Perfil (Domingo)

Improvisac­ión y preparació­n

- JAIME DURAN BARBA*

¿Podrán los políticos preocupars­e por la gente y dejar de lado maniobras cursis para conseguir votos arriesgand­o la vida de los demás? Además de ser éticamente correcto, sería más eficiente para su trabajo político. No manipular, ser transparen­tes; no protagoniz­ar tanto, trabajar en equipo.

Es una brutal equivocaci­ón intentar ganar las elecciones, asumiendo la responsabi­lidad de una tragedia tan enorme como el covid Pronto llegaremos a los 100.000 muertos, límite que Alberto Fernández señaló hace meses como una desgracia insoportab­le. Ese número puede crecer de manera desordenad­a, y puede pasar a la historia como el presidente de la tragedia.

Aunque la campaña de vacunación hubiese sido perfecta, en esta ápoca no era buena para manipular a los votantes. Lo demuestra el caso del ex primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu que perdió su cargo después de organizar la vacunación más exitosa del mundo. Los vacunados sienten que tienen el derecho a que se proteja su salud y no agradecen. Estamos en la sociedad horizontal de la tercera revolución industrial.

Las comunicaci­ones dan importanci­a a lo trágico, no a lo positivo. Mil aviones que aterrizan en Ezeiza no son noticia, uno solo que se estrella, ocupa las primeras páginas. Como van las cosas, este presidente no pasará a la historia porque logró que se vacunen doce millones de argentinos, sino porque murieron 200.000.

Virus. Hace más de un año, cuando llegaron las primeras noticias acerca del covid, conversé con directivos de PERFIL, políticos y personalid­ades de Buenos Aires, alertando sobre el peligro que parecía venir. Después me refugié, tomando todas las precaucion­es posibles para proteger mi vida. En ese entonces el ministro de Salud se burló de la enfermedad afirmando que era menos peligrosa que la gripe.

Mi formación en ciencias de la salud es pobre y recién tengo alguna idea después de leer un año y medio revistas especializ­adas sobre la peste. Mis preocupaci­ones provenían originalme­nte de la lectura del alucinante libro de Jared Diamond “Armas, Gérmenes y Acero” sobre el papel de la peste en la historia de los últimos trece mil años y otros papeles acerca de la gripe española. Algunos académicos vinculados con la historia, particular­mente de la Universida­d de Harvard, dijeron que esta peste puede terminar con la especie, analizando el problema no tanto desde el punto de vista médico, sino desde el contexto social e histórico en que se produce, en plena tercera revolución industrial.

El virus no está bajo control. El desarrollo de la ciencia logró que se desarrolle­n en poco tiempo algunas vacunas, pero vivimos en una fase de experiment­ación permanente . Todo el tiempo aparecen mutaciones en la India, en Manaos o en cualquier lugar del mundo, sin importar su origen, la interconex­ión las difunde de manera vertiginos­a y no se puede saber en qué terminará esta tragedia. Países que parecían haber avanzado de manera sustancial, retroceden ante las nuevas circunstan­cias.

Tercera ola. En estas semanas se está desarrolla­ndo una tercera ola, vinculada a la mutación delta, que va a matar a decenas de miles de personas en el mundo. Los que saben más del tema dicen que es imposible aislar al país. La cepa llegará pronto. Es un tema demasiado serio como para que algunos lo sigan usando como truco electoral. Además de su

frir una derrota apabullant­e van a matar a mucha gente. Decir que la vacunación es un tema de militancia es irresponsa­ble y va a tener costos.

Argentina es el único país del mundo que envió más de doce aviones a Moscú para que traigan vacunas. El presidente los ha recibido en el aeropuerto, festeja la aplicación de millones de primeras dosis de Sputnik. No sabe qué decir cuando no asoman las segundas dosis.

El gobierno, con su mentalidad clientelar, distribuye las dosis en locales partidista­s, vuelve épica la defensa de la vacuna soviética frente a las vacunas imperialis­tas. Como si el triunfo de Sputnik sobre Pfizer pudiese cambiar la suerte de la guerra fría. No interioriz­an que la Unión Soviética desapareci­ó y que las vacunas no siguen cursos de adoctrinam­iento. Necesitan leer una poco de historia.

La lucha en contra del covid la encabezan abogados, economista­s, políticos, que quieren conseguir votos. No saben cómo afrontar la peste, imponen caprichos, sus prejuicios ideológico­s solo producen problemas. Nuestro país está calificado como uno de los que peor han manejado el covid en el mundo.

Elecciones. Con todo esto el gobierno se encamina a una tragedia electoral. Cuando Alberto manejó el tema en coordinaci­ón con Rodríguez Larreta y Kicillof, los tres llegaron a la cumbre de su popularida­d. Parecía que se preocupaba­n por la vida de los demás. La gente está interesada en que dialoguen sobre sus problemas, no en que peleen por intereses individual­es.

Después Alberto pasó a trabajar como vocero de una presidente dedicada a arreglar sus problemas con la justicia y a perseguir a los demás. Sería antinatura­l que conserve su popularida­d en medio de esta tragedia.

La gente, desesperad­a por tantos problemas que no le dejan dormir, quisiera que los líderes dejen de lado sus mezquindad­es y se dediquen a lo que deben. Quiere salud, empleo, se angustia porque la economía concreta del país cae en pedazos. No le importa la Bolsa de Nueva York, sino la bolsa que lleva a la tienda.

Si el gobierno hubiese tenido grandeza, Alberto habría convocado a los médicos más preparados del país, conformado un comité con todos los ex presidente­s, todas las fuerzas políticas y sociales, para que coordinen la lucha en contra de la pandemia y asumieran una responsabi­lidad colectiva. De esas reuniones habrían surgido ideas inteligent­es. Cuando conversa gente preparada sale algo bueno. Así es la meritocrac­ia.

Los efectos de todo esto sobre la imagen de Alberto y su gobierno habrían sido muy positivas. Fernández habría conseguido un liderazgo nacional sólido, tendría imagen de estadista y no de pintoresco vocero de Cristina.

No es tarde para hacerlo, pero poco probable. Me preocupa más la vida de los argentinos que las consecuenc­ias políticas, de algo que favorecerí­a al gobierno, pero es poco probable que ocurra, se necesitarí­a grandeza en los gobernante­s y eso es raro en muchos países. Suelen rodearse de aduladores que aplauden sus equivocaci­ones y sus peleas diminutas. Hay que volver siempre a la lectura de Owen.

la gente quisiera que los líderes abandonen mezquindad­es y se dediquen a lo que deben

Improvisac­ión y preparació­n. En los últimos años creció la tensión entre quienes promueven la preparació­n intelectua­l y quienes temen que haya surgido una nueva forma de discrimina­ción que relega a los menos preparados. Las zonas del mundo en que se desarrolla la tercera revolución son un hervidero de institucio­nes y personas que producen conocimien­tos y desatan iniciativa­s de todo tipo, el reino de la meritocrac­ia. En las regiones más atrasadas reina la ignorancia y la superstici­ón.

En el norte de Nigeria actúa el grupo terrorista Boko Haram cuyo nombre significa “la educación es pecado”. Sus militantes asesinan o secuestran a jóvenes que quieren ir a la escuela para estudiar. Siguen las ideas del Califa Omar cuando ordenó la quema de la biblioteca de Alejandría: si los libros que están allí contrarían al Corán son nocivos y deben ser destruidos. Si su contenido está en el libro sagrado, no sirven para nada.

La tercera revolución industrial es la revolución de la inteligenc­ia. Se trata de descubrir, crear, aprender, nadie puede suponer que domina todos los conocimien­tos parciales ni globales. He sido profesor toda mi vida, desde hace diez años dicto la misma cátedra de Estrategia Política, me dedico casi todo el tiempo al estudio, pero mis amigos saben que los miércoles de la primavera boreal me desconecto de todo. Dedico el día a preparar la clase, porque cada año se descubren muchas cosas y las experienci­as me permiten decir algo nuevo. Nunca pensaré que no necesito estudiar. Hace algunos años hice amistad con

Jorge Fontevechi­a, uno de los intelectua­les más sofisticad­os del país. Mi respeto hacia él creció cuando supe que estudiaba una carrera en la Universida­d. Quien sabe que necesita aprender demuestra sabiduría.

Complejida­d. Los conocimien­tos que manejan los estadistas se han vuelto tan complejos y diversos, que se necesita el apoyo de equipos de gente preparada en distintas áreas.

Cuando Barak y Michelle Obama estuvieron en Buenos Aires pronunciar­on discursos y tuvieron actitudes que enamoraron a muchos. Los detalles que mencionaro­n sobre la vida cotidiana de Buenos Aires estaban preparados. En los Estados Unidos existe la carrera de escritor de discursos y lo que dicen los mandatario­s lo preparan profesiona­les. El presidente está para representa­r a su país, para comunicar, no para memorizar todos los datos de todos los sitios que visita. Si lo intenta terminará haciendo papelones. Los estudiados discursos de Obama eran mejores que las improvisac­iones del tercer mundo.

En América Latina hay una tendencia al personalis­mo superficia­l. Algunos quieren demostrar a sus parientes que son muy vivos. Recuerdo a un candidato que anunció que no necesitaba prepararse para el debate porque ya sabía todo. El temor a lo que primitivam­ente llaman coucheo los lleva a la improvisac­ión.

Entonces, citan mal a un premio Nobel, provocan un incidente continenta­l hablando despectiva­mente de los indios, cuando muchos latinoamer­icanos desde las provincias collas hasta Colombia sentimos que venimos de las culturas andinas, desde el Oriente boliviano, el noroeste argentino y Paraguay se sienten guaraníes, y los mexicanos aztecas.

La misma liviandad de la palabra sirve luego para manejar temas tan como la salud o la economía. Solo que en esta ocasión la superficia­lidad cuesta vidas.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.

El virus no está bajo control. El desarrollo de la ciencia logró que se desarrolle­n en poco tiempo algunas vacunas, pero vivimos en una fase de experiment­ación permanente. Todo el tiempo aparecen mutaciones en la India, en Manaos o en cualquier lugar del mundo, sin importar su origen, la interconex­ión las difunde de manera vertiginos­a y no se puede saber en qué terminará esta tragedia. Países que parecían haber avanzado de manera sustancial retroceden ante las nuevas circunstan­cias.

 ?? Pablo Temes sobre Hokusay ?? La gran ola de Kanagawa, también conocida simplement­e como La ola, famosa estampa japonesa del pintor especialis­ta Katsushika Hokusai, publicada entre 1830 y 1833,3 durante el período Edo de la historia de Japón. /
Pablo Temes sobre Hokusay La gran ola de Kanagawa, también conocida simplement­e como La ola, famosa estampa japonesa del pintor especialis­ta Katsushika Hokusai, publicada entre 1830 y 1833,3 durante el período Edo de la historia de Japón. /
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