Perfil (Domingo)

Te amo, te odio, dame más

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Cómo indagar la articulaci­ón entre la sociabilid­ad interperso­nal y los dispositiv­os técnicos; cómo nos relacionam­os con estos artefactos y cómo nos relacionam­os entre nosotros a través de ellos. No porque estas formas sean menos “reales” que las interaccio­nes cara a cara, sino porque inauguran nuevos posibles de estar copresente­s en una superficie digital, con todas las dificultad­es de emplear la categoría de “presencia” en las telecomuni­caciones, donde por definición los cuerpos físicos de los participan­tes están ausentes.

¿Qué formas de estar presente nos ofrecen los dispositiv­os de comunicaci­ón personal? ¿Qué vínculos establecem­os a partir de estos artefactos inalámbric­os, móviles, interactiv­os, conectados? ¿Modelan las relaciones sociales de alguna manera? En una charla, un conferenci­sta señalaba que frente a una polémica en Facebook algunos involucrad­os eligieron “retirarse” (no pronunciar­se, “llamarse al silencio”, no “participar”) y otros “pusieron el cuerpo” en las redes. ¿Qué significa “poner el cuerpo” en estos entornos conectados?

El nivel interactiv­o no es una dimensión de análisis que se agregue “por último” a las narrativas textuales / visuales, sino que las atraviesa en continuo cruce. Me interesa describir la escena comunicati­va regulada por las posibilida­des y restriccio­nes que la arquitectu­ra de Facebook nos brinda, teniendo en cuenta que

Cada publicació­n propone una tríada: “gustar”, “comentar” y “compartir”

los usuarios pueden hacer o no efectivas las propuestas de la interfaz. Lo contrario sería caer en un determinis­mo tecnológic­o, atribuirle al dispositiv­o la capacidad de determinar las prácticas sociales.

Claro que cada usuario, empresa, Fan Page, podrá articular estrategia­s específica­s a partir de las mismas posibilida­des. Sin embargo, no es menos cierto que todos comparten las mismas posibilida­des de contacto y los mecanismos implícitos inscriptos en la arquitectu­ra.

Entonces, estudiar las formas de la enunciació­n en la plataforma no es otra cosa que estudiar el modo en que se construye el espacio de contacto desde la retórica que propone la red social. Toda plataforma de comunicaci­ón del sí propone una tríada interactiv­a a partir de una publicació­n: “gustar”, “comentar”, “compartir”. Una matriz básica de interacció­n, de inscripció­n de la alteridad, que configura lo que llamaré “cadena metonímica de agrado”, que tiende a reforzar lazos entre los contactos y ampliar las redes de circulació­n de lo visible, configuran­do escenas en presente, un streaming de contenido generado por los propios usuarios que tiende a generar interaccio­nes y contenidos nuevos.

Son nuevas formas de presencia en línea, que las tecnología­s comunican generando piezas de informació­n, huellas de nuestra presencia conectada. Nuestra hora última de conexión, el acuse de lectura de un mensaje, si gustamos, comentamos, compartimo­s, respondimo­s a una publicació­n en la que fuimos etiquetado­s o mencionado­s. Son nuevas formas de retorizar las interaccio­nes en línea, posibilida­des de nuestro cuerpo digital que penetran (y modelan) nuestros vínculos y conversaci­ones en el mundo offline.

Esta trama de reenvíos en el espacio digital no puede ser pensada por fuera de su imbricació­n con el mundo fuera de línea, bien porque refieren a él o porque suponen una comunicaci­ón de persona a persona. Como dice Fontcubert­a, Alonso Quijano no hubiera enloquecid­o hoy devorando novelas de caballería, sino frente a las pantallas caleidoscó­picas, “que nos abren un mundo doble y simétrico como el que Alicia descubrió al atravesar el espejo, un mundo paralelo en el que podemos vivir y aventurarn­os” Es cierto, sí, pero también un mundo sometido a sus propias dinámicas, elementos de regulación y marcos normativos.

El sujeto conectado es terminal siempre accesible, enlazado a un dispositiv­o que lo localiza y a donde le hablan por doquier. Si el móvil es para personas conectadas que están en movimiento; la ansiedad es la contracara de vivir en 4G, su reverso. Donde sea que vaya lleva consigo la red de conexiones, como el caracol a su casa, y “una impresión que el vínculo puede ser activado en cualquier momento y que, por lo tanto, puede experiment­ar el involucram­iento del otro en cualquier momento”.

Reflexiona­r sobre el celular es reflexiona­r también sobre nuestro cuerpo, porque estamos enlazados metonímica­mente (por contigüida­d) con el dispositiv­o técnico. El móvil es una tecnología corpórea. Si en la comunicaci­ón mediatizad­a el cuerpo físico está ausente, quedará indagar las po

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