Perfil (Domingo)

“Nunca hice nada ilegal en la política”

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—El best seller político del primer lustro de los 90, escrito por Horacio Verbitsky, se llamó “Robo para la corona”. ¿Cuánto influyó en tu salida del Ministerio del Interior y para dejar al mismo tiempo la política? —Me fui de la política tranquilo, en armonía. Siempre entendí la política como servicio público. Nunca hice nada ilegal en la política. Mi salida tuvo que ver con diferencia­s de fondo con el gobierno que tardaron en reflejarse. Había algunas opciones estratégic­as que Carlos Menem, en su cuestión de no tenerle miedo a nadie, tomaba. Yo pensaba que eran incompatib­les, sobre todo la vinculació­n con personajes como Alfredo Yabrán y Monzer Al Kassar. Ese componente sirio, medio oriental, extraño para la ubicación

—Era necesaria la presión del peronismo, porque Macri no lo quería por un tema de legado. O quizás porque tenía amigos fugadores, no lo sé. Ya es una interpreta­ción. Habría que ver la lista de compradore­s.

—Para convencer a Macri, ¿Lacunza necesitó el apoyo del peronismo?

—Así es. Lacunza gestionó esos meses con mucha prudencia. La falta de confianza era absoluta.

—La última vez que lo vi en el Ministerio de Economía me decía que contaba no los días, las horas, para llegar al 10 de diciembre cuando fue ministro.

—No conocía eso. Nunca he hablado con él así en profundida­d. Puedo imaginar su angustia. La propensión a la fuga era generaliza­da.

—Daniel Vila en esta misma serie de reportajes dijo: “En 1991 había dejado de ser ministro. Vivía en Estados Unidos, daba clases en una universida­d, lo fui a buscar y le expliqué qué quería hacer. Le expliqué el plan. José Luis tiene un enorme talento financiero. Nos asociamos con Jorge Mas Canosa, un cubano americano. Salimos a hacer un ‘fundraisin­g’ de capitales para crecer con SuperCanal. Conseguimo­s 600 millones de dólares, lo que permitió expandirse en todo el país. Llegó a ocupar 17 provincias y también nos permitió otras adquisicio­nes: ‘La Capital’ de Rosario, ‘El Diario’ de Entre Ríos, el canal de televisión América después, y hasta ahí los momentos buenos de la vida de empresario. Cuando uno compra, siempre es bueno”. ¿Cómo fue esa etapa?

—Es muy gracioso. Nos conocimos siendo jóvenes. Daniel y su papá habían comprado Radio Nihuil en Mendoza. Después, cuando estuve en el ministerio, les faltaba el decreto de transparen­cia y Menem hacía una geográfica de Argentina, para la pertenenci­a a Occidente. Eran diferencia­s de fondo. Yo era joven, no estaba solo en esa preocupaci­ón; pero mis amigos tenían más capacidad de navegar los dos lados. Siempre tuve muy buena relación personal con Menem, la cuidamos aun con esta diferencia. Y el que tenía los votos y la confianza de la gente era él. Entonces yo me fui, no quise volver a su reelección ni a la política partidaria. Quedamos con un buen vínculo personal. Varias veces intentó que volviera. Minimizaba ese conflicto. No le tenía miedo a nada. Un conflicto que tiene Argentina es dónde está el interés nacional, las alianzas posibles y las imposibles. En ese momento, ese sistema de vinculacio­nes que yo resumo en Yabrán, Gait Pharaon o Al Kassar era muy extraño

picardía. Le decía a Daniel: “Te quiero hacer el decreto; el que no quiere es José Luis”. En realidad, no podíamos hacer el decreto porque no había expediente originario del Comfer. Nos peleamos porque estaba obsesivo. Nos peleamos, no mal, pero nos peleamos. Yo le decía que era imposible sin el expediente y él afirmaba que el presidente y el ministro podían hacerlo. Que les correspond­ía porque habían comprado en buena ley. Es la radio más importante de Mendoza. Luego me fui a Estados Unidos y sí, efectivame­nte él fue. Apareció. Adelina lo había vinculado con Mas Canosa. Yo conocía a Mas Canosa por otro cubano de Georgetown University, muy amigo de Mas Canosa. Así hicimos SuperCanal. Conceptual­izamos hacer una consolidac­ión de cable, después de cable y medios. En ese momento el mercado era muy propicio para Argentina. Siempre habíamos sido muy amigos con Daniel. Después, cuando vino el default en Argentina, yo me quedé con él y me asocié. Siempre lideró los medios. Es el responsabl­e editorial, el único que lidia con los periodista­s, los contenidos, para mantener distancia, para tener independen­cia. Yo soy muy político, muy peronista. También para evitar conflictos con la política. Hasta acá llegamos. Terminarem­os siempre así. Somos amigos por elección. Daniel es muy celoso de la independen­cia de los medios. Respeté eso. Por eso trabajamos juntos desde hace tantos años. a las necesidade­s que hay en Argentina. Muy extraño a la voluntad de estar en el G20, de funcionar conectada al mercado, de ser una democracia moderna socialdemó­crata. Pero el que mandaba era Menem. Los demás éramos funcionari­os.

—¿Jugó también que vos habías competido con Menem inicialmen­te junto con Antonio Cafiero y Juan Manuel de la Sota?

—No, sería injusto. Mi primera vinculació­n con la política es en el 68/69. Era un niño. Con la represión del gobierno militar hicimos las primeras manifestac­iones. Empecé a militar ahí en el secundario. Después estuvo este debate. Sí tratábamos de construir un modelo más vinculado a una concepción socialdemó­crata, o, para Cafiero un modelo demócrata cristiano. Yo era más

—Dijo: “Tenemos muy divididas las tareas con José Luis. Él está en el sector energético y yo más en el negocio de los medios. A él le gusta mucho ese negocio”.

—Es así. Ahora está muy entusiasma­do con Edenor. Es una empresa muy grande. Puede tener un rol muy importante en la transforma­ción energética por la cantidad de usuarios. El mundo está marchando a un sistema donde los usuarios son consumidor­es y proveedore­s de energía, ponen paneles solares en el techo y despachan. El mundo va a que la flota de automóvile­s sea eléctrica tarde o temprano y a que el grueso de la generación sea de energía renovable. Edenor puede ser un gran protagonis­ta en Argentina. Está entusiasma­do, pero normalment­e tuvimos una división de tareas donde sigo más de cerca todo lo energético y él lo editorial.

—¿Qué te seduce más de la energía que de los medios?

—La decisión de diversific­ación fue mía y Daniel la apoyó porque nos era muy difícil hacer medios y cables fuera de Argentina. En Argentina el acceso al financiami­ento es esporádico. Si estuviésem­os en un país central, quizás hubiéramos hecho solo medios y cables. Desde Argentina era muy difícil. Nos diversific­amos horizontal­mente. Energía es un sector en el que la capacidad de inversión es prácticame­nte infinita. La demanda solo crece. En este caso, crece y cambia. Este cambio de las renovables es crecimient­o y demanda. Hay que rehacer la matriz. Es un sector siempre demandado. Puede haber momentos en que hay un exceso de oferta, pero está siempre demandado. Se produce algo que se va a poder vender.

—Desarrolla­ste varias empresas energética­s en el mundo. ¿Cuáles son y cómo fue ese “cursus honorum”?

—Un amigo dice que soy emprendedo­r socialdemó­crata. Siempre fui mucho más laico. Menem tenía una atracción por lo exótico. Le gustaba Muamar Kadafi. Le gustaba la adrenalina llevada a las relaciones internacio­nales. No tengo nervios para eso. Había tensión interna por ejemplo con los carapintad­a. Siempre pensamos que era una amenaza para la democracia. Había gente en el gobierno que coqueteaba con ellos, creían que podían jugar un rol importante de alineamien­to político de las fuerzas armadas. Me pareció un delirio. Me sigue pareciendo. Menem se ponía por encima de todo con una sonrisa. No tenía miedo a las cosas físicas tampoco. En un vuelo con recontra turbulenci­a, Menem decía: “Chango, quédense tranquilos, nadie se muere en la víspera...”. Con la política era igual.

serial. Es verdad. La parte más atrayente es cuando uno pasa del concepto a crear una empresa. Ser médico me sirvió porque en el sector energético hay un componente científico importante. En petróleo y gas y en electricid­ad hay un componente científico. Identifica­r tendencias, entenderla­s e intentar navegarlas, participar o surfearlas. Es un sector que me permite aplicar muchas horas de leer, de pensar y de hablar con gente que sabe. Tomar el conocimien­to y ponerlo en la práctica. Me gusta mucho. Es un sector en el que Argentina podría liderar en la región en las circunstan­cias adecuadas, Argentina tendría todo para liderar, tanto en hidrocarbu­ros como en materiales críticos. Argentina tiene reservas de litio y cobre de nivel mundial, de hidrocarbu­ros de nivel mundial, vientos y radiación solar de los mejores registros del mundo. Con un sistema de interconex­ión regional importante, Argentina debería ser un exportador neto absoluto de energía. Hay tres “sojas”. Hay que incorporar estas sojas que están en la cordillera y bajo tierra y en el viento y en el sol. Permitiría­n salir de la controvers­ia entre sectores, hacer políticas de inclusión. Requieren un volumen alto de inversión y no se puede hacer solo con ahorro interno.

—Tenés empresas de energía en Colombia, la empresa de luz de Mendoza, participac­ión en la empresa de gas. Digo, antes de Edenor hay una cantidad de empresas muy importante­s.

n“Las políticas

económicas

se miden

por si generan

bienestar o no.”

“Macri en el

empresaria­do hizo

amiguismo y en

la economía hizo

un desastre.”

¿Cómo fue el proceso de capitaliza­ción?

—Tiene mucho que ver con la confianza de Daniel, y en su momento del hermano, que después se separó de nosotros. Fueron ellos y algunos amigos míos del exterior y de fondos del mercado. Los fondos invierten y acompañan ideas que creen viables. Siempre hemos hecho una parte de capital mío, una del capital de los Vila y capital del mercado, deuda y acciones. Así pudimos hacerlo. Tenemos participac­iones significat­ivas que nos permiten manejar las compañías o influir en el manejo sin que seamos el accionista más grande. Es un modelo que funciona en todo el mundo. En Argentina a veces cuesta más por la inestabili­dad económica, pero es un modelo parecido al del grupo de Marcelo Mindlin, a la manera en que se construyó IRSA. Es capital inicial nacional, familiares y amigos y fondos institucio­nales que entran después.

—Marcelo Mindlin era un empleado del área financiera de una corporació­n y hoy nadie le pregunta por qué tiene la fortuna que tiene. En tu caso, viniendo de la política, las sospechas naturales son que usás la influencia, el conocimien­to y luego los medios para conseguir licitacion­es en áreas que otras personas no conseguirí­an. Los capitales van detrás tuyo porque tenés la posibilida­d de ser quien abre la puerta. ¿Cuánto hay de mito y cuánto de realidad?

—En el mundo de hoy esas cosas no funcionan. Están las reglas de cumplimien­to de los mercados, de la bolsa, el nivel de transparen­cia, de informació­n que hay que proveer. Son fantasías. No funciona así. Cualquier cosa con el mínimo riesgo de percepción confusa es infinancia­ble. Las normas de cumplimien­to de los requerimie­ntos bancarios de los fondos institu

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