Arde el oficialismo
mente, lo zamarreó en público. Justo él, que debe ser uno de los pocos que alguna vez durmieron en la cama del joven en Santa Cruz, en tiempos de Néstor. Surgió una autoridad desconocida en el Presidente, harto quizá de hundirse por la pésima política de vacunación que lo ha desintegrado y la hostilidad continua de la familia Kirchner. Dijo sencillamente en su alocución: “Si no les gusta, me voy”. Y echale la culpa a Pfizer.