“alberto fernández debería saber que cuando habla está representando a todos los argentinos y no a sí mismo”
—¿En qué es igual y en qué diferente este Alberto Fernández?
—Lo veo muy parecido. No veo muchas diferencias con el que conocí en un rol distinto. A veces hay errores más naturales y otros menos naturales. En ese momento era una suerte de jefe de Gabinete consejero para amortiguar o modificar decisiones más intempestivas de Néstor o Cristina Kirchner. Ahora es parecido, solo que en lugar de amortiguar desde abajo debe hacerlo desde otro lugar. Pero su rol es amortiguar. Hoy debe tomar las decisiones.
—¿Notás una dela rrualización de Alberto Fernández en las últimas semanas?
—Es muy distinto. Hay que pensar cuál es el origen y las personalidades. Fernando de la Rúa siempre fue muy circunspecto a la hora de hablar. Distinto es que en el momento en que le tocó atravesar la crisis no haya estado a la altura por los motivos que fueran, ya sea por la virulencia de la crisis, la imposibilidad o sus propias características.
—¿Es injusto con De la Rúa compararlo a Alberto Fernández?
—Los bloopers del presidente son inexplicables porque son fácilmente corregibles, más allá del estrés de la pandemia. Me llama la atención. Tiene un equipo muy grande a disposición. Estos errores evitables los tiene que peinar alguien antes para que no ocurran. Por la magnitud de la palabra presidencial, generan problemas internos y externos innecesarios.
—¿Imaginabas que intelectualmente era capaz de cometer estos errores?
—Es difícil saber qué pasa. Hay algo del proceso que viene de la campaña. Nos gusta pensar que los presidentes son humanos y que en campaña todo el mundo es espontáneo. Son humanos y hay espontaneidad. Pero como candidato prescindió de toda planificación, entre otras cosas porque le pareció buen marketing, una manera de confrontar con el modelo de Jaime Duran Barba. Pero ahora la responsabilidad es distinta. Me tocó atravesar cargos de responsabilidad institucional donde uno tiene que acotar su propia libertad. Un presidente de Banco Central que habla sin tener una guía clara y elige no leer pone en riesgo reacciones del mercado financiero de manera gratuita. Me tocó ser embajador. No me gusta usar traje, pero no me estoy representando a mí mismo. Cuando hablo, sé que estoy representando a 45 millones de personas, entonces no improviso. Vi desde campañas hasta los presidentes de Estados Unidos en acción. Todo lo que parece espontáneo y bonito son teleprompters. No pueden cometer un solo error.