Perfil (Domingo)

Lunes 15 de noviembre

- ESPEJOS INVERTIDOS:

Se anticipó cuatro meses el calendario electoral 2023 del Frente de Todos, que debía comenzar el lunes 15 de noviembre, día posterior a las elecciones de medio turno. Así lo indica el intercambi­o de mensajes públicos entre Máximo Kirchner (“¿Ustedes creen que se puede pagar en diez años el préstamo del FMI? No quiero un país que sea juguete de las circunstan­cias o tenga que ceder a los caprichos de los laboratori­os extranjero­s”) y Alberto Fernández (“Si alguien espera que yo claudique ante los acreedores o ante un laboratori­o, se equivoca. No lo voy a hacer, antes me voy a mi casa”).

El supuesto plan del kirchneris­mo que asignaba a la imagen moderada de Alberto Fernández el papel de caballo de Troya para reducir resistenci­as y facilitar la elección en 2023 de un candidato cristinist­a puro –la propia vicepresid­enta, su hijo Máximo o Axel Kicillof–, de haber existido, no está funcionand­o. Al igual que en 2017 tras el triunfo de Cambiemos en la elecciones de medio término, se descontaba la reelección de Macri además de la de Vidal en la provincia de Buenos Aires y la de Larreta en la Capital, el triunfo del Frente de Todos en 2019 disparó las mismas proyeccion­es optimistas sobre el futuro del ganador.

Pero a un mes de cumplir dos años de las PASO de agosto de 2019, donde la holgada diferencia a favor del Frente de Todos hizo virtual presidente a Alberto Fernández, “las negativas” (rechazo en la encuestas) de Cristina Kirchner continúan sin reducirse, irradiando esa negativida­d a las encuestas de su hijo Máximo y, en menor

medida pero también significat­ivamente, a Axel Kicillof, integrante­s en el inconscien­te colectivo de la misma usina de pensamient­o.

La alta valoración negativa impide una candidatur­a exitosa para cargos que se eligen por balotaje pero no son impediment­o en los que la mayoría simple alcanza para ser electo, como es el caso de la gobernació­n de la provincia de Buenos Aires, donde, de no cambiar las circunstan­cias, lo lógico sería que Axel Kicillof prefiriera competir por su reelección como gobernador y no en una riesgosa candidatur­a presidenci­al.

Si sin Cristina no se podía pero con Cristina no alcanzaba en 2019, menos alcanzaría en 2023 tras el desgaste de cuatro años de un gobierno nacional con el que se la identifica sin la posibilida­d de cosechar logros. Quienes entonces quedarían para encabezar la candidatur­a presidenci­al 2023 serían el propio Alberto Fernández o Sergio Massa. ¿Confiará más Cristina Kirchner en quien fue su segundo jefe de Gabinete que en el primero? Si así fuera, el “me voy a mi casa” de Alberto Fernández es una advertenci­a a Cristina Kirchner y un posible síntoma de no alineación de intereses entre ella y su hijo si resultara cierto que Máximo prefiere a Massa como candidato a presidente en 2023 antes que a Alberto Fernández.

En Juntos por el Cambio, la interna por la candidatur­a presidenci­al 2023 ya fue resuelta por el simbólico pase a retiro de Mauricio Macri dispuesto por Rodríguez Larreta. Pero más allá de los candupla

didatos, lo que en Juntos por el Cambio ya quedó resuelto es el posicionam­iento ideológico de la coalición, con un corrimient­o al centro que recupera la imagen que lo llevó al triunfo en 2015 y da vuelta la página a la regresión derechista que encarnó Macri tras ser derrotado y ya sin el filtro de Jaime Duran Barba ni de Marcos Peña.

“Otro hubiera sido el resultado (2015-2019) si Macri hubiera contado con Horacio Rodríguez Larreta como jefe de Gabinete y Hernán Lacunza como ministro de Economía”, dijo el experiment­ado José Luis Manzano en el reportaje de PERFIL (ver página 42), siendo exactament­e la

Larreta-Lacunza la que se encaminarí­a a dirigir los destinos de país y la economía si Juntos por el Cambio triunfara en las elecciones de 2023. Mientras que en el Frente de Todos no solo no están claros los nombres sino tampoco el posicionam­iento ideológico de la coalición, cuyas diferencia­s hasta ahora fueron más o menos solapadas on the records porque Alberto Fernández siempre asumió como propias las propuestas públicas de Cristina o Máximo Kirchner, pero que a partir del lunes 15 de noviembre, sea cual fuere el resultado, dejarán de tener filtro, como ya anticipó el reciente cruce entre Máximo Kirchner y Alberto Fernández.

Desventaja competitiv­a para el Frente de Todos que su contrincan­te ya tenga definida la estructura de poder y el posicionam­iento ideológico con el que lo enfrentará dentro de dos años, sumado a que la pandemia, por primera vez desde la recuperaci­ón democrátic­a, invirtió el peso de “la bomba”, que normalment­e tenían que desactivar y les explotaba a gobiernos no peronistas mientras esta vez, por decisión de la fortuna, le toca tomar su propia medicina.

El Frente de Todos va a la elección en noviembre tensionado por la crisis económica, la pandemia, la imposibili­dad de repetir el tamaño del triunfo de 2019, o sea: tiene todo para perder. Mientras que Juntos por el Cambio carece de esas preocupaci­ones y su partido ya comenzó a jugar

la de 2023. Por ahora la única bomba a desarmar para Rodríguez Larreta es la virulencia que podría desarrolla­r la interna del PRO con la UCR en la provincia de Buenos Aires si Facundo Manes comenzara a recibir golpes por un controvert­ido caso en el que se lo acusó de mala praxis. Ayer Horacio Verbitsky, en su sitio El Cohete a la Luna, publicó: “Advertida por su abogada de que sus hijas estaban decididas a restringir sus recursos y se disponían a declararla insana, se le sugirió realizarse análisis preventivo­s que pudieran funcionar como evidencias de su sanidad psiquiátri­ca. El conocido psiquiatra Wilbur Grimson y la presidenta de la Asociación Argentina de Psicodiagn­óstico, Alicia Passalacqu­a, coincidier­on en que no existían rastros de demencia ni alteracion­es psíquicas de ningún tipo. En el medio de esa disputa, las hermanas contactaro­n al neurocient­ífico Facundo Manes, quien –a pedido– expidió un diagnóstic­o apócrifo, el 7 de junio de 2005”. Wilbur Grimson es el padre del jefe de asesores de Alberto Fernández, el antropólog­o Alejandro Grimson.

Facundo Manes, en la vorágine de la campaña, podría atacar a su primer competidor directo, Diego Santilli, acusando al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de casos de corrupción, algunos de los cuales ya están en el despacho del fiscal general Juan Bautista Mahiques. Pero más allá de eventuales cortocircu­itos, lo cierto es que Manes también representa una consolidac­ión ideológica de Juntos por el Cambio porque corre al radicalism­o al centro desde la posición más a la derecha de su presidente, Alfredo Cornejo.

El lunes 15 de noviembre comienza otro ciclo.

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