“Yo veo un prólogo y le rajo”
Conocí a Leónidas en 2003, cuando dio un seminario sobre poesía gauchesca en la Facultad de Filosofía y Letras. La primera clase faltó, estuvo a punto de renunciar, pero una de las hijas logró convencerlo. Las charlas con Leónidas no terminaban al despedirlo, sus lecturas filosas, su bagaje, todo me seguía dando vueltas. Una manera de enfocar la ansiedad que provocaban aquellos encuentros fue hacer un registro audiovisual que captara toda su ironía, su poder de sugestión, su desacartonamiento. Lo vimos llorar y reír al mismo tiempo, vivificando el principio de su poética. Leónidas hablaba como escribía, tronchaba las frases donde el sentido podía resultar demasiado obvio. El poema estaba siempre ahí, decía, “al fuego, cocinándose”. Los poemas, decía, “salen porque salen”. Era como que tenía un guion, sin tenerlo. No forzaba nada, ni la mano al saludarte. No era de los que mientras te hablan citan con prosapia. Leónidas despreciaba los tecnicismos. “Yo veo un prólogo y le rajo”, dijo. Pensaba el poema, lo maquinaba incansablemente, infinitamente. Yo me sentía cómplice de Leónidas y de sus andadas, mientras él compartía con nosotros sus derivas literarias, la intimidad de su escritura, pero también los avatares de la vida cotidiana, como cuando se enfermó su perro, Dodo. En un momento dado ya no podía esperar hasta el próximo encuentro, necesitaba el sucedáneo Lamborghini para seguir. Leónidas dijo, en octubre de 2004, que era malo que El solicitante descolocado tuviera vigencia, y todos comprendimos a qué se refería.
Conocí su laboratorio o cuarto de servicio, un sucucho al fondo de un pasillo, repleto de libros, retratos y recuerdos, donde Leónidas se recluía para crear, a la manera de Procopius. Allí fuimos testigos de una escena vital, íntima de la literatura argentina, que él quiso que grabáramos, socarronamente, y que forma parte del material de la tercera parte, en preparación, de Encuentros con Leónidas Lamborghini, el solicitante descolocado. n
*Codirector, con Esteban Bertola, del sello Editores Argentinos y realizador del documental Encuentros con Leónidas Lamborghini, el solicitante descolocado.