Los dueños del futuro
Tecnológicos y la inteligencia artificial
☛
Paidós Empresa
☛
☛
Nueve gigantes
☛
Amy Webb
La inteligencia artificial (IA) ya está aquí con nosotros, pero no como habíamos imaginado. Es la columna vertebral de nuestros sistemas financieros, del sistema eléctrico y de la cadena de suministros del comercio minorista. Es la infraestructura invisible que dirige el tráfico, que encuentra el sentido a las palabras que digitamos mal y que determina lo que debemos comprar, mirar, escuchar y leer. Es la tecnología sobre la cual se construye nuestro futuro, pues tiene que ver con todos los aspectos de nuestra vida: la salud y la medicina, la vivienda, la agricultura, el transporte, los deportes e, incluso, el amor, el sexo y la muerte.
La IA no es tan solo una tendencia tecnológica, una palabra de moda o una distracción temporal: es, más bien, la tercera era de la computación. Estamos pasando por una transformación significativa, muy similar a la que vivió la generación de la Revolución Industrial. En un comienzo, nadie reconocía la transición en curso, pues los cambios iban ocurriendo de manera gradual en la vida de las personas. Al final, el mundo era diferente: Gran
Bretaña y Estados
Unidos se habían convertido en las potencias dominantes del mundo, con el suficiente capital industrial, militar y político para cambiar el rumbo de la historia en el siguiente siglo.
Abundan los debates sobre la IA y su impacto en el futuro. Todos conocemos los argumentos tradicionales: que los robots nos van a robar los empleos, que los robots van a destruir la economía, que los robots van a terminar matando a los seres humanos. Si se sustituye la palabra robots por máquinas, vemos que se trata de los mismos debates de hace doscientos años. Es natural pensar en el impacto que tendrá la nueva tecnología en el empleo y en nuestra capacidad para obtener ingresos, pues, en efecto, muchas industrias se han visto afectadas. Es comprensible que al pensar en la IA evoquemos la imagen de HAL 9000 en la película 2001: Odisea del espacio, de WOPR en Juegos de guerra, de Skynet en The Terminator, de Robotina en Los Supersónicos, de Dolores en Westworld o la de cualquiera de los cientos de productos antropomorfizados de IA presentes en la cultura popular. Si usted no trabaja directamente dentro del ecosistema de la IA, es posible que el futuro le parezca fantástico o atemorizante, y todo ello por las razones equivocadas.
Las personas que no están inmersas en los asuntos cotidianos de la investigación y el desarrollo en IA no pueden ver las señales con claridad, lo cual explica por qué el debate público se centra en estos robots ultrapoderosos del cine reciente o refleja un tipo de optimismo desenfrenado y excesivo. La ausencia de matices es una parte de la génesis del problema: hay quienes sobrevaloran la aplicabilidad de la IA, en tanto que otros arguyen que se convertirá en un arma imparable.
Puedo hacer estas afirmaciones sobre la base de los conocimientos que he adquirido en investigaciones realizadas sobre IA, con personas y organizaciones tanto dentro como fuera del ecosistema de la IA. Desde dentro, he asesorado a diversas compañías que se encuentran en el epicentro de la IA, entre ellas Microsoft e IBM.
Desde fuera, he asesorado a responsables y partes interesadas, tales como inversionistas en capital de riesgo, líderes de los departamentos de Defensa y de Estado y a legisladores de los Estados Unidos, quienes consideran que la regulación es el único camino para avanzar. De manera similar, he asistido a cientos de reuniones con investigadores y tecnólogos académicos que trabajan directamente en la materia. Es muy poco común que las personas que trabajan de primera mano en IA compartan las visiones extremas del futuro, ya sean apocalípticas o utópicas, que suelen ventilarse en los medios de comunicación.
¿La razón? Al igual que los investigadores en otras áreas de la ciencia, las personas que están construyendo el futuro de la IA buscan moderar las expectativas. Para alcanzar resultados destacados se requiere mucha paciencia, tiempo, dinero y resiliencia, pero casi siempre lo olvidamos. Estos investigadores trabajan de manera constante, paso a paso, sobre problemas terriblemente complicados, y en ocasiones es muy poco lo que logran avanzar.
Son personas inteligentes, experimentadas y, según mi experiencia, compasivas y consideradas.
En su gran mayoría, trabajan para
Vivimos una transformación tan significativa como la que se vivió en la revolución industrial