Fernando Sulichin.
el productor tiene contactos con Hollywood, la FiFa, el yerno de trump y Putin. con PerFiL habló también sobre por qué estuvo en olivos y qué hará en cannes.
Desde Cannes, el productor cuenta su trabajo en cine y en la gestión de la Sputnik V.
En unos días pisará la alfombra roja de Cannes y será su festival número 28. “Pero cada Cannes es único y este un poco más, tengo el honor de tener dos filmes: Flag Day, de Sean Penn, que compite en la selección oficial, y el documental de Oliver Stone JFK revisited: Through the Looking Glass (JFK revisitado: a través del espejo). Treinta años después de su magistral película JFK, Oliver revisita el asesinato de Kennedy basándose en los archivos del caso que salieron a la luz pública en los últimos años”, explica Fernando Sulichin a PERFIL, desde Estados Unidos.
—¿Cuándo fue su primera vez en Cannes y por qué ?
—Empezaba mi carrera como productor y caí casi de casualidad. Se había creado una comisión llamada Cinema Libertad, presidida por Danielle Mitterrand, que buscaba promover películas que defendieran los derechos humanos y la lucha por la democracia. Me designaron entonces como representante latinoamericano. Tenía 24 años. Pasé de una liga amateur a la “champions league” en una noche. En ese momento comenzó mi trabajo con Spike Lee, con quien fuimos a esa comisión. Y ahora él es el presidente del jurado. Es emocionante. Siento que con esta edición del festival se cierra un ciclo en mi vida.
—¿Qué opina de la compra de Jeff Bezos de MGM? ¿Qué cree que puede aportar a la industria o lo considera un capricho?
—Creo que es inevitable que las compañías de streaming busquen consolidarse con la propiedad intelectual. Siempre cambiaron de mano. Antes eran las cableras, ahora les toca a las de streaming. Puede que Netflix o Apple pronto hagan lo mismo. El riesgo que corremos es que los estudios privilegien producir películas para los streamers al punto de que la experiencia de ir al cine tenga los días contados. Sería una lástima, es uno de los placeres colectivos más grandes que tenemos.
—¿Quiénes fueron las persona claves que le abrieron la llave de Hollywood? Más allá de Peter Guber (ex CEO de Sony Pictures, productor
de “Batman”, “Rain man” y otros).
—Sin duda, Spike Lee, Oliver Stone, Sean Penn, para nombrar a tres grandes cineastas con quienes tengo todavía el privilegio de trabajar. Pero son muchos más.
—Siempre genera intriga su relación con Hollywood siendo argentino.
—Creo que es más un tema de curiosidad personal que una cuestión de nacionalidad. Creo que si, por ejemplo, me hubiera gustado la cocina, hubiera tenido un desarrollo similar al que tengo como productor de cine. Tiene más que ver con la inquietud que con la nacionalidad. Ser argentino me ayudó y a la vez me trabó. El argentino es audaz; también es vivo, y a veces eso atenta contra la inteligencia. Con el tiempo te moldeás, la inteligencia es una conducta.
Hollywood es muy chiquito, es un puñado de personas que se conocen. La impecabilidad de conducta es muy importante; si te equivocás, quedás afuera.
Si un presidente, y más si es de mi país, me invita a dialogar, ¡bienvenido!
—¿Cómo se define: empresario del mundo del entretenimiento, un empresario que sabe conectar gente para proyectos múltiples?
—No me defino como empresario, sino como productor de cine, documentales y comerciales. Las empresas que creé siempre fueron para consolidar los desarrollos y las ideas de los directores para los que trabajé. Gracias a todo lo positivo que me trajo el cine, trato de volcar mi ayuda a otros a través de organizaciones filantrópicas a las que pertenezco.
—¿Haber sido la persona clave para el proyecto de Oliver Stone con líderes latinoamericanos cree que generó
una mirada diferente hacia usted?
—De nuevo, yo acompaño a mi director cualquiera sea su curiosidad, y aprendo con él. En el caso puntual de ahora con JFK no me hace un experto. Lo mismo pasó con los presidentes latinoamericanos, o con Iggy Pop. Sin dudas, recorrer el continente con Oliver Stone para entrevistar a líderes de nuestro continente fue una experiencia increíble.
—Se publicó que usted fue el “hombre clave para que la Argentina firmara acuerdo con Rusia por la vacuna Sputnik”. Incluso que estuvo en el aeropuerto de Moscú recibiendo a funcionarias argentinas. Algo así como que usted convenció a Putin para ese acuerdo.
—Nadie convence a nadie. Después de filmarlo durante tres años a Putin para el documental de Oliver Stone, quedó una relación que me permitió atender una necesidad de mi país. Sea del presidente que sea, del partido que esté en el gobierno. Yo no voy a los aeropuertos ni a recibir a mi madre (risas). Hay mucha fantasía sobre lo que ocurrió. Estamos en una pandemia y la mayor necesidad son las vacunas. Creo que cualquier colaboración para luchar contra este virus maldito es válida, sin cuestión política o geopolítica de por medio. Hice otras cosas para ayudar con la pandemia. Por ejemplo, en Core (Community Organized Relief Effort), la fundación a la que pertenezco como executive board member, creada por Sean Penn en 2010 durante el terremoto de Haití (https:// www.coreresponse.org). Ellos han colaborado enormemente en la detección y la vacunación en Estados Unidos, vacunando alrededor de 10 millones de personas. Hasta copamos el estadio de los Dodgers (Los Angeles) para vacunar. Y seguimos en el mundo: el foco ahora son los países sin acceso financiero a las vacunas.
—¿En este marcó visitó Olivos? ¿Se puede saber para qué? ¿Hay idea de una segunda parte del ya mencionado documental sobre presidentes latinoamericanos?
—La única agenda es superar este virus maldito que nos tiene que unir a todos en lugar de desunir. Creo que si un presidente de cualquier país –y más si es del mío– me invita a dialogar, para ayudar o para tener mi punto de vista, ¡bienvenido! Usted también lo haría; son relaciones públicas.
—¿Por qué Jared Kushner –yerno de Trump y su ex asesor– lo invitó a formar parte de Peace and Prosperity (una iniciativa por la paz en Oriente Medio)?
—Por mi manera de pensar y mi actuar poco convencional. La presentación en la que formé parte tenía que ver con cómo el entretenimiento puede unir Oriente Medio con Occidente. Mi coequiper era el presidente de FIFA, (Gianni) Infantino. Me honra que me llamen para participar en este tipo de think tanks plurales.
—¿Su cercanía con Putin alguna vez lo perjudicó para hacer negocios o contactos en Estados Unidos o Europa o Israel?
—Para nada. Es la misma cercanía que tengo con Iggy Pop o que tuve con Nelson Mandela, Son sujetos de mis trabajos fílmicos. Todo viene por un costado más humanista que político. Por ejemplo, en 2015 el gobierno francés (de François Hollande) me distinguió como Caballero de la Legión de Honor. Es la máxima distinción del gobierno galo. Fue durante la cumbre del cambio climático de París, cuando se firmó el gran tratado. Fue emocionante.
—¿Cree que la filantropía
La única agenda del presente es superar este virus maldito, dice Sulichin.
a cargo de personajes como Trump sinceramente resulta creíble, sobre todo cuando habla de “lograr la paz mundial”?
—Me encantaría ver lo positivo de cada uno. No todos somos cien por ciento malos o cien por ciento buenos. Intento ver el lado positivo. No hay que manejarse con tantos preconceptos.
—De las campañas filantrópicas en las que participó, ¿cuáles siente que empezaron a dar algún resultado concreto?
—Todo lo que hicimos con Sean Penn dentro de su fundación es conmovedor, impresionante y los resultados están en acción. Desde el inicio, en el terremoto de Haití hasta el comienzo de la reforestación del país, hasta los rescates en el huracán de New Orleans o la campaña de vacunación para salir del final del túnel de la pandemia son cuestiones emocionantes, tangibles y que llenan de satisfacción. Ver a los veteranos de guerra superar el estrés postraumático a través de un proyecto de Meditación de la David Lynch Foundation es muy reconfortante.
—¿Qué personajes o líderes contemporáneos sigue con atención y por qué?
—A Boris Johnson, uno de los políticos del momento, muy dinámico. Vladimir Putin, porque está convencido del rumbo para su país. Biden me sorprende para bien. Me encantaría mucho diálogo entre todos y menos precondicionamientos históricos.
—Hablando de Joe Biden, ¿qué opina de su intención de que los millonarios vuelvan a pagar más impuestos?
—Me parece imprescindible. El debate sobre los impuestos de las tecnológicas va a ayudar a equilibrar el desarrollo.
—En la Argentina hay sectores que hablan como si la grieta fuera un sello nacional. ¿Cuál es “la grieta” en la sociedad global?
—En la Argentina todos creen que el país es el centro del mundo, y nadie ve nada positivo nunca. Cada vez que regreso, todos están despotricando contra el gobierno de turno, sea el que sea. Eso nos retrasa y siempre volvemos a si somos unitarios o federales, Boca vs. River. Creo que de esta salimos unidos o no salimos. En el mundo hay intereses distintos y hay una desigualdad impresionante. La riqueza está concentrada en muy pocas manos. Tiene que ver con la condición humana. Hay grietas en todos lados. Aun en el tema ambiental sigue habiendo intereses económicos muy ambiguos e ignorantes. Sería terrible que el medio ambiente quede como moda, porque es la próxima pandemia. El gran desafío que presenta América Latina es que no tiene financiamiento suficiente para enfrentar el cambio climático, para evitar la mayor de las catástrofes, que es el calentamiento global.
—¿Qué proyectos mediatos tiene?
—Estoy trabajando con Oliver Stone sobre un documental,
The bright future, que trata de soluciones prácticas para resolver el problema energético en el mundo. La energía nuclear puede ser una alternativa, por ejemplo. Es uno de los trabajos más interesantes. Resume tanto mi interés filantrópico como cinematográfico.
Por otro lado, estoy leyendo proyectos, tengo muchas ganas de dirigir el año que viene y que alguien me produzca a mí.