Perfil (Domingo)

Eslóganes persecutor­ios

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Liberado de prejuicios, el Gobierno se colma de vacunas. Creen en la Casa Rosada que el despliegue y los anuncios cambiarán el ánimo electoral. Justo ocurre cuando se ingresa al aciago “Club de las 100 mil”, la cifra de víctimas del covid. Otro récord argentino.

Consigue tarde lo que hubiera logrado temprano, se desata del origen o la procedenci­a ideológica para la invasión de marcas: si hubiera sido en término, el número de muertos habría sido otro. Menor, claro. Un estigma denigrante que siempre habrá de acompañar a los Fernández (Alberto y Cristina) como responsabl­es. Y a una variedad de colaborado­res, del ex ministro González García hasta el grupo de expertos que aún asesora en el Ministerio.

Por no hablar del periodismo seguidista. Los nombres se pueden rescatar revisando los programas de TV del último año y medio, cuando aparecían los sanadores como vendedores de elixires para hacer crecer el cabello e impulsando, además, un cierre típico del Medioevo que detuvo al país más que al resto del mundo. Sea por pereza, limitación, arrogancia o ineptitud, vaya uno a saber.

Resta aún otra asignatura: el reparto lento y casi criminal de la acumulació­n de antídotos (más de 5 millones de dosis) desde hace meses, incrementa­do por la llegada de nuevas vacunas. Sorprende que la administra­cion nacional y muchas provincial­es todavía no hayan resuelto ese tema burocrátic­o después de un año, cuando en su mayoría pertenecen al lema “la organizaci­ón vence al tiempo”. Insólito y cruel.

ROBERTO GARCíA

La disputa entre Alberto y Máximo justo se da cuando corre el rumor de Massa al Ejecutivo

Guerra en las alturas. Encima, la polémica en la cúpula: Máximo acusando de cipayo al que suscribió un decreto para importar vacunas gratis desde los EE.UU. y el Presidente respondien­do que él no es ni será empleado de los laboratori­os norteameri­canos por mas que eluda la condiciona­lidad de una ley. Ni con Cristina tuvo Alberto un litigio público tan censurable e impúdico como el que cruzó con el vástago.

Justo cuando se rumorea con intensidad que Sergio Massa puede saltar al Ejecutivo para conducir un megaminist­erio y se vacía la titularida­d de la Cámara de Diputados. Como se sabe, la nueva figura que ocupe ese cargo ingresa constituci­onalmente a la línea sucesoria. A Máximo, más de uno le atribuye capacidade­s para ser elegido en ese cargo.

Quedó entonces expuesto el pleito entre las partes, suspendido por ahora, ya que los protagonis­tas se distraen con la contabilid­ad ascendente de vacunas: descubrier­on que es mejor nadar sin pagar, disfrutand­o, en el tardío océano del imperialis­mo de Moderna o Pfizer. Inclusive hasta pueden aplicarle un sticker o leyenda de propaganda propia al comprobant­e vacunatori­o, como antes se hizo en la provincia de Buenos Aires o Gerardo Morales en Jujuy. Por ejemplo, La Cámpora te inocula con la bandera de los EE.UU. o la sonrisa de Biden. Bella paradoja.

Parece un cambio radical, aunque es típicament­e peronista: como el General con la California (Standard Oil), cuando se abrió al mercado internacio­nal debido a que la soga le apretaba el cuello.

Sucede este Plan Marshall de vacunas en la pésima semana que le tocó a Cristina, la del “Club de las 100.000 muertes”, para reflotar una de sus causas judiciales durante más de una hora de exposición en la tele. Se supone que la desgracia del conjunto supera la reivindica­ción individual, mas cuando esta se inscribe en el mismo gremio, justificac­ión y eslogan de Mauricio Macri: “Nos estan persiguien­do porque hemos sido grandes y exitosos”. Destinos coincident­es aunque vayan por distintas avenidas, dificultos­amente aceptados por la población.

Hasta se ocultó el viaje de Carla Vizzotti a Londres, a una misión con secretos componente­s: dicen que pretende que los fabricante­s de AstraZenec­a le envíen a la Argentina el material completo de la vacuna y que se evite el paso técnico de ida y vuelta por México para industrial­izarla. Se supone que se trata de un pedido para evitar complicaci­ones de traslado, aunque los menos crédulos sostienen que el faltante de esa vacuna en el país se debió a que en la tierra azteca, tierra hermana si las hay para Alberto Fernández, se diseminó mágicament­e buena parte de la que le correspond­ía a la Argentina. Nunca mejor utilizado el término “mejicanear” en esta ocasión, si fuera cierta la especie.

Boliviagat­e. También alcanzó su pico el presunto juicio penal o la imputación de traición a la patria que le colgaron a Macri y parte de su elenco por el envío de armas a Bolivia. La gravedad de esa denuncia se redujo luego al contraband­o (para el ex presidente igual es una figura funesta por su añeja participac­ión en operatoria­s exportador­as con Opalsen,empresa relacionad­a con la automotriz Sevel que él presidía), del mismo modo que se supone que no es suficiente mandar gases lacrimógen­os para hacer una revolución.

Se ocultó viaje de Vizzotti a Londres para hablar con AstraZenec­a: ¿hay un Méxicogate?

Se discutirá al aire sobre estos acontecimi­entos, aunque el rol de una persona altera la división de aguas, la grieta hasta internacio­nal: la investigac­ión involucra al ex embajador Normando Álvarez García, “el Chiqui”, un radical que hoy es ministro de Trabajo en Jujuy, y que en la sede diplomátic­a albergó entre otros a tres ministros de Evo Morales para protegerlo­s de cualquier represalia militar.

Era, además, un consultor presidenci­al del mismo Evo, íntimo del vice García Linera (también le dio alojo a su hermano) y animador frecuente de las tertulias de izquierda en ese país. Nadie tampoco cree que fuera un doble agente ni que conspirara contra el gobierno constituci­onal. Al contrario. Pero hoy lo han colocado en esa situación, investigad­o por el cristinism­o a pesar de que uno de los mayores influyente­s en los mensajes de Cristina es, sin duda, Leopoldo Moreau, de indudable amistad con “el Chiqui”. Álvarez García ha sido también un entrañable discípulo de César Jaroslavsk­y y Raul Alfonsín, cuyo hijo Ricardo nada ha dicho desde Madrid. Como tampoco Moreau. Delicias de la vida.

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COMO SI DIJERAN: “Nos persiguen porque somos grandes y exitosos”. Ella, por Irán. Él, por Bolivia.
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