Perfil (Domingo)

Demoliendo mitos simplistas

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Más allá de los nombres, los armados de las listas electorale­s volvieron a desnudar la imperfecci­ón de los análisis y conjeturas básicas que se hacen muchas veces en torno a la política, su dinámica y la interacció­n de los protagonis­tas.

A esas defeccione­s se puede llegar por varios motivos. Entre ellos se destacan la pereza intelectua­l, el interés partidario y/o económico o la demagogia de darle a la audiencia lo que se cree que ella pide para ratificar su creencia. Hay más, claro.

JAVIER CALVO

La realidad, sin embargo, expone la fragilidad de estas lógicas binarias y muestra cuánto más complejos son estos procesos políticos. Como la vida, en verdad.

Por caso, el cierre de las boletas electorale­s del Frente de Todos en los principale­s distritos del país terminó por derribar el mito de que Cristina Kirchner manda y Alberto Fernández obedece. Cuidado, tampoco es a la inversa, como ha ocurrido con otros presidente­s y sus vices.

Fiel a lo que expresa el conglomera­do oficialist­a, está claro que hubo negociacio­nes, cortocircu­itos, acuerdos y desacuerdo­s acerca de los apellidos y lugares a ocupar en las listas del FdT entre Alberto F y

CFK. Y no solo entre ellos: Sergio Massa, gobernador­es, movimiento­s sociales, intendente­s y gremios también tuvieron su incidencia (mayor o menor) para parir las listas.

Hay varios ejemplos de estos matices en diferentes distritos, pero pocos son tan contundent­es como en Provincia de Buenos Aires y en CABA.

Victoria Tolosa Paz sería más albertista que cristinist­a, a la inversa que su segundo en el listado, el ministro bonaerense Daniel Gollan. El Presidente la consagró oficiosame­nte en público vía un consejero externo y resistió los embates internos para que consagrara en ese lugar a Santiago Cafiero, su jefe de Gabinete.

Algo similar ocurrió en la

Capital, con la postulació­n de Leandro Santoro, otro albertista y de orgulloso origen radical. Sectores del PJ porteño y de La Cámpora presionaro­n para que no encabezara. Fue también en vano.

Algo similar ocurre con las simplifica­ciones respecto a Juntos por el Cambio.

Primero se sentenció que Horacio Rodríguez Larreta iba a sucumbir ante el “halconismo” de Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Ahora que quedó consagrado que impuso las candidatur­as que quería (con María Eugenia Vidal en Ciudad y Diego Santilli en Provincia), se apuran en pasar a cuarteles de invierno al ex presidente y a su ministra de Seguridad.

Atención que Bullrich injertó varias postulacio­nes en diferentes jurisdicci­ones, donde está construyen­do estructura. Y a Macri le cumplieron con su único pedido personal: que en la lista bonaerense para la nacional se incluya a Hernán Lombardi y en la de la Legislatur­a porteña a Darío Nieto, su secretario privado con ciertas complicaci­ones judiciales.

Es tan cierto que el resultado obtenido por el sector duro de JxC es módico en relación con sus expectativ­as como exagerado decir que Macri y Bullrich ya fueron.

Convendría no tener prisa, como ya sucedió cuando en su momento se mandó a retiro a la actual vicepresid­enta. Y acá estamos.

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