“cada uno de los dos fue caín, y cada uno, abel...”
Las palabras que Eduardo Eurnekian leyó durante la ceremonia en la embajada inglesa: “Aún tengo presentes los pasos previos que me llevaron a participar en el ‘Proyecto Cementerio Darwin’, en memoria de los soldados argentinos caídos en las islas. Fue el 14 de julio de 1999, fecha en que los cancilleres Di Tella y Cook firmaron la resolución conjunta que delegó en los familiares de los muertos en las islas, la responsabilidad por el mantenimiento y cuidado del cementerio militar. Posteriormente, recibí el llamado de Sir Robin Christopher, embajador a la sazón del Reino Unido en la República Argentina, convocándome para la construcción del nuevo monumento funerario, y finalmente, el 13 de septiembre de 2016, la resolución Foradori-Duncan, dio lugar a la identificación de los cuerpos sepultados en dicho cementerio de Darwin.
En este contexto, fue para mí un privilegio ser vehículo de consuelo, en medio de tanto luto y dolor. Estos gestos, sumados a los conmovedores reencuentros protagonizados por soldados de ambos países son prueba de que la paz es un bien, una virtud un proceso dinámico y constructivo, que requiere un continuo cuidado de las causas que la perturban. Tenemos sobradas pruebas de la relación global que vivimos, y los procesos que la fomentan: asistencia humanitaria, así como el intercambio de bienes, servicios, información, ciencia y tecnología.
El presente nos impone, que seamos capaces de articular lo diferente, según un proyecto común que no pueda ser separado, a riesgo de perder la confianza entre las naciones.
Señor embajador más allá de los puntos de vista particulares, nos encontramos frente a seres humanos caídos en cumplimiento del deber, y en dramáticas circunstancias, por la furia destructiva de la guerra .de un lado y del otro.
Recordar el pasado, es comprometerse con el futuro, y es por eso mismo que el Cementerio de Darwin se levanta como un ‘Monumento a la Paz’.
Quienes aprecian la vida, saben que los derechos y diferencias se pueden defender y dirimir en términos civilizados, humanos sin renuncia, pero evitando la barbarie.
Con palabras del poema de Jorge Luis Borges puedo decir que:
“A nuestros soldados les tocó una época extraña, hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez – cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel”.
Hago votos para que nunca se marchiten las energías creadoras de nuestros pueblos, y que todos los testimonios que podamos dejar, sirvan de estímulo para continuar sosteniendo los pilares y la complementación fructífera entre ambos países”.