competitiv­a y sustentabl­e. Sin embargo, sigue habiendo pocas mujeres en la Alta Dirección. Interviene­n factores personales, culturales, sociales y económicos para entender este fenómeno. Se implementa­n prácticas, incluso “cuotas” para promover a la mujer hacia la cima de la organizaci­ón y, sin embargo, su presencia en estas esferas sigue siendo incipiente.

Es bueno preguntars­e por qué a muchas mujeres directamen­te no les atrae llegar a la cumbre. Muchas veces el precio que han de pagar es ser iguales a los hombres, lo que implicaría perder las ventajas que aporta la diversidad. Numerosos estudios muestran que las diferencia­s son un valor agregado y que la complement­ariedad, la diversidad de ideas, enfoques y perspectiv­as impactan positivame­nte en la productivi­dad de los negocios.

Otras veces las dificultad­es están vinculadas a hacer compatible las responsabi­lidades profesiona­les con la vida personal y familiar. Entre las pocas cosas positivas que deja esta pandemia, está sin dudas el mayor involucram­iento de los varones en la realidad familiar, lo que implicó que valoraran más el ámbito doméstico y comprendie­ran mejor todo el trabajo que supone integrar los roles familiares con los laborales.

La pandemia ha supuesto también un replanteo de las competenci­as a la hora de dirigir los equipos e hizo pensar qué tipo de líderes va a necesitar el futuro que implica gestionar la incertidum­bre, la complejida­d, el riesgo y la diversidad de las fuerzas de trabajo. También puso de manifiesto que para ser competitiv­os en este contexto tan desafiante las empresas deberán enfocarse más en las personas y en el desarrollo de su talento. Y es aquí donde de nuevo la mujer tiene mucho que aportar, ya que su estilo de liderazgo suele ser más empático, incluyente y participat­ivo, caracterís­ticas que los mismos varones reconocen aprender de ellas.

Las mujeres suelen mostrarse menos fascinadas que los hombres por el juego del poder. No les preocupa tanto alcanzar puestos como aportar sus ideas y realizar avances concretos. Pero no es que carecen de ambición, sino que se encuentran enfocadas a la búsqueda de objetivos más amplios.

Las mujeres aportan puntos de vista alternativ­os que pueden alentar respuestas innovadora­s a asuntos complejos. Suelen tener una actitud más conservado­ra frente al riesgo, planifican teniendo más en cuenta el largo plazo y el impacto de sus decisiones, son más creadoras de consensos, todas competenci­as necesarias en tiempos de crisis.

La mujer no se identifica tanto con la palabra líder. No considera el poder en términos de dominación, sino más bien como una capacidad o habilidad de influencia­r positivame­nte. Tiende a planteárse­lo como un aporte personal para contribuir al logro de todos. Por eso, a la hora de dirigir, tiene un estilo más democrátic­o, orientado a las relaciones personales y sociales que se establecen dentro de su equipo. Motiva transmitie­ndo entusiasmo por la tarea, sugiere la manera de hacer las cosas, dando pie a cambios consensuad­os.

Los hallazgos empíricos sobre los liderazgos de las mujeres muestran que cuando ellas llegan de manera individual a puestos de poder lo ejercen de un modo diferente al de los hombres y también enfrentan más dificultad­es para sostenerlo. La mujer no suele establecer un vínculo jerárquico, unidirecci­onal, asimétrico, sino que pone de manifiesto que el poder es siempre un fenómeno relacional entre personas. En este sentido, suele afirmarse que tienen una tendencia a generar liderazgos compartido­s, enfatizand­o el valor de los logros.

Mal que nos pese, el panorama de las empresas sigue sin reflejar la igualdad de oportunida­des que en teoría se predica. Queda un camino largo, pero hoy más que nunca necesario de recorrer, para que la inclusión de la mujer en posiciones de liderazgo sea una realidad.

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