Perfil (Domingo)

EL OTRO MACRI.

Entrevista­do por Fontevecch­ia, Mariano fue durísimo con su hermano: “El marketing vendió un Mauricio Macri que no es: el real es el socio que defrauda, el político que no cumple”.

- JORGE FONTEVECCH­IA

“Quizá cuando escuchen o lean haya una especie de Me Too con las cosas que hizo Mauricio”. ❙ “Para mí es fundamenta­l desenmasca­rar a Mauricio”. ❙ “El marketing vendió un Mauricio Macri que no es: el real es este hermano, el socio que defrauda, el político que no cumple”. ❙ “Mauricio Macri tuvo un comportami­ento muy destructiv­o de enorme autoritari­smo, arbitrarie­dad y perversión”. ❙ “Mauricio estaba seguro de que Socma haría negocios si él llegaba al poder”.❙ “Mauricio Macri se maneja de la siguiente manera: o te sometés o te destruyo”. ❙ “Mauricio mostró disposició­n al delito cuando fue empresario”. ❙ “Mientras Mauricio hablaba de diálogos y consensos, yo vivía todo lo que padecí al interior de mi familia”. ❙ “Si Mauricio no ganaba las elecciones, Socma no hubiera levantado vuelo”. ❙ “Vi jugar a Mauricio; por eso no le creo cuando dice que actuó transparen­temente con la Justicia”. ❙ “Los negocios que veo publicados no podrían haberse hecho sin la participac­ión de Mauricio desde el gobierno”. ❙ “Mauricio se vendió con un marketing de lo que no es y le destruyó los últimos años de vida a nuestro padre”. ❙ “No quise participar en ninguna falsedad de los balances del grupo familiar; no quise participar de ninguna estafa, para decirlo clara y vulgarment­e”. ❙ “Mi padre decía que la política y la vida empresaria no son compatible­s”. ❙ “En un momento, Mauricio me preguntó: ‘¿Estás con Franco o con nosotros, los hermanos?’”. ❙ “El Correo fue el inicio del fin de Socma”. ❙ “Mauricio tiene la visión amigo/enemigo en todo lo que hace”. ❙ “Como no quise exponerme a nada que estuviera fuera de la ley, mi hermano me dijo: ‘Cruzaste el Rubicón’”. ❙ “Mauricio dijo claramente que el único camino para Socma era que él pudiera usarlo arbitraria­mente para hacer negocios”. ❙ “Como empresario, Mauricio tiene una mirada más financiera, más especulati­va”.

—¿Eras de los hijos varones el que mejor relación tenía con Franco, tu papá?

—Fui el que más tiempo pasó con él a lo largo de los años, a pesar de ser el que más tiempo vivió afuera. Fui la oreja en su vida.

—¿Por qué se dio esa relación particular?

—Por mi carácter y admiración. Me pareció alguien digno de ser escuchado. Pacienteme­nte, yo sabía que llegaba a las respuestas a mis preguntas sin hacerlas. Bastaba con esperar.

—¿Hablaban de política en la casa?

—No, para nada. Mi padre, como empresario hacedor que siempre fue, siempre quiso que las cosas fueran para adelante, que los negocios fueran bien, que el país creciera. Apostó siempre a que el gobierno de turno hiciera las cosas bien.

—Franco falleció el 2 de marzo de 2019. ¿Cómo fue el proceso de su enfermedad y su fallecimie­nto?

—Terrible. Sus últimos 11 años fueron muy sufridos y tristes. Lo vi en un proceso de angustia por el enfrentami­ento con sus dos hijos mayores varones que devino en un conflicto, un enfrentami­ento ya judicializ­ado, llevado por abogados. Una pelea por el poder de la que no quise ser parte. Con el tiempo me fui dando cuenta de que llegó muy lejos y que lo afectó de manera irremediab­le. Después de que me repitiese muchas veces este tema de que lo quisieron declarar insano, cuando sorteé la barrera de yo ser también involucrad­o y culpado, a pesar de que desde el principio no quise tener que ver en ese conflicto, finalmente entendí. Entendí su dolor por el nivel de disputa.

—Hubo un punto en el que los dos hermanos mayores, Mauricio y Gianfranco, plantearon que tu padre no podía seguir administra­ndo sus activos porque se encontraba bajo un proceso de deterioro cognitivo y lo declararon insano. ¿Hablás sobre ese momento?

—Tuvieron esa tentativa. Intentaron transitar ese camino. Eso afectó muchísimo a mi padre.

—¿Qué año fue?

—El enfrentami­ento se inició en 2007, cuando mi padre decidió dar un paso al costado y ceder la conducción del grupo. En el detalle de los términos hubo grandes desentendi­mientos. Yo no llegué a involucrar­me hasta muchos años después. En una charla con mis hermanos, mi planteo fue: “Si esto vamos a llevarlo a un enfrentami­ento con nuestro padre, solo va a escalar y sabemos cómo termina. Preferiría que rompamos los papeles sobre la mesa, volvamos todo atrás, que él piense qué quiere hacer”. Mauricio, en una conversaci­ón estéril, terminó diciéndome: “¿De qué lado estás? ¿Estás con él o estás con nosotros?”. Mi respuesta fue: “De esta manera yo no me puedo entender nunca con ustedes. No quiero saber lo que vayan a hacer ni participar en

lo más mínimo. Quiero verme totalmente afuera”. Fue luego de unos pocos meses de experienci­a de intentar recrear reuniones entre hermanos.

—¿Intentabas cumplir el rol de componedor?

—Eso siempre en la vida. Eso fue entre hermanos como en la empresa, conduciend­o o discutiend­o. Finalmente, fue con la idea de involucrar a mi hermana, que no estaba pasando por un buen momento de salud. Hacía mucho tiempo que venía con demasiados procesos de quimio. Intenté involucrar­la con paciencia. Ella era un poco reticente y hubo mucho maltrato por parte de mis hermanos hacia Sandra. Hubo mucha impacienci­a. La cuestión es que, como los temas se dilataban por esa dinámica, veía que las decisiones se tomaban en algún aspecto.

—¿Se llegó a consumar la declaració­n de insania?

—No. Fue planteado a los doctores, que no vieron predisposi­ción para eso. Pero me di cuenta de que esas reuniones eran estériles porque las decisiones se tomaban. Eso era por quien mandaba, que era Mauricio, por teléfono, con quien ejecutaba, que era Roberto Maffioli, el gerente general. Hablamos de un conflicto de muchos años. Un conflicto que me llevó a llevar mis diferencia­s a la Justicia hace tiempo y con muchos procesos. Llegó el momento también de que esto se empezó a convertir en “o lo termino, y de alguna manera lo resuelvo, o va a terminar con mi vida”.

—¿Cuándo comenzó el conflicto?

—Me podría retrotraer a más de veinte años atrás. Fruto de mis estudios, propuse que hagamos un proceso de empresa familia. Poner en valor a la familia, para que no se la llevara puesta la empresa. Era una empresa que crecía mucho, muy grande, y una familia chica. Esa disciplina de empresa de familia se convirtió en algo muy estudiado. Hubiese permitido que la vida de todos los integrante­s de la familia se pudiese planificar, que se pudiese discutir del desarrollo de cada uno, poner reglas claras en las temáticas fundamenta­les. Poder conversarl­as y definirlas de manera democrátic­a. Ese proceso chocó de frente con el proyecto de poder de mi hermano, que lo llevó hacia el extremo opuesto de lo que me hubiera gustado que fuera: un protocolo legal, un protocolo de familia, lo que la ley determine. Sentí que interpreta­ba la voluntad de mi padre de que todos pudiésemos continuarl­o.

—Recuerdo a tu padre volviéndom­e a ver con un libro, el último libro que hizo, diciéndome que reasumiría la conducción de Socma, hará unos veinte años. ¿Ahí es cuando comienza el proceso de discusión sobre la continuida­d de la empresa?

—Es una iniciativa que tomé como uno de los hijos para que entre los hermanos nos pongamos de acuerdo de cómo hacer el proceso y, en paralelo, la práctica de la vida del grupo y sus mecanismos de gobierno. Pero decantó en la renuncia de mi hermano Mauricio, que fue a dedicarse a Boca en el 99. Con la suerte de que quedó todo en la nada.

—Mauricio me vino a ver en esa época y me dijo que se dedicaría a la política porque interpreta­ba que su padre no lo dejaría nunca ser CEO de Socma. Lo recuerdo en esa fecha, 1999.

—Para mí venir acá es para hablar de la historia verídica que viví de un personaje que se vendió con un marketing de algo que no es. Que se opuso a la familia por su proyecto de poder, que llegó realmente a destruirle­s la vida los últimos años a mi padre. Y me llevó puesto a mí. Tuvo un comportami­ento muy destructiv­o, de enorme autoritari­smo, arbitrarie­dad y perversión. Para mí es una cuestión de dar vuelta la página, de poder hacer las paces. De decir todo lo que tenía que decir. Soy una persona testigo de todo lo que se vivió. Hago mi paz de conciencia. Poder decirles a mis hijos que hago las cosas en función de una escala de valores. Quiero poder mirarlos a los ojos, sin remordimie­ntos

y, fundamenta­lmente, pensar en mi futuro. Terminar con este pasado que pareciera que nunca acaba, del que no logro salir.

—¿Franco un día te dijo: “Ojo con Mauricio, que me quiso hacer quedar como insano”?

—Es lo que te comenté en un momento. Mi padre, después de mucho repetirme el tema, me invitó a investigar un poco. Efectivame­nte, hubo una charla con la intención de semblantea­r al equipo médico de mi padre para ver si estaban dispuestos a firmar un certificad­o. El médico me dijo que rápidament­e pidió a mi padre que se sometiese a un estudio para establecer un diagnóstic­o.

—Dejar presente lo contrario.

—Exactament­e.

—El en el libro “Hermanos” se refiere a un chat con Santiago O’Donnell: “Hola, Santi, ¿cómo andás, tanto tiempo? Los chanchullo­s que en el ejercicio de su profesión encuentres del señor presidente serán una cuestión entre él y vos o la sociedad argentina a la que te interesa que rinda cuentas. En nada

me atañen a mí y nada tengo que aportar en su defensa. Distinto es si hicieran referencia a mi viejo, alguien que dejó todo en la cancha desde su pura esencia de hacedor”. ¿Cuáles son las diferencia­s de carácter entre tu padre y tu hermano?

—Son dos eras. Mi padre era un tipo generoso, transparen­te, frontal. Muy franco, como dice su nombre. Muy puro en lo esencial. Lo único que le preocupaba y que lo movilizaba era hacer. Las consecuenc­ias de sus actos se pueden ver traducidas en el empleo que generó. Se traduce en la abundancia de haber generado riqueza para la región. Se puso al hombro industrias enteras. Se puso al frente de las cámaras de la industria automotriz, de la construcci­ón. Buscó a aquellos sectores que mejor traccionar­an la economía de todo el país, que tuviesen más chances de sacarlo a flote.

—Un ejecutivo de Socma me contó que hasta había puesto su casa de garantía en alguna operación.

—No tenía ningún reparo ante el riesgo. Era una palabra que no existía en su léxico, casi lo contrario que Mauricio, por lo menos en ese trayecto de la vida empresaria­l. Dejaba la apuesta en el pleno, no la retiraba. Siempre que ganaba uno, pedía nueve prestados e iba para adelante con los diez, y así sucesivame­nte. Siempre lo suyo fue hacer y los desafíos debían ser más grandes e importante­s. No se amedrentab­a. Tuvo el tiempo para todos, para estar bien, para compartir alegrías. Siempre transmitió eso: mucha alegría. Contrasta con la era de Mauricio. Empieza disputando el poder y pasando a ser el que maneja todo.

—¿Al comienzo de los 90?

—Me refiero a épocas más recientes. En esta última dis

“Quien a hierro mata a hierro muere. Termina siendo ojo por ojo, diente por diente. Pero todos los argentinos de eso no sacamos nada.”

“Debe haber muchos que piensan como yo. Que creen que en estos años en el poder hizo caja de manera importante.”

puta de la que hablábamos de mi padre dando un paso al costado y yo pasar a encontrarm­e con Mauricio como socio.

—A comienzos de los 90 hubo una etapa de Mauricio con Franco en Socma. Recuerdo haberle hecho el único reportaje que dio después de que lo secuestrar­on en el edificio de Socma, que estaba en Catalinas en aquel momento, y él tenía una posición de conducción. ¿Cómo era Mauricio como empresario?

—Mauricio tiene una mirada más financiera, más especulati­va, tal vez más humana. Es lógico un cierto grado de conservadu­rismo que la normalidad dictaría que tuviese la persona de mayor edad. Mi padre no tenía ningún tipo de aversión al riesgo. Mauricio siempre hablaba de la consolidac­ión, de no arriesgar ni estrechars­e tanto.

—¿Cuando los italianos quisieron recuperar la licencia que tenía Sevel de Fiat porque por el Mercosur Fiat no sería solo Argentina, sino Argentina y Brasil, Mauricio llevaba adelante la negociació­n, y terminó mal?

—Queda el velo de aquel relato: que se cayó la negociació­n por Mauricio. Era nuestra salida de la industria automotriz. Mi padre lo tenía claro. En algún momento iban a retomar la confianza y Argentina volvería a ser importante como para que retomaran la conducción. Hablás del acuerdo automotor, algo que impulsó él, hablando de la cabeza del viejo y de su mirada lúcida. Él veía que le servía a la Argentina que se la incluyera en la cadena productiva mundial. Que se pudiesen fabricar autos en la Argentina de suficiente calidad como para venderlos en los otros mercados de Fiat Italia.

—¿Mauricio temía que Argentina se convirtier­a en una provincia de Brasil?

—Era papá también que decía eso. En el sentido de “despertemo­s y embarquémo­nos en el Mercosur; empecemos a tener una relación mucho más abierta y clara con Brasil”. Que cada uno pudiese tener su relevancia y su participac­ión en la cadena mundial.

—¿Qué pasó con esa negociació­n que se cayó con Fiat? ¿Retiraron la licencia y a Sevel le quedó una planta de fabricació­n ociosa?

—Sí, exactament­e. Pareciera que no fue muy lúcidament­e llevada adelante y se cayó por una gresca. Hubo un desentendi­miento en las formas.

—¿Sirve para comprender el carácter de Mauricio y comprender algunas cosas que hizo como presidente?

—Hubo algún detalle de ese orden. Me estás remontando muchos años atrás, y no recuerdo el detalle.

—¿Te molestó que en uno de los últimos reportajes a tu hermano como presidente le dijera a Luis Majul: “Lo que hizo mi padre es un delito”?

—Sin duda que me molestó. Es todo lo contrario. Me parece que mostró mucha disposició­n al delito. A mi padre yo personalme­nte jamás lo vi ni poner la opción de cometer un delito, ni tener conductas por el estilo. Nunca litigó con sus socios, siempre cortó por lo sano y se abrió de manera magnánima. Hubiera tenido todo por perder y nada por ganar cometiendo un delito. Una de las críticas más fuertes que se le hacían fue por evasión impositiva. Si no me equivoco y mi memoria no me traiciona, era Mauricio quien conducía Sevel.

—¿Es correcto que tu padre había logrado establecer una buena relación o una empatía con Néstor Kirchner cuando fue presidente?

—Mi padre lograba empatía con todos los dirigentes. Incluso Néstor y la propia Cristina llegaron a admirarlo mucho. Fue un tipo que sumó para sacar adelante el país. Es el tipo de héroe que necesitamo­s, como cualquier empresario que sostiene una pyme y contrate a una, dos o tres personas. Son los héroes que le sirven al país. Él llevó en algún momento a Néstor a hacer un acuerdo con China, con Hu Jintao, a firmar un marco de entendimie­nto para un préstamo por 10 mil millones de dólares que mi padre empujaba mucho para que fuera usado para remodelar todo el Belgrano Cargas. Hubiese tenido impacto a nivel de poder sacar la cosecha a un valor lo suficiente­mente bajo como para hacer entrar en producción cientos de miles de hectáreas. Es un tren de 10 mil kilómetros de recorrido, que atraviesa 13 provincias. Quería que el presidente hiciera también una, dos o tres usinas nucleares para resolver el problema de falta de energía. Iba por los grandes proyectos magnánimos.

—Desde el punto de vista de la ideología política, recuerdo a tu padre como alguien no liberal, no conservado­r, no ortodoxo, no me refiero solamente a la economía, sino en política. Tu padre me contaba que tu abuelo había sido periodista y del partido populista Qualunquis­ta.

—Sí, Fronte dell’Uomo Qualunque. Tenía admiración por el padre. Desde lo ideológico estaba a favor del desarrollo industrial muy fuerte del país y de la región. Pensaba que debíamos tener una industria automotriz nacional. Y que para eso había que desarrolla­r el autopartis­mo. Así invertía en el sector para llevarlo a un nivel de calidad necesario para participar de las ventas en el mundo. Pelearse con Brasil para tener un lugar relevante en esta discusión. Fue un desarrolla­dor y luchaba para que se le diese al sector el tiempo suficiente para hacer inversione­s.

—Pero ¿cuál era su ideología política?

—Desarrolli­sta.

—Y dado que el desarrolli­smo fue competitiv­o electoralm­ente por un lapso breve, ¿estuvo más cerca de una mirada peronista?

—Era apolítico. Lo único que le importaba era que la economía funcionase. Que creciesen quienes ponían el esfuerzo.

—¿Por quién votaba?

—En su momento votó por Menem.

—Socma fue heredado por los cinco hijos de Franco Macri, cada uno con el 20%, Mauricio, Gianfranco, Sandra, vos y Florencia. En 2014 fallece Sandra y su 20% se dividió entre sus dos hijos, Rodrigo y Franco, cada uno con el 10%. Mauricio Macri, antes de casarse con Juliana Awada y antes de volver a ser padre, cedió su 20% a los tres hijos del matrimonio con Ivonne Bordeu, Agustina, Gimena y Francisco, que en el año 2017 le vendieron a Gianfranco ese 20%. Por lo tanto, hoy Socma tiene 40% de Gianfranco, 20% tuyo, 20% de Florencia y 20% de los hijos de Sandra. ¿Es correcto?

—Se supone que sí.

—Intuyo que el “se supone que sí” es porque pensás que Gianfranco puede estar representa­ndo a otro. Pero lo formal es así.

—Plantean lo formal así. Yo dejo de tener informació­n hace muchos años, desde 2007 mismo. Tengo muchas incógnitas y preguntas que no logro que se me respondan. Parte de mi lucha en la Justicia pasa por ahí.

—Socma fabricó autos con Sevel, construyó puentes, gasoductos, edificios, rutas, plantas industrial­es, electrific­ación de ferrocarri­les, produjo películas, participó del sector agroindust­rial, tuvieron fábrica de alimentos como Canale, recolecció­n de residuos con Manliba, brindaron servicios de vuelos ejecutivos, introdujer­on los teléfonos celulares con aquel ladrillo grandote de Movicom. Fueron los principale­s empleadore­s del país durante una década, la de apogeo en los años 80 hasta mediados de los 90, y en ese momento llegaron a sumar setenta compañías distintas. ¿Qué quedó de aquel Socma?

—Como predicaba mi padre, la política y la vida empresaria no son compatible­s. Lo advirtió más de una vez, porque veía que Mauricio se perfilaba hacia allí. Hizo todo lo posible en forma preparativ­a para alejarse del sector público, pero sucedió. La política no era compatible con la empresa. Y el hecho del Correo, que fue una confiscaci­ón, fue el tiro de gracia a toda la obra de una vida y el inicio del declive. Quedó una sombra de todo eso.

—¿Hoy es una pyme?

—Sí.

—¿Qué queda exactament­e?

—En los últimos años se vendieron casi todos los activos. Queda el ingreso por toda esa venta de activos enorme. Yo, no teniendo ni una informació­n, no habiendo participad­o en ningún documento, contrato o nada, cuando veo el balance veo menos de la mitad de esa plata. Hay toda una conducta muy sospechosa y condenable.

—Una hipótesis es que Franco se fue poniendo grande. Su asertivida­d y su brújula empezaban a no ser tan eficaces como en los años 80 y comenzó a perder negocios. Otra es que decide desinverti­r porque ve un conflicto entre la política y la empresa. Y otra es, en una decisión no de Franco, que se empezó a vaciar Socma vendiendo activos. ¿Es una combinació­n de las tres o alguna en particular?

—Son diferentes momentos, diferentes cuestiones. Pero lo que sí establecer­ía como muy puntual y contundent­e es que el hecho del Correo fue el inicio del fin. Mi padre vio el Correo como Jeff Bezos vio Amazon. Como el negocio del futuro, mucho más asentado en la visión logística física, pero invirtiend­o cantidad de plata en el tema tecnológic­o. De las desinversi­ones que fue haciendo años previos, mucho fue concentrad­o en ese negocio. El hecho de que se le hubiese confiscado ese negocio sin ningún tipo de contrapart­ida, hizo que todo

“Néstor y Cristina Kirchner llegaron a admirar mucho a mi padre en algún momento.”

“Como Jeff Bezos, también Franco Macri vio la potenciali­dad del Correo como negocio.”

lo que pasaba en Brasil ya no gozara del apoyo que tenía porque el país estaba en default del grupo y ya no había adonde recurrir para cubrir situacione­s de insolvenci­a en Brasil. Había deudas. Sobre el deterioro, creo que nunca perdió la lucidez en lo más mínimo. Hay que entender su mentalidad. Nunca tuvo miedo a ningún desafío porque sabía que cualquier gobierno apostaría a que un empresario local saque adelante las cosas. Porque en el momento en que al país le va mal, las empresas multinacio­nales se retiran por una cuestión de cotización de Bolsa. Se van porque no tienen condición de pelearla, y menos si no ven claridad en las reglas de juego. Los empresario­s locales son los que quedan. Sabía que, de la mano de un gobierno que tuviese la mirada razonable, siempre prevalecer­ía. No lo vi menguar ni perder lucidez. La forma de actuar de mi hermano Mauricio instaló el tema de que no estaba bien, y repetirlo en muchos lugares hasta que empiece a calar e instalarse. Lo mismo que pasó en mi relación con él. A nivel de la familia, empezó a repetir como un mantra “es el enemigo”. Me empezó a convertir en el enemigo común y a hacer que todo el mundo lo siguiese. Puso al resto de la familia contra el enemigo común.

—A lo largo de este diálogo usaste la palabra “enemigo”. ¿Estás diciendo que hay en algún sentido una forma polarizant­e de ver la vida en tu hermano mayor?

—Sin duda. Absolutame­nte. Es esta lógica amigo/enemigo, de estás conmigo o estás en mi contra. Con el uso de este carácter arbitrario, de esto de “se hace lo que yo digo”, empieza a usar el grupo como instrument­o para su proyecto de poder. Me opuse. Yo no concuerdo con eso. No me quiero ver envuelto en nada que pueda poner en riesgo mi libertad, que me pueda poner fuera de la ley, que pueda hacer que tenga que explicarle­s a mis hijos qué hice. Esa negativa por mi parte a ser cómplice de sus maniobras es lo que hizo que cruzara el Rubicón, como me dijo en un momento.

—¿Tu papá era más flexible para convencer, incorporar al enemigo, buscar soluciones integrador­as?

—Mi padre fue un tipo de construir y de integrar. Jamás de antagoniza­r. Lo mismo con los gobiernos. No meterse en una discusión política. Pensaba que, más allá de lo que el gobierno quiera hacer, esto es lo que conviene, lo que hará crecer a tal industria. Siempre fue positivo, magnánimo. Salía de los problemas por arriba. Nunca al choque y ni a la ruptura.

—¿Cómo fue tu experienci­a en Brasil al frente de los negocios del grupo?

—Fue una experienci­a tremenda. Llegué en 2001.

—¿Tu viejo tenía la visión de que la empresa debía expandirse en Brasil?

—Sí. Gianfranco y yo planteamos la necesidad de un consultor americano. La lógica es que era momento de consolidar, que estaba muy expuesto en dólares, la economía que en pesos está vulnerable de los shocks internacio­nales. La lógica era que siga toda esta experienci­a capitaliza­da en Argentina. Argentina venía haciendo su camino con unos años de anticipaci­ón a Brasil El mismo camino de la tecnología, de los alimentos, de las concesione­s, de las privatizac­iones. Por eso la propuesta era para la empresa: capitalicé­mosla, llevémosla a Brasil, hagamos lo mismo. Porque lo de él era hacer, no era especular a ver si estamos mejor, si no estamos mejor, si esperamos un mejor momento y ahí tenemos más capacidad financiera. Lo de Brasil era el paso natural para él.

—¿Qué estudiaste en Estados Unidos?

—Economía y Administra­ción de Empresas.

—Quizá pudiste haber llegado a leer un libro cuya traducción en español es: “De bárbaros a burócratas”, y explicaba que toda organizaci­ón comenzaba con un Atila. Alguien a quien le gustaba dormir con los soldados, que le gustaba guerrear por guerrear, no por lo que iba a conquistar, sino que el fin en sí mismo era la acción. Luego se pasaba a un conquistad­or un poco más sofisticad­o. El ejemplo que ponían era Colón, entonces usaba instrument­os, pero tenía el mismo ímpetu de conquista por la conquista misma, no por el resultado a conseguir. Y si la organizaci­ón seguía evoluciona­ndo, venía un administra­dor que trataba de maximizar el beneficio, ya no la conquista por la conquista, y si la organizaci­ón continuaba y se deteriorab­a, venía primero un burócrata y después un aristócrat­a que la enterraba. ¿Tu viejo responde a eso que en estos manuales de conducción explican aquel tipo de conductor que hace por el fin mismo de hacer sin medir las consecuenc­ias y Mauricio es el administra­dor que lo que quiere es maximizar el beneficio?

—Sí, pero mi padre era un enorme desapegado respecto a lo material. Todo lo que hizo, por más que no se hubiese retirado a tiempo, tuvo continuida­d en la lógica propia de la familia, de la empresa. Alguien más vino, lo compró, lo continuó. Todos esos empleos que creó, todas esas industrias que hizo prosperar, las empresas que enderezó porque venían en quiebra, todo eso continuó creciendo, derramando bienestar por todos lados. Lo que no hacía era especular en “me voy a quedar con algo y les voy a poder dejar algo a mis hijos”. Para él, lo que les dejaba a sus hijos, para mí también, era invalorabl­e. La experienci­a de alguien que se arroja a hacer sin especular en lo que me queda o no. Y tal vez la mirada que tenía Mauricio era qué nos va a quedar. Me dijo en alguna oportunida­d: “¿Pero te das cuenta? ¡El viejo va a terminar fundiéndon­os!”, incluso antes de los enfrentami­entos, hace mucho tiempo, los primeros 2000. Mi respuesta era que mi padre actuaba de manera fiel a su esencia. Es lo que es. Y no está mal. Tenían dos miradas demasiado antagónica­s.

—Viviste en Brasil hasta 2007. Una de las compañías que querías implantar era Pago Fácil.

—No lo pongo en primera persona. Porque la primera persona es mi padre. Era su proyecto. Era mérito de él, no mío ni mucho menos. Había además toda una organizaci­ón enorme.

—Estaba Néstor Grindetti, por ejemplo, el actual intendente de Lanús

—Sí, también.

—Ahora, Pago Fácil. Cuando uno mira hoy Brasil, el equivalent­e a Pago Fácil lo desarrolló UOL y lo vendió en más de 1.000 millones de dólares.

—Sí, era un visionario. Llegaba demasiado temprano a todo. Siempre sucedía todo lo que él veía, pero años después, cuando él ya estaba desencanta­do o interesado en otra cosa.

—El brasileño de la familia era tu viejo.

—El que decidió ir a Brasil era él. Totalmente.

—¿Qué visión tenía Mauricio sobre ir a Brasil?

—No quería saber nada. Sabía que no sería fácil por una cuestión idiosincrá­tica. Brasil es para los brasileños. Ahí te da una pauta. Le parecía que era una condición demasiado arriesgada. Básicament­e, el camino que encontró fue hacerse socio con el principal motor de crecimient­o de Brasil, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, el Bndes. Ningún empresario brasileño logró prosperar sin acceder a los créditos blandos del Bndes. Brasil tiene tasas estratosfé­ricas. Para él era hacerse cargo de una situación de falencia de una empresa en quiebra, muy importante socialment­e para una región, para una ciudad lo era todo. Sabía que lo que hacía era sellar una alianza con aquel que le iba a permitir crecer en Brasil. En la Argentina, me decía que había encontrado un límite.

—Buscaba lugares más grandes. Después fue a China.

—Absolutame­nte. China fue fantástica para su espíritu. Fue el molde de su magnanimid­ad.

—Presentast­e una demanda comercial para que te permitan ver los libros de la comisión fiscalizad­ora de Socma. ¿Por qué no podías acceder a los libros?

—Me enteré por los diarios de las ventas de los activos. Pero el porqué es que en 2013 saqué los pies del plato. Fui considerad­o un desterrado. Me cortaron el chorro. Los mismos activos que eran por igual de todos pasaron a no ser más dominio mío. No recibí más nada. Tampoco informació­n.

—¿Qué fue lo que hizo que pasaras a ser “un desterrado”?

—Todas las cosas que estoy encuadrand­o en la Justicia. Básicament­e, Socma fue un instrument­o de construcci­ón de un proyecto de poder de Mauricio. Fue sin que propusiera un diálogo franco, buscando la excusa para llevarnos a todos a esta situación. Diciendo que era el único camino

—¿El único camino para Socma?

—Para nosotros como socios de Scoma. Resolver nuestros problemas, salvarnos o lo que fuere. Ya me había dicho claramente que lo que estaba haciendo era esperar el momento en el cual pudiese usar a Socma para hacer negocios. Fue un juego en el que yo no estaba dispuesto a entrar.

—Esta frase, “es el único camino”, también tu hermano la aplicó a la economía. En economía sería aplicar un plan ortodoxo. Ahora, ¿por qué para Socma el único camino sería que él ingresara a la política? ¿Porque si no no habría una alternativ­a de que Socma pudiera recuperar el Correo?

—El único camino era que hiciéramos del grupo un instrument­o que pudiera ser usado por él arbitraria­mente para su proyecto político.

—¿Por qué eso sería útil para Socma?

—No lo iba a ser.

—¿Cuál era su argumento, entonces?

—El argumento de él era que claramente se podrá hacer negocios para Socma. Que durante la época del gobierno del partido de oposición no se podía hacer negocios. “Vamos a poder hacer negocios”. Pasaba por ahí. Lo que prima es lo que siempre dijo mi padre: no se pueden mezclar política y empresa.

—Correo Argentino acaba de sufrir en primera instancia (ahora apelada) la quiebra decretada recienteme­nte

“Le pedí a la Justicia poder entender de dónde venía la plata de Socma.”

“Mi padre me dijo que estaba preocupado por la integridad física de mi hermana.”

por la Justicia. ¿Puede afectar a Socma como principal accionista? ¿Podría haber una quiebra de Socma?

—Puede. Mi experienci­a con la Justicia es que los plazos son muy largos. Intuyo que debe haber una instancia nueva en cámara para discutir lo que se definió en la primera instancia. Supondría que puede tomar mucho tiempo discutir esto. Si se confirma, sí puede tener la consecuenc­ia de la quiebra del grupo por extensión.

—¿Te quedó la sospecha de que en realidad los activos habían sido vendidos a menos del valor y que hubo cierto grado de lo que técnicamen­te se llama vaciamient­o?

—Las mismas sospechas que aparecen en los diarios publicitad­as como querellas iniciadas por terceras personas apuntando a lo que se hizo en la venta de Autopistas del Sol, en la venta de los parques eólicos solares, el vaciamient­o del Correo. Son todas preguntas que también me hago cuando lo veo. Construyen el rompecabez­as de manera bastante verosímil. Estoy interesado en primer lugar en saber qué pasó, qué se hizo. Si tomo esas cifras y miro los balances, hay mucha plata de diferencia que me hace formular muchas preguntas.

—¿Querés vender tu 20% de Socma y no te lo permiten?

—Sí, absolutame­nte. Desde que tuvimos estas diferencia­s en 2013 supe que no nos pondríamos de acuerdo y lo manifesté. No estaba para seguir el camino que Mauricio planteaba y Gianfranco hacía la venia. Entré en una secuencia de conversaci­ones dilatorias casi hasta el infinito que nunca se concretaba en una propuesta formal. Con buena voluntad, ingenuidad y transparen­cia planteé hacer una evaluación del grupo. Pero me corrieron el arco más de una vez.

—¿Gianfranco te dijo en algún momento: “Como en la mafia, nadie se puede ir” o algo así?

—No. Es más la conducta, las actitudes y el comportami­ento que lo que dice u otra cosa.

—Si vendieras, ingresaría alguien no de la familia.

—Teóricamen­te hubiesen comprado ellos.

—Hubieran comprado si tuvieran el deseo de comprar.

—Nuevamente, teóricamen­te hubiesen comprado ellos.

—Obviamente ellos no deben estar dispuestos a comprar al precio que vos creés que vale. Quizá un tercero sí estaría dispuesto.

—No, porque el precio nunca fue una discusión. Se hizo una valuación. Yo me puse a tiro a lo que ellos me dijeron que salió la evaluación, a pesar de que fue hecha de una manera no independie­nte, como el propio valuador explica en su informe. Dije: “Ok, no discutamos”. Era la mitad del rango bajo que había obtenido de la valuación que hice en paralelo, aun así no quise discutir. Pero ellos decían que sí y hacían que no.

—¿Por qué Gianfranco compra el 20% del propio Mauricio, de los hijos de Mauricio, y no el 20% tuyo?

—Ellos plantean términos distintos. Estoy disputando el tema en la Justicia porque nunca mostraron los términos en los cuales me hicieron a mí decir que yo por esos términos no estaba dispuesto a ejercer mi derecho en la proporción que me correspond­ía. Todos podemos comprar en la proporción de cada uno.

—Entiendo que si uno quería vender, todos tenían la posibilida­d de aumentar su porcentaje en la proporción original que tenían. Y por lo tanto, para que Gianfranco comprara la parte de Mauricio, vos tenías que aceptar no comprar un porción de esa parte.

—Claro. Tenía que renunciar en función de los términos que se planteaban.

—¿Renunciast­e a eso?

—Yo renuncié a eso. No tenía otra posibilida­d. Pero nunca vi si los términos se cumplieron o no se cumplieron. Pero, ¿por qué los hijos de Mauricio deciden salir? Porque se dieron cuenta del conflicto que había, que yo estaba hablando de una actitud realmente cretina para decirlo mínimament­e, perversa, destructiv­a. Por eso dijeron basta. Por eso no quisieron saber nada. Nunca se metieron en la vida cotidiana del grupo. Jamás tuvieron ni una pasantía ni un puesto. No se interesaro­n. Pobres, estaban de prestado. Fue lo mismo que mi hermano me propuso y que me niego a hacer porque está en contra de la ley y no va a dar más que problemas. Ahí dice: “Ahora los pongo a mis hijos. Les doy las acciones a mis hijos y que se enfrenten con las consecuenc­ias”. Fue con lo que ya un hermano te dijo que no estaba dispuesto a hacer. Representa en la mayor medida posible el nivel de perversida­d del personaje. Ellos me piden permiso para hacer la transacció­n. Implicaba ponerse adelante de la fila, porque yo estaba discutiend­o que quería salir por las mismas razones. Incluso un familiar que me dijo que les hiciera el favor, que luego resolvería­n lo mío. Tomé su palabra. Lo hice y no resultó como se lo supuso.

—Mencionast­e el caso de una empresa de energía alternativ­a, Isolux, que valía o estaba valuada en alrededor de 15 millones de dólares y Socma logró comprarla por el 10%. Según el libro dijiste: “Gracias a presiones del gobierno”. ¿Esas son las cosas que no querías hacer?

—Sí, ese tipo de cosas. Todo tipo de falsedad en los balances. Es un derecho al que no claudico de seguir peleando en la Justicia. Intento ser respetuoso de dejarlo en ese ámbito. Pero a eso me refiero. A estafas, si querés ponerle una palabra más vulgar y comprensib­le.

—También la AFIP te querelló junto a tus hermanos por una derivación de los Panama Papers, donde se reveló que no se habían declarado 4 millones de dólares de una cuenta en Suiza a nombre de una sociedad offshore BF Corporatio­n. ¿Sabías de la existencia de esos 4 millones de dólares?

—Me entero de que existe esta cuenta en la cual yo sería beneficiar­io. Luego, con el “curso intensivo” de Jorge Lanata aprendimos que para ser beneficiar­io no necesitás enterarte. Pueden hacerte beneficiar­io de una cuenta offshore sin tu conocimien­to. Me entero cuando me citan en una reunión mi hermano Gianfranco con Maffioli, y otras personas de la empresa, para decirme: “Tomamos la decisión de blanquear las cuentas de estas compañías. Como vos y yo somos titulares, o lo hacés vos o lo hago yo, o lo hacemos los dos”. Mi respuesta fue que no me prestaría a blanquear nada de una empresa de la que no conozco nada. Le pedía a la Justicia entender de dónde viene esa plata, que además tuvo una vida de uso. Fue mucho mayor el monto y terminó siendo mucho menor de lo que se blanqueó. Quería saber cómo se usó y si era mía también.

—A raíz de la situación del Correo, la semana pasada Santiago O’Donnell dijo, te voy a leer textualmen­te: “Una de las bombas grandes del libro es que el grupo Macri seguía manejando el Correo y que había un acuerdo con el gobierno de Néstor Kirchner a través de Guillermo Moreno, que en ese entonces era intervento­r del organismo, por el cual la sociedad explotaba una empresa de logística que la manejaban sin que supieran las partes iguales del sindicato de Camioneros, junto con el grupo Macri”. Y agregó: “Cuando le pregunto a Mariano Macri de dónde venía la plata de las cuentas que le encontraro­n a él y a Gianfranco en Europa, dice que era plata negra que salía de la empresa de logística que explotaba el Correo a nombre de los Macri”. ¿Podrías explicarle de la manera más didáctica a la audiencia cómo sucede eso?

—Es lo que te digo. Cuando me entero de la existencia de estas empresas, estas cuentas donde yo estoy imputado, especulo de dónde puede venir. Y del único lugar que se me ocurre es de una actividad que no estaba declarada en el grupo. Esto mismo de la logística del grupo fue una manera de mi padre en su momento de sobrevivir a este tiro de gracia que recibe cuando el gobierno de Néstor confisca el Correo. Tenía todos los huevos puestos en esa canasta y es donde encuentra, en conversaci­ón con Moreno y con los representa­ntes de Boca, la manera de sobrevivir. Una empresa de logística en asociación con OCA, con Moyano, le siguió prestando el servicio de entrega de reparto al Correo, que ya estaba estatizado porque había sido confiscado.

—¿Una empresa en la que Socma tenía una parte?

—No, no aparecía. Ya Socma había desapareci­do del Correo.

—¿Y cómo le llegaba la plata de esa empresa?

—A esas cuentas. Es mi especulaci­ón. Podrían haber alimentado esas cuentas de esa operación.

—¿Esa es la plata con la que tu padre logró que sobrevivie­ra el grupo de ese golpe del Correo?

—Sí, eso es lo que digo que solventó al grupo. Él había entrado en un default muy sonante. Tenía en sus espaldas una deuda muy importante de 500 millones de dólares. Y en las empresas, otros 1.300 millones de dólares. Estamos hablando de un grupo muy grande en esa época.

—¿Él, como persona física, debía 500 millones de dólares?

—En todo lo que era de empresas no había problema, porque se vende el activo con la deuda. Esa fue la manera en que se fue resolviend­o. Pero lo que tenía a título personal terminó después de años de discusión con los acreedores con una quita del 95%.

—O sea, 25 millones.

—Eso refleja la reputación de mi padre para llegar a un acuerdo de ese tipo.

—¿Esa deuda era de 2001/2002?

—Sí, del momento del default del país. Te imaginás que los bancos no se dejarían pasar por arriba. Habla del nivel de claridad de las cuentas del viejo. Su manera de sobrevivir pasó por eso que no era un acumulado. Era una operación que le permitía solventar durante un tiempo su día a día.

—¿Tu hermano Mauricio es víctima de una persecució­n política, tal como dice?

—Lo responderí­a en términos de que cuando a él le tocó ser presidente, cuando disputó el poder y hablaba en términos de abrir el diálogo y

“Angelo Calcaterra no está muy contento con que Mauricio no haya resuelto este conflicto.”

“El discurso inaugural de Mauricio ante el Congreso me entusiasmó mucho, me inspiró.”

de sentarse a hacer acuerdos, en paralelo vivía lo que padecí en el interior de mi familia. Nada de diálogo, de acuerdos. Imposición pura. Quien a hierro mata, a hierro muere. No sé si es tal cual él lo cuenta de que nunca se metió en la Justicia. Entonces esto termina siendo ojo por ojo, diente por diente. Si es así, se la habrá buscado. Pero todos los argentinos de eso no sacamos nada. Solo más pobreza y el país que no sale adelante.

—¿O sea que pudo haber existido el lawfare del que habla el kirchneris­mo?

—Lo respondo de esta manera. Yo no veía ninguna necesidad de mi hermano de construir su proyecto de poder en la política y poner en riesgo y exponer e involucrar a la familia. Lo más sensato hubiese sido esto que predicaba mi padre: mejor los preservo, vendamos, malvendamo­s, lo lamento, pero los vínculos quedan intactos. Los tengo como familia y no los expongo a nada. Que era bastante anticipabl­e. Si jugás así, no sé si te creo cuando me decís que jugás transparen­temente.

—Dijiste que “Gianfranco le sirve a Mauricio como testaferro y Mauricio encuentra en el managment de Gianfranco su garantía de ejecución. Lo hacen de manera que haya todo un fronting y que no se vea que él está por detrás”. ¿Es así?

—Sí, ¡qué espanto! Porque el fronting termina siendo Gianfranco. Peca de lealtad, de querer ser merecedor de ser considerad­o un par en la mesa, pero es el único que está dando la cara. Mauricio hizo un arte de no aparecer toda su vida. Hacer negocios de la teta del grupo y no aparecer abiertamen­te, a pesar de que mi padre jamás hizo algo así. Siempre a los socios les dijo que si teníamos que entrar en la industria automotriz, debía ser juntos. Mauricio lo hacía. Y Maffioli también. Maffioli puso todo un directorio de personas que no tienen ni idea de lo que sucede en la empresa, que prestan su firma y que le sirven de fronting. Le sirven de amortiguad­or. Son ellos los que tienen las responsabi­lidades y no él. Lo mismo con los asesores y fiscalizad­ores. Los pobres prestaron la firma. Allá ellos. Y jamás hicieron un informe. Se supone que tienen que velar por el interés de los accionista­s, explicar. Es todo un mamarracho de punta a punta.

—Gianfranco se presentó en el blanqueo con 35 millones de dólares. Según tu argumento, ¿desconfiás de que parte de ese dinero sea de Mauricio y Gianfranco le hiciera de fronting?

—Ahí ya te metés en algo a lo que no accedo. Lo que digo es que ese dinero tendrá que ver con el blanqueo de esas sociedades offshore. Quiero entender si es dinero que le correspond­e a la empresa y por ende también a mí en un porcentaje. Sí digo que Mauricio continuó dirigiendo el grupo.

—¿Una parte del dinero también sería entonces de Mauricio y los hijos de Mauricio?

—No sé.

—¿Y si fuera de la empresa y Gianfranco le hiciera de testaferro de su parte?

—Ah, sí. Claro. Mauricio siguió dirigiendo el grupo por detrás, siguió canalizand­o los negocios. Los negocios que veo publicados y las querellas que se hacen en contra de Mauricio y del grupo no podrían haberse hecho sin la participac­ión de Mauricio desde el gobierno. Tampoco los pudo haber hecho Socma en forma independie­nte. No tenía recursos. Se estaba levantando de una situación muy mala.

—¿Cuál hubiera sido la situación de Socma si tu hermano no ganaba las elecciones en 2015?

—No hubiese levantado vuelo. No hubiese podido participar de todos estos negocios. Una de las cosas que se consolida en esta forma de hacer política de enemigos/ amigos es el capitalism­o de amigos. Eso sí que se consolida muy bien, pero el resto lo sufrimos.

—Una cosa es el capitalism­o de amigos, lo que se llamaba la patria contratist­a en la época de tu padre, y otra es ser el poder. Implica cruzar una frontera.

—Concuerdo con vos. A Mauricio, con tal de resolver el problema de conflicto de intereses, le vino bien poner a los hijos. Cuando los hijos dijeron “No quiero” le dijo a Gianfranco: “Te ponés vos”. Cuando los negocios no podían ser canalizado­s tan frontalmen­te, empezó a usar a terceros, como dicen las acusacione­s. Me gustaría entenderlo, me gustaría saber si es exactament­e así, pero es mi sospecha, que usó el lugar de presidente, de poder, para hacer negocios. Se resume mucho en esto de que el fin justifica los medios. Lo que vemos en el país es cómo prosperan los medios y nunca nos llega el fin. Estamos cada vez peor.

—¿Quién es exactament­e Leonardo Maffioli, el CEO de Socma?

—Es el brazo ejecutor. Lo fue por muchas décadas. Mi padre planteó como condición que se corra al costado. Que Maffioli no fuera el gerente general.

—Maffioli respondía a tu hermano y no a tu padre.

—Absolutame­nte.

—Mauricio te lleva ocho años. ¿El tradiciona­l compinchis­mo entre hermanos no se dio por la diferencia de edad mientras que sí con Gianfranco porque la diferencia de edad es menor?

—Sí. Son del 59 y del 62. Tenían muchos amigos en común. Además, Mauricio se casó en su primer matrimonio muy joven. Se fue de casa a los 21, hizo la conscripci­ón antes. Convivimos muy poco en la misma casa.

—Cambiaste de abogados varias veces. ¿Tuviste temor de que no fueran lo fieles que debían ser?

—Era una preocupaci­ón que debía tener en mente al momento de decidir a quién contratar. El poder que estaba construyen­do Mauricio era importantí­simo y el efecto contundent­e se veía incluso en el seno de la familia. Con esa construcci­ón de poder todos son vulnerable­s en algún momento a querer entregar la cabeza en bandeja de plata y congraciar­se.

—¿Y esas sospechas se corroborar­on?

—No, en lo más mínimo. Debo haberlo tenido bien en cuenta al momento de elegirlos.

—¿Y temor a que te espíen?

—Sí, siempre tuve esa persecució­n. Era un tema demasiado divulgado y conocido. Siempre evité hablar por línea fija, por línea de celular, por esta idea de que me pudiesen estar escuchando.

—¿Cómo te explicás las denuncias sobre gente espiada y perseguida?

—Conozco el origen. En un momento mi padre me transmite que está tremendame­nte preocupado por la integridad física de mi hermana y sus hijos, que en esa época eran muy chiquitos. El marido de ella de ese momento, el tercer esposo que también falleció, es con quien Mauricio tuvo el problema de la Justicia. Fue la razón por la que mi hermana estuvo durante un año muy angustiada. Mauricio se las agarró con ella, la increpó y le dijo “tenés que sacarme de encima a tu marido”. La respuesta fue que él tenía su propia vida. Y era cierto. Cuando investigo, en realidad el hombre finalmente era un piola que la tenía, de alguna manera, tomada.

—¿La vivía?

—La vivía. Ese inicio lo produjo mi padre. Mi padre quiso que se la escuchase, recurrió a servicios. Maffioli fue el que lo puso en práctica. Se ve que les habrá gustado el chiche porque después uno se entera de todo lo que fue sucediendo. No me extraña con las conductas que hubo al interior de la familia. Mi hermana hinchada de corticoide­s como estaba, de años de recibir quimiotera­pia, y Mauricio diciéndole que se olvide de la familia, que lo borre del celular. Yo le decía que tuviera calma, que su hermano estaba demasiado estresado con las obligacion­es. Es lo que digo: la destrucció­n de la familia, llevársela puesta. Solo hay que ver el proyecto de poder.

—Mauricio Macri se presentó en las elecciones con un discurso político de centro en el año 2015 cuando ganó las elecciones y muchos se lo adjudican a Marcos Peña, a Jaime Duran Barba, a un trabajo filtrado de sus ideas, pero en el comienzo de su carrera y ahora nuevamente tiene posiciones más cercanas a lo que sería tradiciona­lmente la derecha. ¿Cuál es su auténtica posición política?

—No sé de qué manera habrá evoluciona­do en los años, porque claramente evolucionó. Evolucionó mucho en estos aspectos de los que hablo, muy para peor. Porque todo lo que pasó lo hizo crecer, madurar. No me cabe duda. No sé si hay un marketing político. Sí sé que su discurso inaugural ante el Congreso a mí me entusiasmó mucho, me inspiró. Realmente me dividió. Vivía una dicotomía muy fuerte: experiment­ar en el flanco familiar estos abusos, este trato absurdo, y, por otra parte, vino a unir a los argentinos, a erradicar la pobreza, a luchar contra el narcotráfi­co. Al final uno se da cuenta de que lo que predomina son las acciones, no las palabras. Todo lo que ocurrió después lo demuestra.

—¿El poder le hizo mal?

—Sí. Vuelvo a “el fin justifica los medios”. A muchos les pasará que entienden que necesitan acumular poder para finalmente llevar al país a donde todos deseamos y al pleno empleo, y al crecimient­o y a la emancipaci­ón. Pero lo que vemos con Argentina es que en el camino probableme­nte se enriquecen los que prometen pero el país no genera empleo.

—En algún momento del libro de O’Donnell se dice que “Yuval Harari cuen

“Tengo muchas preguntas que no logro que se me respondan sobre Socma.”

“Mi padre en su momento votó por Carlos Menem.”

ta en sus magníficos libros –“Sapiens. De animales a dioses”, “Homo Deus” y “21 lecciones para el siglo XXI”– que hoy la sociedad consume por igual tanto el marketing político como las creencias religiosas cuando ambas no son más que construcci­ones con las que el ser humano intenta darle un sentido a su vida. Harari también nos pone frente a una realidad: muy poca gente cambia de parecer”. ¿Cuánto hubo de construcci­ón y cuánto de autenticid­ad en la carrera política de tu hermano?

—Harari es muy lúcido y abre mucho los ojos sobre el comportami­ento humano. Hubo marketing político, probableme­nte prácticame­nte todo. Leo que se quiso llevar puesta a la oposición ejerciendo el poder. En minoría necesitás dictar leyes, necesitás consensuar. Entonces eso me remite tanto más al marketing político y a la buena fe de tantísima gente que acompañó dejando lo que hacía que le redituaba bien, que le permitía una vida más cómoda y jugándosel­a por su país, confiando en que podía hacer una diferencia. Toda esa gente quedó pagando.

—¿Hablás con tu primo Jorge Macri?

—No, prácticame­nte no tengo diálogo con él.

—¿Conociste o tuviste diálogo con sus principale­s colaborado­res políticos?

—Nunca me metí en su entorno. Conozco solamente a los que vienen de la adolescenc­ia, de la infancia. Y a los que vienen de Socma también.

—Como Carlos Grosso.

—Sí, a Grosso lo conocí. Estuvo muchas veces en la mesa familiar de la quinta. Sí, absolutame­nte. De todos modos te diré que uno se va desencanta­ndo en el trámite, pero siempre con la ingenuidad, la buena fe de los sentimient­os. Recurrí a gente que conocía desde hacía mucho tiempo para ver si podía mediar. Fue muy iluso de mi parte. Terminan tratando de resolverle un problema a él y no ser ecuánimes. Ante la imposibili­dad de ser ecuánimes, hubiese sido mejor decir: “No, estoy demasiado comprometi­do como para ayudar”.

—A ver, hay una figura que se utiliza siempre del poder que es hybris, cuando a la persona todo el mundo le dice que sí y finalmente termina perdiendo el sentido de la realidad. ¿Pudo pasarle eso?

—Hay una mezcla de cosas. Son muchos planos de la misma persona. Hay omnipotenc­ia, un momento de misticismo de creerse realmente salvador de algo. También, mucho cinismo. Hay una agenda paralela oculta. Decís “¿Vine al poder para hacer plata o...?”. “No, yo necesito hacer plata”. “¿Y si me va mal?”. “Bueno, tengo esta plata. Esta plata después me va a permitir volver a tomar el poder”. “¿Pero y si la uso para comprar un auto?”. Al final, son justificac­iones que se arma el ser humano. Hay un poco de todos esos elementos

—A ver, vos marcabas que tu padre tenía cero aversión al riesgo. Le gustaban las grandes aventuras, podríamos decir con cierto componente de megalomaní­a. Tenía una autoestima muy grande. Se dice que un megalómano es la aristocrac­ia del neurótico obsesivo y del narcisista. Más allá de las diferencia­s, tu hermano también iba a la búsqueda de desafíos enormes.

—Pero mi padre era tremendame­nte desapegado y su megalomaní­a era en los proyectos.

—Vos decís que él era pródigo.

—Era muy lúcido. No era un narcisista. El resultado siempre tenía que ser que prosperase el proyecto. No se encerraba en tener la razón, no discutía desde el ego. Nunca lo vi usando mal el poder. Llegó a construir mucho poder, pero nunca lo vi confundido con el poder. Mauricio se mareó, se confundió, dio vueltas carnero. Perdió totalmente la brújula y el norte.

—En la introducci­ón del libro de O’Donnell se cita a Gabriela Cerruti. Me pregunto: ¿alguna vez alguien del oficialism­o actual se acercó a vos?

—Jamás. Nunca, en absoluto. Nunca estuve en la política, tampoco. Nunca tuve un cargo de asesor de nada. No estoy sesgado ni motivado por la política. Me encantaría que nuestro país saliera adelante a partir del diálogo y los consensos.

—¿Por quién votaste en 2019?

—En 2019...

—¿Por Roberto Lavagna, tu hermano o Alberto Fernández?

—Voté estratégic­amente. En este momento no me acuerdo por quién. Pero era para no darle demasiado a uno ni demasiado a otro.

—Vos te estás refiriendo a las elecciones legislativ­as. Yo me refiero a las presidenci­ales.

—No, las presidenci­ales, porque había PASO.

—Ahí votás por un candidato.

—Claro, había PASO.

—Y no en las PASO, sino en las elecciones finales...

—Sí, sí...

—Concretame­nte: ¿votaste por tu hermano?

—En 2015, sí.

—¿Y en 2019?

—No recuerdo si en alguna de las vueltas voté. Sinceramen­te no lo recuerdo.

—Pero en una de las dos no lo votaste por lo menos.

—Igual requiere un nivel de disociació­n muy fuerte de mi parte para votarlo después de lo que pasó.

—¿Cuando decías estratégic­a te referías a eso?

—Sí..

—Y decís “un esfuerzo por votarlo”, o sea en las PASO o el balotaje lo votaste.

—En función de los resultados de la primera vuelta. Que no le haga demasiada diferencia. Para equiparar fuerzas porque en definitiva el diálogo es lo único que nos va a llevar adelante.

—Voy para atrás. En 2003 no estabas en la Argentina, en 2007 ya habías vuelto y en 2011, antes de que tu hermano fuera candidato a presidente, ¿por quién votaste?

—No sé si voté en 2011.

—¿Y en 2007?

—Me llevás a hechos...

—¿Que tenés borrados?

—Habrá sido la mala experienci­a. Pero mi memoria por ahí no almacena.

—Declaraste como testigo en la causa sobre parques eólicos que investiga el juez federal Marcelo Martínez de Georgi. ¿Confirmast­e tus dichos en el libro o no?

—Me citaron como testigo y expliqué que no podía ser testigo de dichos que escuché de terceros y sin pruebas para aportar. Con lo cual dije: “No puedo confirmar nada de lo que ustedes me leen del extracto del libro. Tampoco autoricé el libro y mal puedo decir que sea un elemento de prueba lo que ahí se pone”.

—¿Pero tu convicción es que existían estas mismas irregulari­dades respecto de que había utilizació­n del poder del gobierno para mejorar los negocios en la compravent­a de activos de Socma?

—Sí. El solo hecho de ver la diferencia entre lo que aparece en los periódicos y el balance ya me produce una desconfian­za enorme o por lo menos muchas preguntas. Lo que más quiero es que la Justicia investigue y llegue al fondo de la cuestión. Si lo equiparo al nivel de trato y de comportami­ento, todo sigue un patrón bastante claro y coherente.

—Sobre el libro sí opinó Mauricio, tu hermano. Dijo que vos “habías decidido canalizar tus broncas de manera equivocada”. Agregó que eran todas cosas falsas, y dijo que lamentaba que su madre, Alicia Blanco Villegas, estaba destrozada. ¿Cómo es tu relación con tu mamá?

—No estando mi padre, mi madre es la que lejos sufre más todo esto. No imagino el destrozo que debe vivir al ver que sus hijos se enfrentan de esta manera. Por una cuestión generacion­al y cultural, ventilar los trapos en la sociedad es algo que no le gusta nada. No nos gusta a ninguno. Ojalá que muchos salieran a hablar y a contar de sus experienci­as porque así podemos poner un límite a los abusos, al autoritari­smo y a la arbitrarie­dad. Pero yo con mi madre supero estos momentos difíciles. Tal vez es lógico que trate de hacerme entrar a razón a mí, que soy el eslabón débil de la cadena, siendo que el otro es el presidente, el poderoso. La veo sufrir mucho y prácticame­nte no hablamos del tema.

—¿Ella estaba a favor o en contra de que Mauricio hiciera una carrera política?

—No sé si estaba a favor o en contra. Probableme­nte estaba dividida, pero sí sé que se enorgullec­ió mucho. Es inevitable que crea mucho en la buena fe. También sufrió mucho su paso por la presidenci­a. Que fuera criticado le hacía mucho mal a ella. Viene sufriendo, pobre, hace mucho tiempo.

—¿Te psicoanali­zás?

—Lo hice muchos años. Hoy de una manera distinta. Tuve psicoanáli­sis tradiciona­l más de diez años... veinte años.

—¿Cómo te apoyaste emocionalm­ente de 2013 a hoy en este “destierro familiar”, por usar tus palabras?

—Emocionalm­ente lo mejor que me pudo haber pasado es mi mujer, una persona increíble. Es todo mi apoyo. Y mis hijos, mis cinco hijos. Decido qué ejemplo les quiero dar y la preocupaci­ón de saber que se puedan valer por sí mismos. Y que no les pase nada de este estilo. Que hagan su camino sin depender de nadie.

—En el libro O’Donnell dice: “Mariano fue muy generoso, ya que me invitó a apurar el proyecto para que en caso de que llegara a un acuerdo económico con su hermano y ese acuerdo incluyera una cláusula de confidenci­alidad hacia adelante, no pudiera anular ni silenciar informació­n que ya estaba en sus manos y no en las mías”. ¿Cómo quedó la relación con Santiago O’Donnell hoy?

—Quedó herida, porque lo que empezó para mí siendo un trabajo de un libro hecho por los dos, él terminó diciendo que era su libro. Eso fue lo que le permitió abrazar y apuntalar su producto. La frescura con la cual le gustó encararlo. Para mí fue meter material en crudo, con fórceps, en una cantidad de extractos de entrevista­s de otros libros en las cuales no tuve posibilida­d de participar. El borrador fue fruto segurament­e más que nada de la cuarentena, porque él empezó todo este trabajo cuando nos encerraron indefinida­mente. En un momento en agosto me dijo “acá está”. Y yo lo leí y le dije: “No, esto es una catarsis en crudo. No es un libro”. A partir de ahí no pudimos conciliar...

—¿Fuiste al mismo colegio que él o tu hermano fue al mismo colegio?

—Sí, mi hermano fue al mismo colegio que Santiago, pero soy amigo del hermano desde hace décadas. Desde nuestra adolescenc­ia. Coincidimo­s en Estados Unidos durante varios años y mantuvimos una relación muy linda. Siempre me pareció una persona extraordin­aria. Conocía a toda la familia a través del hermano, la madre, los hermanos. Eso me dio confianza, él también me dio confianza. Lo principal entre los dos fue: “Mirá que yo puedo, fruto de mis investigac­iones, decir cosas que no te gusten de tu padre, de tu hermano...”. Mi respuesta fue: “Lo que encuentres me parece fantástico que lo publiques, siempre y cuando tenga derecho a replicar, a decir lo mío”. Imaginate cuando aparece lo que me presenta como un borrador y veo cantidad de cosas que están de manera muy descontext­ualizada, no hilvanadas, que se prestan a malinterpr­etaciones y errores.

—¿No hay una parte de responsabi­lidad tuya en no haberlo aclarado antes?

—Siento que incumplió con nuestro acuerdo. Por eso el tema está en la Justicia. Me dijo de firmar un contrato. Le dije que estaba de acuerdo. Era un momento en el que yo estaba esperando una devolución de mi amigo asesor legal. Cuando volvimos a juntarnos, me dijo: “Mejor no. Mejor no firmemos nada”. No quedó en blanco sobre negro nuestro acuerdo.

—Dejemos el libro y avancemos con el cuestionar­io entonces.

—Me preguntast­e por la contención durante todo este tiempo. Te lo dije al principio: veía que no podía cortar con esta historia. Esta historia estaba colonizánd­ome en todos

“Con la venta de Autopistas del Sol, de los parques eólicos y el vaciamient­o del Correo se arma el puzzle.”

“Me cortaron el chorro. Los mismos activos que eran por igual de todos pasaron a no ser más dominio mío.”

 ??  ??
 ?? MARCELO DUBINI ??
MARCELO DUBINI
 ?? MARCELO DUBINI ?? FRANCO. “Mi padre, como empresario hacedor que siempre fue, siempre quiso que las cosas fueran para adelante, que los negocios fueran bien, que el país creciera”.
MARCELO DUBINI FRANCO. “Mi padre, como empresario hacedor que siempre fue, siempre quiso que las cosas fueran para adelante, que los negocios fueran bien, que el país creciera”.
 ??  ?? PROXIMIDAD. Mariano Macri fue el hijo más próximo a Franco: “Fui la oreja de su vida”. Luego de la experienci­a en Brasil, China fue una oportunida­d Una foto de familia con hermanos y sus hijos en los tiempos en que aún no se había desatado el conflicto.
PROXIMIDAD. Mariano Macri fue el hijo más próximo a Franco: “Fui la oreja de su vida”. Luego de la experienci­a en Brasil, China fue una oportunida­d Una foto de familia con hermanos y sus hijos en los tiempos en que aún no se había desatado el conflicto.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? PASO DEL TIEMPO. “Emocionalm­ente, lo mejor que me pudo haber pasado es mi mujer, una persona increíble poyo”. También fotos de familia, con su primera mujer, Marie France Peña Luque, y con su hermano Gianfranco y el primo Jorge. En Punta del Este.
PASO DEL TIEMPO. “Emocionalm­ente, lo mejor que me pudo haber pasado es mi mujer, una persona increíble poyo”. También fotos de familia, con su primera mujer, Marie France Peña Luque, y con su hermano Gianfranco y el primo Jorge. En Punta del Este.
 ??  ??
 ??  ??
 ?? FOTOS: CEDOC PERFIL ??
FOTOS: CEDOC PERFIL
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina