“Quiero que mis canciones gusten mucho”
Después de Ahora, el compositor y cantante presenta su segundo disco solista Tango en NYC, una fiesta New Wave.
Al improvisado, el disco de Pato Lange puede confundirlo: no hay tango como su título indicaría, Tango en NYC, como si hay una especie de continuación y maceración de lo más poderoso del pop argentino. Hay en Lange vetas de hits que podrían demoler cualquier radio, o, perdón, cualquier canal de Youtube. Hay también músicos que han tocado con enormes valores de rock argentino. Pero más importante, está la furia, encantadora y con ganas de seducir, de Lance y sus composiciones. —¿Cómo surge el título “Tango en NYC”, y que dice hoy, más allá de cómo haya nacido?
—Hace un año y pico estaba en Nueva York, caminando por Manhattan y escuchando una versión de Giros, de Fito Páez, en mi teléfono, y de golpe me di cuenta que estaba en la puerta del Carnegie Hall. Me topé con el edificio turisteando por la zona, no lo había visto nunca en mi vida, ni en fotos creo, y lo primero que se me vino a la mente, mi conexión más cercana con el lugar fue que un tiempito atrás Fito había tocado ahí, en el Carnegie, y me parecía un flash porque conozco desde hace muchos años a Juani Agüero, su guitarrista actual, y pensaba ¡guau, qué zarpado que Juanito haya tocado ahí, del Salón Pueyrredón al Carnegie Hall! Y de toque me inventé una línea que dice “suena un tango en Nueva York, Giros en Carnegie Hall, se ilumina el Obelisco”, porque yo estaba justo escuchando ese tema cuando di con el lugar y porque flasheé que la habrían tocado ahí (aunque no lo sé realmente, le pregunté a Juani meses después, pero ahora me olvidé), y al toque
anoté esa frase en el teléfono. —Después vino la pandemia...
—Un tiempo después me agarró la pandemia, me puse a terminar el disco en casa y cuando tenía la canción casi lista pensé en invitarlo a Juani para que grabemos juntos las guitarras y cerrar el círculo, y meterle algo de onda a la vida porque estábamos en pandemia todo mal, hace mucho no lo veía y quería saber cómo andaba. Y así fue, vino a casa, tomamos unas birras, y grabó unas violas con slide y unos arreglitos líndisimos. Eso fue ahora, en el verano, tipo enero, febrero, algo así. A los pocos días invité a Francisca Quintana, del dúo pop Fransia, a cantar en el tema, y cuando lo tuve listo pensé: “esto me encanta, es genial, temón, quiero que esta canción abra el disco”. Yo ya tenía diseñada una portada con un nombre que no me gustaba mucho (Melodymaker, se iba a llamar, como la revista), y dije: “¿Y si le pongo Tango en NYC? El tema me gusta, el nombre también es sugerente, no sé, sonaba bien, aunque no hay ningún tango en el disco. Y tenía sentido porque había estado en Nueva York, y de hecho había filmado tanto con mi teléfono, que volví y con ese material me hice dos videoclips que son parte del álbum y que me encantan. —¿Qué dirías qué es lo que interesa hacer con la música como arte?
—Quiero poder seguir componiendo, grabando y publicando discos por muchos años. Y me gustaría componer canciones que le gusten mucho a la gente porque a mí escuchar canciones que me gustan mucho me da como una felicidad…, me pongo a llorar, no sé, es como magia. Eso quiero.